MEMORIA DE QUIEN DIO LA VIDA POR DEFENDER LOS DERECHOS HUMANOS
El arzobispo de Trujillo hace memoria “de los defensores de los derechos humanos en nuestro continente latinoamericano y caribeño, muchos de ellos asesinados, otros víctimas de violencias y amenazas contra su integridad y la de sus familias”, una demostración de coraje y determinación, como ha recordado el Papa Francisco.
El CELAM, en el camino de la sinodalidad y su opción preferencial por los más pobres y excluidos, dice sentirse interpelado “por los dolores que padecen nuestros hermanos y hermanas en estas tierras y en estos tiempos: millones de hombres y mujeres han dejado sus familias y sus patrias por razones políticas y económicas”, así como por la falta de acceso a las vacunas contra el Covid-19. El mensaje también critica las dictaduras atroces, la degradación de la naturaleza y los millones de personas que carecen de techo, tierra y trabajo, como realidades presentes en el continente.
AMAR AL PRÓJIMO ES AMAR A DIOS MISMO
Ante esa realidad, Mons. Cabrejos califica este día como “una invitación a reconocernos en tanto seres humanos, como hijos de un mismo Dios”, recordando lo que nos dicen las Sagradas Escrituras. En ellas aparece la novedad del mensaje cristiano: “Amar al prójimo es amar a Dios mismo”. Se trata de un “mandamiento nuevo”, que según el presidente del CELAM “tiene consecuencias económicas, sociales y políticas, que se expresan en los derechos humanos y también en los deberes humanos”.
El mensaje, insistiendo en que “el amor al prójimo se debería reflejar en relaciones de justicia, equidad, libertad, paz y en la construcción del bien común”, cita las palabras de San Juan XXIII, en las que define esta realidad como “la defensa de los derechos y deberes de la persona humana”. Por ello, Mons. Miguel Cabrejos recuerda que “la Declaración de los Derechos Humanos compromete a los Estados a respetar y hacer respetar la vida, la libertad y la seguridad de las personas”.
ESPERANZA EN LAS GENERACIONES JÓVENES Y EN LOS MOVIMIENTOS POPULARES
Como señal de esperanza, relata el aumento de la conciencia sobre el respeto a los derechos humanos, colocando enormes expectativas “en las generaciones jóvenes y en los movimientos populares, que cada día luchan por conseguir formas de vida más humana”, algo en lo que “la Iglesia latinoamericana y caribeña los acompaña en sus sueños y en sus luchas”.
Finalmente, encomienda a Nuestra Señora de Guadalupe “a los más vulnerables de la sociedad, y las intenciones de los hombres y mujeres de este continente que hacen posible una vida más justa y digna desde el respeto de los derechos humanos y la defensa de los más pobres y vulnerables de nuestra sociedad”.
—Leer el Mensaje completo (pdf).
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Fuente: https://prensacelam.org / www.iglesia.cl