El presidente bielorruso Alexander Lukashenko fue reelegido el domingo con el 80% de los votos, lo que dio lugar a manifestaciones pacíficas duramente reprimidas por la policía. Más de seis mil manifestantes fueron arrestados. Los obispos piden la verdad y una mesa de confrontación entre las partes. La Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas pide liberar a los detenidos.
“Que no prevalezca la fuerza de la violencia sino la fuerza de la argumentación, basada en el diálogo en la verdad y el amor mutuo”. El arzobispo de Minsk, Mons. Tadeusz Kondrusiewicz, lanzó este llamamiento en medio de la tensa situación que se vive en Bielorrusia, tras las elecciones presidenciales del domingo que reconfirmaron a Lukashenko por sexto mandato consecutivo con el 80 por ciento de los votos.
TODAS LAS TARDES HAY PROTESTAS
Contactado por la agencia Sir, el padre Alexander Ulas, director de Catholic.by, sitio de la Conferencia Episcopal de Bielorrusia, relata la dramática situación en la que ha caído el país: “Todas las tardes las personas salen a las calles a protestar. La violencia está aumentando. En las calles vemos lanzamientos de granadas y neumáticos en llamas. La gente está enfadada. Las protestas se han extendido por todo el país, no solo en Minsk. Esto es solo el comienzo. No se sabe cómo terminará. Todo lo que nos queda es la fuerza de la oración por la paz”.
LOS HECHOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS
En el poder durante 26 años, el presidente bielorruso Alexander Lukashenko fue reelegido con el 80% de los votos, lo que dio lugar a manifestaciones pacíficas duramente reprimidas por la policía. Más de seis mil manifestantes fueron arrestados, cientos de personas resultaron heridas, decenas desaparecieron: entre ellas, un reportero de un periódico independiente del que no se tiene más noticias. Hasta el momento se registran dos fallecidos. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, condenó la represión de las protestas tras las elecciones presidenciales del domingo en Bielorrusia y pidió la liberación de los detenidos: “La gente tiene derecho a expresarse y a disentir, especialmente en el contexto de las elecciones, cuando las libertades democráticas deben mantenerse, no suprimirse”, dijo.
INMEDIATA MESA DE CONFRONTACIÓN Y DIÁLOGO
Por su parte, el también presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Bielorrusia, Mons. Kondrusiewicz, ha propuesto una inmediata convocatoria de una mesa especial de confrontación y diálogo entre las partes para decidir el futuro del país:
“En este momento crucial de nuestra historia, en nombre de un Dios de infinita misericordia, amor y paz, pido a todas las partes en el conflicto que pongan fin a la violencia. Que sus manos, creadas para el trabajo pacífico y el saludo fraternal, no se levanten ni con las armas ni con las piedras. Que no prevalezca la fuerza de la violencia sino la fuerza de la argumentación, basada en el diálogo en la verdad y el amor mutuo”. “Para superar rápidamente la crisis de la sociedad y detener la violencia, propongo convocar inmediatamente una mesa especial de confrontación y diálogo para decidir el futuro de nuestra patria en torno a ella y no detrás de las barricadas”.
BUSCAR LA VERDAD, PERO SIN VIOLENCIA
También el obispo de Vitebsk, Mons. Butkevich se pronunció respecto de la situación, señalando que la única salida es “buscar la verdad”, subrayando que “la verdad no se encuentra donde hay violencia”.
El sitio web Catholic.by relata que, en diferentes partes de Bielorrusia, sacerdotes católicos han salido a las calles para contener la violencia y actuar como mediadores de paz entre los manifestantes y las fuerzas del orden. El padre Ulas relata a Sir que “durante el día todo procede con normalidad”. “En las calles todo fluye como antes, los servicios están abiertos. Incluso en la televisión, parece que no pasa nada. Nadie está informando de las protestas. Los sitios de Internet estuvieron oscurecidos durante tres días. La prensa está controlada. Los periodistas independientes corren el riesgo de ser encarcelados. Es muy difícil trabajar”, afirma el prelado.
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Fuente: www.vaticannews.va