Monseñor Krzysztof Józef Nykiel, Regente de la Penitenciaría Apostólica, reflexiona sobre el tiempo de renovación espiritual, conversión y reconciliación que ofrece el Jubileo. Señala que las Puertas Santas abiertas, una a una, son un símbolo de la puerta de la salvación abierta por Cristo.
Monseñor Krzysztof Józef Nykiel, Regente de la Penitenciaría Apostólica, explica que «una indulgencia es la manifestación tangible de la misericordia de Dios, que trasciende y transforma los límites de la justicia humana».
En declaraciones a los medios de comunicación vaticanos, el prelado sostiene que aprendemos de su significado estudiando la vida de los santos, y añade que «mirando su ejemplo, vemos que la gracia de Dios puede transformar incluso las mayores debilidades. Nos da esperanza en el perdón de nuestros pecados y apoyo para seguir el camino de la santidad».
«La indulgencia libera el corazón del peso del pecado para que la reparación pueda hacerse con plena libertad», afirma.
Recuerda que «para recibir la indulgencia plenaria durante el Año Jubilar 2025, los fieles deben observar las condiciones específicas establecidas por la Iglesia: confesión sacramental, comunión eucarística, confesión de fe, oración por las intenciones del Sumo Pontífice, obras de misericordia, peregrinación a lugares santos, disposición interior de completo desapego del pecado, incluso venial».
Refiriéndose a la bula de convocatoria del Año Santo Spes non confundit, Nykiel observa que una peregrinación es el acontecimiento central de cualquier evento jubilar. «En su esencia, una peregrinación es el viaje personal de un cristiano tras las huellas del Redentor. Encierra el sentido de la vida humana; como señaló San Juan Pablo II, Toda la vida cristiana es como una gran peregrinación a la casa del Padre (Tertio millennio adveniente, 49). Emprender una peregrinación, ponerse en camino, no implica simplemente un cambio de lugar físico, sino una transformación de uno mismo. (…) En este sentido, la peregrinación del Año Jubilar comienza antes del propio viaje, antes de dar el primer paso. En otras palabras, comienza con la decisión de ir, una decisión tomada por Cristo. (…) Sin ella, será difícil vivir la experiencia de la conversión, de cambiar de vida para encauzarla hacia la santidad de Dios».
Una peregrinación es el acontecimiento central de cualquier evento jubilar.
Además, el Regente de la Penitenciaría Apostólica destaca que la confesión es un elemento indispensable de una peregrinación considerada como una experiencia de conversión.
Durante la confesión «reconocemos nuestros pecados y los presentamos a Dios, pidiéndole perdón», apunta Monseñor Nykiel, añadiendo que «el sacerdote es un administrador, es decir, un servidor, y al mismo tiempo un prudente administrador de la misericordia de Dios. Se le confía la grave responsabilidad de ‘perdonar o retener los pecados’ (ver Jn 20;23)».
Al recordar la importancia de atravesar la Puerta Santa en las basílicas papales de Roma, el Regente de la Penitenciaría Apostólica precisa que son un símbolo de la puerta que conduce a la salvación del alma, y que ha sido abierta por Cristo.
«Representan una llamada a la transformación de la vida, a la reconciliación con Dios y con el prójimo. Por tanto, atravesarlas evoca el paso del pecado a la gracia, al que todo cristiano está llamado. Solo hay un acceso que abre la puerta a la vida en comunión con Dios; es Jesús, el único camino de salvación».
Fuente: www.vaticannews.va/es / Imagen: Pexels.