Los grandes problemas solo se resuelven desde lo profundo, donde encontramos el espacio común, jamás levantando muros, fronteras o aranceles.
Las bolsas del mundo están viviendo días turbulentos tras la decisión de la administración Trump de subir los aranceles, con consecuencias de gran calado cuyo impacto aún no podemos medir. Medidas que tienen una clara perspectiva estratégica, económica e ideológica, y que lejos de hacer juicios de valor, sí nos pueden ayudar a comprender parte del modo de funcionar de nuestro mundo.
Aunque nuestra mirada sea parcial y limitada, en el mundo «todo está conectado», algo que Francisco insiste en Laudato Si’. Nuestras decisiones tienen siempre sus consecuencias en el conjunto de la realidad, por más que de primeras no las veamos. Pero a menudo son los pobres quienes pagan los platos rotos, porque los ricos siempre tienen más margen de maniobra para salir vivos de la mayoría de las tormentas. Que no se nos olvide cuando oigamos a gente elegante y a contertulios quejarse amargamente.
A menudo son los pobres quienes pagan los platos rotos, porque los ricos siempre tienen más margen de maniobra para salir vivos de la mayoría de las tormentas.
Otra señal preocupante es la tendencia actual a levantar muros entre países y bloques, sin que sirva esto para defender el neoliberalismo económico. Este caso es un síntoma más del auge de los nacionalismos que buscan dividir y que cínicamente separan personas, pueblos y culturas, siempre aferrándose a un miedo revestido de pobres argumentos. Y es que el sectarismo nunca puede ser la solución, aunque a veces sintamos la necesidad y la urgencia de defender lo propio.
Sin embargo, no se trata de diluir culturas ni jalear el libre mercado sin control, más bien de asumir que la Historia es una dolorosa escuela, y que la confrontación entre países no suele ayudar. Las guerras económicas suelen ser la triste antesala de heridas mucho más profundas, donde la sangre acaba manchando los discursos. Y la complejidad del mundo no puede abordarse a brocha gorda, porque los grandes problemas solo se resuelven desde lo profundo, donde encontramos el espacio común, jamás levantando muros, fronteras o aranceles.
Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: myles, FreeImages.