Sr. Director:
Hace poco más de un año, tras asumir su cargo, el presidente Gabriel Boric anunciaba su gabinete ministerial y con un especial énfasis subrayaba la necesidad de que los chilenos nos esforzáramos por lograr un buen diálogo. Decía en esa ocasión: «Hoy es solo en el diálogo cotidiano y en la escucha de todos y todas que vamos a poder construir el Chile que aspiramos». Y ahora, en su discurso por el último cambio de gabinete, expresó que es necesario «dialogar hasta que duela».
¿Qué significa y qué nos puede evocar este nuevo mensaje?
Dialogar es una palabra que podemos llenar de contenido, pero también puede ser una palabra que puede quedar vacía, si es que no se despliegan acciones y sentidos que la sustenten.
Actualmente, las diferencias y las controversias, así como los diversos modos de pensar, sentir y hacer son parte natural de nuestra existencia, y todos se expresan en los distintos ámbitos de la vida social. El ámbito político, por cierto, es un escenario natural de expresión de estas variadas perspectivas.
Hoy, dialogar hasta que duela podría implicar una mayor apertura a la que actualmente se observa en los debates públicos, así como una disposición —primero que todo— a conversar incluso cuando las posiciones frente a algún tema controversial sean diametralmente opuestas. Se trata, por supuesto, de algo que es fácil de decir, pero no siempre se hace sencillo concretarlo.
Y también es condición necesaria e imprescindible para buscar soluciones a los grandes problemas del país. Debemos buscar un trato con respeto y humanidad, lo que no significa dejar afuera aquello que molesta, frustra o enoja. Debemos avanzar en espacios que nos permitan en avanzar en la comprensión de múltiples puntos de vista para llegar a los puntos coincidentes; en un esfuerzo por comprender y llegar a ciertos acuerdos, especialmente cuando estos impactan en la vida de muchas personas.
Nunca debemos olvidar el horizonte del bien común, más allá de los intereses propios: «Dialogar hasta que duela» es un mensaje poderoso que nos deja abiertos a una reflexión profunda y con sentido para actuar. Chile lo necesita.
Rosa María Olave
Facultad de Derecho, U. Alberto Hurtado