Adviento: Una luz para tiempos convulsos

El tiempo de Adviento invita a cambiar la mirada, propone una revisión de los criterios con que valoramos la realidad (también disponible en audio).

El Adviento para los cristianos es un tiempo de preparación para la venida del Señor. Además de preparar el recuerdo de su venida en Navidad, es la espera de su venida definitiva al final de los tiempos. Se trata de una espera vigilante, en vela.

Ya la idea de velar nos sitúa en medio de la noche, de un contexto oscuro en el que nos movemos a tientas, con pocas certezas. Quizá por eso este tiempo de Adviento nos resulte particularmente significativo. Han cambiado los ejes tradicionales de la política, también los roles de género, la estabilidad del clima, la composición de las familias y la valoración de la diversidad, por poner solo algunos ejemplos.

Aunque la incertidumbre y la inestabilidad puedan provocar temor, la espera cristiana es partera de esperanza, principalmente porque se fía de la historia en la cual Dios ya ha venido hace dos milenios y confía en la promesa de Dios que vendrá, pero se fía también de la historia en la cual Dios ha seguido viniendo y haciéndose presente. Esa certeza de la Navidad, de que Dios ya se ha hecho presente en medio nuestro y nos ha regalado su Espíritu, invita al cristiano a sumarse a todas las iniciativas de mayor humanización, a aquellas que construyen fraternidad y despiertan vida.

Adviento es vigilia, un «esperar trabajando» junto al Espíritu. Es tiempo de esperanza, de espera activa y atenta al Dios que vino, que está viniendo y que vendrá.

PEREGRINOS EN TIEMPOS CONVULSOS

La idea de peregrinar es una de las metáforas básicas o arquetípicas de la humanidad: la imagen remite al ser humano en camino, en movimiento, cambiando. La humanidad va de un estado a otro, de una situación a otra. Esa transición es nuestro peregrinar. De hecho, en las mitologías abundan los viajes como un modo de entender al ser humano que enfrenta desafíos internos y externos: para hacerse humano, es necesario peregrinar.

La peregrinación de Chile y el mundo ha sido turbulenta este año que estamos cerrando. En diciembre de 2023 nuestro país realizó el plebiscito para concluir el segundo proceso constituyente. Volvimos a rechazar la propuesta. El Gobierno anunció que no iniciaría un tercer intento, para así retomar la agenda legislativa con proyectos importantes, como una esperada reforma de pensiones y el fortalecimiento del empleo femenino.

Lamentablemente, hace un año también comenzaban los incendios forestales en varias regiones del país. El ícono de la tragedia fue Quilpué, con varios muertos, que todavía nos duelen.

A nivel internacional, por esta época, en Gaza el conflicto entre Israel y Hamás tuvo una breve tregua. Sin embargo, la tensión entre Rusia y Ucrania se mantuvo. Ni el calentamiento global ni la migración dieron tregua: el año 2024 será el más cálido desde que se tienen registros y el mar Mediterráneo continuó siendo la ruta migratoria más peligrosa del mundo medida por cantidad de muertes. La migración forzada afecta a 1,5% de la población mundial, duplicándose en una década.

Estas circunstancias, y muchas otras, hacen que el camino se experimente tortuoso, se pierda el goce y la alegría de la vida misma.

MIRAR LA VIDA DESDE EL ADVIENTO

¿Puede el tiempo de Adviento dar una perspectiva diferente de la realidad? La actitud vigilante de quien está en vela durante la noche, ciertamente nos puede resultar interesante. En medio de la oscuridad de las noticias que nos llegan, donde todo parece amenazante o sospechoso, donde se avanza a tientas y sin seguridades, en esos contextos preparar el recuerdo de la Navidad puede ayudarnos a no desesperar. Es, sin duda, una mirada de fe, que para alguno podría resultar casi ingenua, pero que para el creyente es la perspectiva fundamental. La esperanza cristiana no se funda solo en la promesa de un triunfo por venir, sino que se sustenta en la experiencia de que ya ha habido presencia de Dios en el pasado y eso fue bueno. Es decir, se trata de una esperanza fundada en la historia. Entonces, la mirada del Adviento nos sugiere estar atentos a esa presencia histórica del bien en el pasado, aunque sea germinal, porque puede fundar un futuro propicio. Dios se hace presente de muchas formas, incluso puede mostrarse en medio del dolor, que superamos con su ayuda y el cariño de compañero de camino.

En medio de la oscuridad, ¿cuáles son algunos de esos signos? Si sabemos mirar, la humanidad ha hecho grandes progresos. La Declaración de los Derechos Humanos fue un avance, como lo han sido también el nacimiento de la preocupación por la ecología integral, las enfermedades que hemos logrado superar, el aumento de los años de estudio en tantos lugares del mundo.

Este 2024 hemos asistido a la concreción de importantes iniciativas en seguridad pública, cuyos resultados esperamos ver, especialmente contra el crimen organizado. También se consolidó la ley de 40 horas laborales y la aplicación de la ley Karin para proteger del acoso laboral a trabajadores y trabajadoras. Si bien todavía nos cuesta dejar los plásticos, la matriz energética avanza rápidamente hacia energías limpias con importantes proyectos de electromovilidad en el transporte público —como en Copiapó, que será la primera ciudad de Sudamérica con transporte público 100% eléctrico—, plantas desaladoras de agua y producción de hidrógeno verde.

Aunque vemos con preocupación posibles tráficos de influencia en el Poder Judicial, filtraciones brutales desde la fiscalía o la acusación de violación por parte del exsubsecretario del Interior, se verifica al mismo tiempo que las instituciones funcionan y que avanzamos hacia una aplicación de justicia sin doble estándar. Las elecciones recientes de concejos municipales, alcaldes, consejeros regionales y gobernadores fueron limpias y reconocidas por todos los actores. Por último, se está presentando un proyecto de reforma al sistema político y vemos la generosidad con que partidos pequeños, que eventualmente podrán desaparecer con esta reforma, han decidido igualmente apoyarla por el bien del país.

Las fundaciones, que fueron tan cuestionadas por las sospechas de malversación y tráfico de influencias, continúan prestando un bien enorme y cuentan con el apoyo ciudadano para seguir con sus misiones. Ellas continúan siendo faros que visibilizan deudas sociales y nos muestran dónde poner atención, si queremos ser una sociedad genuinamente humana.

A nivel internacional hay avances diplomáticos entre Irán y Arabia Saudita, al igual que entre Turquía y Grecia. Se promovió la ratificación del Tratado de los Océanos, con una importante participación de Chile. Más de sesenta países organizaron elecciones este año, involucrando 4.000 millones de personas, lo que, pese a todas las amenazas de populismos y totalitarismos que siguen vigentes, es un signo de vitalidad de la democracia en el mundo. Aunque persisten las «pobrezas de aprendizaje» tras la pandemia, el Banco Mundial reporta un aumento de la escolarización en países de ingresos bajos y medianos. La inflación global comenzó a disminuir, aunque tenga una tendencia a estancarse, y ha facilitado la recuperación de países emergentes, al tiempo que existe una recuperación del crecimiento después de la pandemia y esa tendencia parece mantenerse.

URGE DEFINIR PRIORIDADES

La cultura actual ha acelerado el tiempo, cortando nuestras raíces. Nos hace vivir en el presente y quiere que todo se realice al instante. Eso destruye la esperanza. Los cristianos añoramos algo que hoy parece imposible, pero ante lo cual el ingenio humano y la sana política ayudan a delinear los pasos que nos van acercando a ese ideal. En un año no podemos resolver todos los problemas del país, pero nos podemos ir acercando paso a paso.

El tiempo de Adviento también invita a cambiar la mirada, propone una revisión de los criterios con que valoramos la realidad. En Adviento, el foco de atención sale del imperio y los centros urbanos, para atender a la sabiduría de un profeta menesteroso al borde del Jordán. Pone atención a una joven de un poblado minúsculo llamado Nazaret. Se concentra en el diálogo entre una anciana y una joven embarazadas.

Carecer de un destino claro hacia el cual caminar no hace más que confundir a los peregrinos. No es posible la unidad de los caminantes sin un sentido definido. Y las tres escenas descritas nos invitan a no confundir destinos atractivos y luminosos con destinos importantes y fundamentales.

Carecer de un destino claro hacia el cual caminar no hace más que confundir a los peregrinos.

A la vez, en Navidad, serán los pastores, quienes «saben caminar de noche», que viven peregrinando de lugar en lugar buscando nuevas oportunidades para sus ovejas, quienes, en uno de esos trayectos, se encuentran con el niño Jesús. Estos pastores nos muestran cómo andar de noche, atentos a los signos, dónde es importante mirar y cómo hacerlo.

Para andar en la oscuridad, peregrinar en tiempos convulsos, necesitamos recuperar esos horizontes fundamentales que permiten la convivencia y facilitan el desarrollo de las personas. Países fundados en el respeto de todos los seres humanos, aunque sean diversos. Espacios donde encontrarnos en nuestras diferencias para dialogarlas con respeto. Donde se cultive el trabajo digno y honesto como fuente de dignidad personal. Sociedades donde se cuide a los débiles y donde ellos tengan un lugar en el cual aportar al bien común. Pueblos que protejan la naturaleza como un regalo para las generaciones por venir. Familias donde se eduque el sentido de justicia y generosidad con la patria.

Caminar sin estas prioridades claras puede provocar que terminemos llegando a un lugar que no queríamos, extraviados, confundidos o desgastados en un esfuerzo sin sentido, o que tarde o temprano terminará por desmoronarse. Recuperar estos sentidos primordiales podrá dar solidez a la peregrinación humana.

logo

Suscríbete a Revista Mensaje y accede a todos nuestros contenidos

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0