La labor del Servicio Jesuita a Refugiados en educación es fundamental para mantener la llama de la enseñanza entre la segunda y tercera generación de refugiados en los campamentos.
El futuro nunca es una cuestión fácil de tratar, sobre todo porque es un territorio desconocido para la mayoría de nosotros, y eso es algo que pude ver con claridad después de conocer a los refugiados de los campamentos de Mae Hong Son, Tailandia. Cuando me reunía y conversaba con ellos, los veía con sus rostros abatidos, emocionalmente desanimados. Me di cuenta de cómo un futuro aparentemente claro, incluso con la concesión del reasentamiento, puede transformarse de nuevo en otra espera, tal y como supe que les ocurrió a dos familias que tuvieron que regresar a los campamentos debido a la orden ejecutiva del Presidente de EE.UU. de enero de este año. Mi compañero del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en Loikaw, decía que percibía una falta de confianza tras charlar brevemente con algunos de ellos durante nuestra visita.
La visita al campo formaba parte de un encuentro coordinado entre el SJR en Mae Hong Son, Tailandia, y el SJR en Loikaw, Birmania, para preparar el posible regreso en un futuro de los refugiados de los campamentos de Mae Hong Son. La primera reunión de coordinación tuvo lugar en noviembre del año pasado en Birmania con tres miembros del personal del SJR en Mae Hong Son, reunidos con organizaciones que trabajan en Loikaw, el Departamento de Educación del estado de Kayah, y por supuesto yo y Mariano, que formamos parte del SJR en Loikaw. En febrero pasado, tuvimos la oportunidad de visitar los campamentos de refugiados; era la primera vez que nos reuníamos con personas de nuestra etnia que habían huido a la frontera entre Tailandia y Birmania por el conflicto.
Viví la guerra directamente en el estado de Kayah en la década de los noventa, y vi el sufrimiento de la gente que huía de sus casas y que tuvo que permanecer en los campamentos de desplazados internos. Sé que algunas personas huyeron del estado de Kayah; otras, se quedaron. Yo no hui de la guerra ni crucé la frontera para vivir en un campamento de refugiados, así que esta era la primera vez que visitaba los campos de refugiados en Mae Hong Son.
Era la primera vez que entraba en contacto directo con personas que habían huido de nuestro estado natal. También fue una forma de conocer de primera mano lo que su ausencia significó para tantos de nosotros que nos habíamos quedado. Algunos de ellos son mis parientes, parientes lejanos, o estudiantes con los que trabajé. A muchos de ellos, la generación más joven en particular, ni los conocí y ellos ni siquiera han estado o han conocido el estado de Kayah.
MOMENTO DESAFIANTE
Cuando llegamos a los campamentos, me informaron que sus casas son pequeñas cabañas pegadas unas a otras en la ladera de las colinas. Es un viaje de una hora desde el centro de Mae Hong Son a través de un camino polvoriento durante la temporada seca, o de un resbaladizo lodazal en la época de lluvias. Tuve dificultades para pasar de una cabaña a otra y me puedo imaginar que otros pueden haber tenido el mismo problema… o tal vez no al estar acostumbrados a subir y bajar las colinas para las tareas de rutina diaria. También aprendí que hace tres años hubo un gran incendio que calcinó muchas chozas y mató a treinta personas. Fue increíblemente triste e impactante para mí saber lo mucho que tienen que superar y hacer ante la vida tan dura del campamento.
Los refugiados en los campamentos dependen de la ayuda internacional para sus necesidades diarias: alimentos, vivienda, salud y educación. No se les permite trabajar fuera de los campamentos y solo pueden moverse dentro de los mismos. Entiendo que les preocupe depender de las raciones de alimentos y de la ayuda, porque sé que esa no es una forma sostenible de vivir. Algunas comunidades pueden permanecer fuera del campamento: una tribu de cuello largo, para crear “una aldea de cuellos largos” y ganar dinero de los turistas en Mae Hong Son. Pero cómo salir del campamento cuando las conversaciones de paz no han llegado a la etapa final que les garantice seguridad y dignidad cuando regresen a su tierra de origen. Además, me pregunto cómo la comunidad que se quedó en el estado de Kayah, mi comunidad, les proporcionará un medio de vida o una oportunidad de trabajo.
Mi colega tuvo una discusión con dos estudiantes que están en su último año de secundaria. Le hicieron preguntas sobre la situación y el sistema educativo y su calidad en Birmania, con cuestionamientos prácticos sobre la posibilidad de continuar su educación superior en las universidades del estado de Kayah. La búsqueda de una educación superior es prioridad para algunos estudiantes en los campamentos, pero un problema es que se les reconozca la educación recibida en los mismos campamentos. Escuchando y observando todo lo que sucede aquí, veo dificultades para que el SJR, tanto en Mae Hong Son como en Loikaw, trabaje por el bien de estas personas.
PROMOVER EL ENTENDIMIENTO
Nuestra visita nos ayudó a entender la realidad de la gente a la que el SJR en Mae Hong Son ha estado acompañando y con la que ha estado trabajando durante más de veinte años. La labor del SJR en educación es fundamental para mantener la llama de la enseñanza entre la segunda y tercera generación de refugiados en los campamentos. También ayuda a poner los cimientos de que el aprendizaje y el conocimiento son herramientas para ampliar horizontes y fomentar la comprensión.
La larga ausencia y separación entre estos refugiados en los campamentos y las personas que se quedaron en el estado de Kayah, como mi colega del SJR en Loikaw y yo hicimos, genera sentido de lejanía, en el que los malentendidos y las percepciones negativas de ambos lados puede impedir el entendimiento. Ampliar los horizontes mediante un encuentro directo con aquellos de los que quedé separada hace tiempo es un paso importante.
Esto promoverá un entendimiento en un tiempo en el que la división y la desinformación son abrumadores. Escuchar las historias de cada lado para crear una plataforma que fomente la comprensión es necesario y un paso importante.
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Fuente: http://es.jrs.net