Como siempre, pero más ahora, nuestro apoyo debe ser la fe en Cristo resucitado. Mensaje del Obispo de Villarrica.
Hermanos en Jesucristo:
En estos días de pandemia estamos constantemente recibiendo informes acerca del número de muertos a causa del coronavirus. Ya van 240.000 fallecidos desde que comenzaron los contagios en China hace cinco meses. Sin embargo, todos los días en el mundo, por distintos motivos, se mueren más o menos 160.000 personas.
El hecho de que nos estén actualizando a diario el número de muertos y que hay que cuidarse para evitar contagiarse y así no tener la probabilidad de morir, nos lleva quizá a preguntarnos acerca de la vida, de su sentido y de qué pasa después de esta vida.
En Chile, la pandemia ha coincidido en gran parte con Semana Santa y el tiempo de Pascua que celebra la Resurrección de Cristo. El Evangelio en estos días nos habla de esperanza, alegría, vida eterna. Al final triunfa siempre Cristo, quien es misterio de amor. Como a los apóstoles entristecidos por su falta de fe, también viene a nuestro encuentro la vida y la esperanza: Cristo Resucitado.
Como siempre, pero más ahora, nuestro apoyo debe ser la fe en Cristo resucitado. Él participó de nuestro sufrimiento y experimentó el poder de la muerte. Así lo quiso el Padre, “porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).
Cristo muere para vencer nuestra muerte con su Resurrección. La vida del hombre es ver a Dios. El peor error es errar por completo en la orientación que Dios ha dado a nuestra existencia al crearnos y redimirnos por amor. La vida plena del hombre no es salvarse de morir, sino que, después de morir, vivir para siempre en una alegría inconmensurable.
Esa vida la da solo Jesucristo, como Él mismo dice: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Si el Señor permite que suframos la pandemia es para volver con todo el corazón a Él. Si todas nuestras seguridades humanas tambalean, es para que nos apoyemos en Dios, pues “¿quién es Dios fuera del Señor? ¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?” (Sal 18,32).
El Evangelio nos trae la imagen de Cristo como la Puerta que conduce a la vida y como el Buen Pastor que da la vida por las ovejas (ver Jn 10,1-18). Más aún, Cristo dice de sí: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6).
Esta es la vida que anhela todo corazón humano y que se nos da por la fe, el nacimiento nuevo del Bautismo y la Eucaristía, el Pan de Vida, que es Cristo mismo. “Si uno come de este Pan, vivirá para siempre; y el Pan que yo le voy a dar, es mi Carne por la vida del mundo” (Jn 6,51).
Pidamos al Señor que nos aumente la fe en el poder de su Resurrección y en su presencia vivificante en la Eucaristía.
+ Francisco Javier Stegmeier
Obispo de Villarrica
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Fuente: Comunicaciones Villarrica / www.iglesia.cl