Discrepancia con juicio sobre la UP

Sr. Director:

José Antonio Viera-Gallo, exsubsecretario de Justicia del gobierno de Salvador Allende, en su artículo sobre los 50 años publicado en Mensaje de septiembre pasado, lamenta que la magnitud de la tragedia provocada por el golpe de Estado condujera a que se considere a la Unidad Popular (UP) como un «arquetipo», es decir, «construcciones narrativas con un significado trascendente, lo que dificulta el análisis histórico y la reflexión política».

Sin embargo, incurre en las limitaciones que critica, pues mitifica la acción de la UP y del presidente Allende. Mitificar es «rodear de extraordinaria estima determinadasteorías, personas, sucesos, etc.», según el Diccionario de la Lengua Española. Quizá por ello evita referirse a los graves errores cometidos, como el apoyo a la violencia, la preferencia no solo por el marxismo, sino también por el leninismo, la dictadura del proletariado y la revolución cubana.

No consideró los limitados recursos políticos de «la vía chilena al socialismo» —minoría electoral en el Congreso y la sociedad—, las débiles bases de poder del presidente  una minoría en su partido votó para fuera candidato— y el contexto internacional extraordinariamente adverso que enfrentaba. En esas circunstancias, nacionalizar sin indemnización las compañías del cobre fue una provocación, que reforzó la decisión de Estados Unidos de continuar las acciones contra la UP. Por otra parte, la decisión de la up de dar la espalda al PDC, hostigar a su directiva y arremeter contra el expresidente Eduardo Frei Montalva es inexplicable, considerando que Allende asumió la presidencia gracias al apoyo de parlamentarios DC.

¿Por qué, ante las diferencias en la UP, no tuvo Allende la fuerza que mostró la mañana del Golpe?

El quiebre institucional del 11 de septiembre de 1973 tuvo una triple naturaleza: rompió nuestra tradición democrática con extrema violencia; estableció una dictadura represiva con muerte, torturas y exilio, dejando una sociedad dividida y una memoria del horror; y transformó la economía con un paradigma de neoliberalismo queredefinió las bases del Estado, la economía y la sociedad. Además, revirtió las reformas impulsadas por los gobiernos de Frei y Allende.

Los chilenos, tal como alemanes y españoles, nos seguimos preguntando: ¿Cómo fue posible llegar a ese desenlace? ¿Era factible evitar la tragedia? Es necesario responder estas preguntas con fidelidad a la verdad de lo ocurrido, aunque esta sea dolorosa. Solo así podremos avanzar hacia interpretaciones del pasado que eludan el maniqueísmo e incorporen matices y grises en nuestras versiones.

Carlos Huneeus

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