Los servicios de inteligencia de EE.UU. han entregado un interesante informe sobre las tendencias que podrían marcar las próximas dos décadas, advirtiendo que, de momento el mundo carece de dirección, atraviesa por circunstancias caóticas y las reglas y las instituciones son frecuentemente ignoradas.
El secreto de los ancestrales oráculos griegos radicaba en la redacción del vaticinio. Según la puntuación, variaba el sentido de lo que esperaba a quien consultaba. Así, cada cual podía hacer su propia lectura según su inclinación. Desde antiguo, pronosticar qué aguarda a los mortales es un cometido azaroso. Y es la tarea que acomete cada cuatro años el National Intelligence Council de Estados Unidos. Su séptimo informe desde 1997, en los cuales la CIA juega un rol predominante, es titulado: “Tendencias globales 2040: un mundo más disputado” (Global Trends 2040. A more contested world). En él los servicios de inteligencia estadounidenses buscan aportar un marco analítico para los tomadores de decisión. Con la sabiduría de un oráculo se abstiene de predicciones específicas y apunta, en cambio, a las grandes tendencias que regirán al mundo en ruta al par de décadas venideras. Los autores advierten: “Antes que intentar predecir dónde estaremos en veinte años –algo que es imposible sin disponer de una muy precisa bola de cristal– los esfuerzos están orientados a alertar a los líderes sobre la dirección en que puede marchar el mundo e información sobre las tendencias gruesas que lo perfilarán”.
El informe advierte que la pandemia de Covid-19, que ataca al grueso de las sociedades, dejará huellas profundas. Señala que “es la disrupción global más significativa desde la Segunda Guerra Mundial”. La enfermedad ha fomentado divisiones sociales, ha acelerado cambios en curso en estilos de vida y ha colocado a numerosos gobiernos bajo la lupa en cuanto a su capacidad para gestionar la crisis. En el informe anterior, de 2017, los servicios de inteligencia ya advertían la probabilidad de una “pandemia global para el 2023” que, entre otras consecuencias, reduciría en forma drástica los viajes a nivel mundial. En realidad, el pronóstico era optimista, dado que las grandes epidemias ocurren cada veinte a treinta años y en 2017, año del informe, ya habían transcurrido más de cuarenta. Entonces ya se aconsejaba crear un gran fondo para reaccionar con la mayor celeridad posible. Como se ha observado, cuanto antes es aislado el patógeno, menor será su impacto. Pero como ocurrió en la ciudad china de Wuhan, donde debutó el mal, las autoridades locales vacilaron en dar la alarma por temor a la reacción del poder central.
Los autores del informe señalan que la pandemia en curso “ha recordado al mundo su fragilidad y ha demostrado los riesgos inherentes de la interdependencia”. Además, admiten que han sido “sacudidas viejas presunciones sobre la resiliencia y la adaptación, que han abierto nuevas incertidumbres sobre la economía, la gobernanza”, en tanto “el sistema internacional está mal equipado para enfrentar desafíos globales”. Se han profundizado divisiones existentes a la par de acelerar importantes cambios con serios alcances para la salud, la economía y la seguridad. El diagnóstico es categórico: el mundo carece de dirección, atraviesa por circunstancias a veces caóticas, las reglas internacionales y las instituciones son muy a menudo ignoradas. Los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) están afectados por un lento crecimiento económico, aumento de las divisiones societales y la parálisis política. China aprovecha las dificultades de Occidente para acrecentar su influencia internacional.
MENOS GUERRAS POR PETRÓLEO
Un acápite especial está destinado a la transición energética y su impacto en el orden internacional. El mundo abandona los combustibles fósiles y ello rediseña las economías y las relaciones de fuerzas internacionales. Los mayores perjudicados serán los “petroestados”, que representan a alrededor del ocho por ciento del Producto Interno Bruto mundial con cerca de 900 millones de habitantes. Estos países arriesgan grandes pérdidas de ingresos en un escenario de rápida descarbonización. El planeta camina a una diversificación de las fuertes energéticas con el rápido avance de las energías renovables no convencionales (ERNC). La transición aminorará la capacidad de algunos Estados para utilizar la energía como una palanca de coerción a nivel internacional. Algunos países verán disminuida su influencia en la medida que los sistemas energéticos sean más descentralizados. El mercado de los combustibles fósiles y el de las ERNC operan de manera diferente. Los primeros son extraídos y comercializados. Los segundos, en tanto, provienen de una infraestructura local que dificulta que terceros corten la yugular energética. El informe ejemplifica que el dominio chino en paneles solares no le permite a Beijing amenazar el abastecimiento eléctrico de la manera que podía hacerlo la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Con todo, habrá una competencia creciente por ciertos minerales, como el cobalto y el litio, empleado en la producción de baterías. El informe señala que aumentará el interés en los países que disponen de estos, con mención especial a Bolivia. Con prudencia, anticipa el rol que puede caberle al hidrógeno verde. Señala que es una industria que aún está en su infancia –lleva décadas en esa condición– pero se espera que los costos bajen. Países con ERNC económicas –se cita como ejemplo a Chile– tienen interés de desarrollarlo.
Por otra parte, el cambio climático aumentará los peligros para la seguridad humana y de las naciones. Algo que obligará a los Estados a tomar opciones y decisiones difíciles. La carga será desigual, lo que aumentará la competencia que, a su vez, contribuirá a la inestabilidad. El impacto físico de un mundo recalentado, combinado con la degradación ambiental, abre un amplio abanico de desafíos en el ámbito de la seguridad, en especial para los países de menor desarrollo, aunque no solo para ellos. Es citado un estudio reciente, del año 2018, que estableció que 36 por ciento de las ciudades a nivel global enfrentan estrés ambiental agudo a causa de sequías, inundaciones, huracanes y fenómenos que son cada vez más intensos y frecuentes. Lo anterior, sumado a cambios en el régimen de lluvias, el aumento de las temperaturas y la subida del nivel de los mares exacerbarán la inseguridad alimentaria y la disponibilidad de agua. Regiones que dependen de las lluvias para su agricultura, como Centroamérica, partes de Argentina y Brasil y regiones andinas ya se ven afectadas. Las zonas de las latitudes nórdicas, como Rusia y Canadá, se beneficiarán con temporadas de cultivo más largas.
Todo lo anterior amenaza a la salud humana. Agua, aire y alimentos de menor calidad, además de la proliferación de enfermedades infecciosas, son retos mayores. Las tasas de mortalidad causadas por la polución aumentan en países pobres y de ingresos medios. El incremento de las temperaturas acelera la frecuencia de los brotes de plagas que afectan a humanos, animales y plantas, especialmente las transmitidas por insectos, como el dengue y la malaria, o por el agua, como el cólera, o el aire como, las influenzas, Covid-19 y el hantavirus.
QUÉ NOS ESPERA
El rango de opciones va desde una alternativa (aspiracional, por parte de los autores), de un renacimiento democrático liderado por Estados Unidos a un mundo caótico en que ningún país tiene el poder suficiente para enfrentar la batería de retos señalados. El perfil del futuro dependerá, en cierta medida, de los desarrollos científicos y tecnológicos. Uno de los pilares clave de las transformaciones es la inteligencia artificial (IA), que tiene impactos en numerosos campos. En el terreno bélico, el informe destaca que quienes incorporen IA a sus sistemas militares aumentarán el rendimiento de las armas existentes y los sistemas de seguridad, tanto a nivel físico como cibernético, en tanto técnicas contra-IA destinadas a negar o confundir las decisiones tomadas a partir de IA están en vías de desarrollo (existe una campaña internacional contra la introducción de armas operadas por IA. Sus activistas advierten sobre los peligros que representa la automatización de decisiones de vida o muerte). Otros campos decisivos son la robotización y las energías limpias, que toman un rol protagónico. El informe puntualiza que, si el desarrollo tecnológico estimula el crecimiento económico y, a la par, permite aplacar los efectos del cambio climático, la ruta para alcanzar al 2040 será más tranquila. Los autores agregan una advertencia: si estas condiciones no son logradas, miraremos al 2020 con nostalgia, como los buenos viejos tiempos. Ello, porque las expectativas frustradas son especialmente tóxicas, pues abre paso al pesimismo y la fragmentación social, factores que pueden ser difundidos y explotados en forma masiva a través de las redes sociales.
ESCENARIOS MÁS PROBABLES
El informe esboza cinco tendencias que pueden desembocar en 2040 en los cuadros siguientes o en combinaciones de ellos. Cada curso posible estará influido por la competencia entre Estados Unidos y China. Está por verse si alguno de ellos logra aventajar al otro o si pueden competir en condiciones acordadas o terminarán dividiendo al mundo en esferas separadas.
He aquí los polos:
Renacer de las democracias: Liderado por Estados Unidos y sus aliados, se aprecia el resurgimiento de las democracias abiertas. Rápidos progresos tecnológicos, auspiciados por asociaciones público-privadas, transforman la economía global, permiten un aumento de los ingresos y, con ello, la mejora de la calidad de vida de grandes masas de población a lo largo del mundo.
El mundo al garete: El sistema internacional carente de dirección presenta un cuadro caótico e inestable. Las reglas internacionales y su institucionalidad son ignoradas por grandes poderes, como China, actores regionales y protagonistas no estatales. Esto en el marco de un lento crecimiento económico y crecientes divisiones sociales y parálisis política.
Coexistencia competitiva: Estados Unidos y China han dado la primera prioridad al crecimiento económico y han restaurado su relación comercial. Pero esta interdependencia coexiste con la competencia por la primacía política, de los modelos de gobierno, la supremacía tecnológica por lograr la delantera estratégica.
Compartimentos separados: El mundo se fragmenta en varios bloques económicos y de seguridad de tamaños y fuerza variable. Los centros de los bloques serán Estados Unidos, China, la Unión Europea, Rusia, además de algunos poderes regionales centrados en la autosuficiencia, la resiliencia y la defensa.
Tragedia y Movilización: Emerge una gran coalición liderada por la Unión Europa y China que, en colaboración con actores no estatales, revitalizan las instituciones multilaterales. En ese contexto avanzan grandes transformaciones destinadas a contener el cambio climático con sus secuelas de degradación ambiental, hambre y descontento social.
Los inesperados factores X: Como todo pronóstico realista, este concluye con lo que equivale a una advertencia o a la letra chica: siempre deben tenerse en cuenta los llamados cisnes negros o los inesperados factores X, como prefieren designarlos los autores. Las predicciones en el campo económico suelen ir precedidas de la clásica clausula “a condiciones iguales” que, por supuesto, rara vez resultan iguales. El resultado de la interacción de infinitas variables está más allá de la capacidad de la previsibilidad humana y de la IA. Las palabras del climatólogo estadunidense Edward Lorenz, para explicar la teoría del caos, ya son universales: “El aleteo de una mariposa puede producir un tornado en Texas”. Mínimas perturbaciones climáticas pueden alterar el clima de forma dramática a miles de kilómetros En el campo social, un trabajador autoinmolado en Túnez desencadenó la “Primavera árabe”. La retroalimentación positiva concatena los fenómenos hasta un punto que se tornan impredecibles.
Entre algunos eventos que realmente cambiarían al mundo, el trabajo reseñado destaca una invasión por parte de China a Taiwán (no señalan un acto semejante por parte de Rusia contra Ucrania), siempre es posible que sobrevenga otra pandemia mucho más severa que la actual, y, en otro campo, podría ocurrir un gran salto adelante en las capacidades de la inteligencia artificial. MSJ