Mensaje sigue particularmente abierta a tender puentes de diálogo, con honestidad, respeto y altura de miras. Estamos convencidos de que es el único camino para avanzar en un proyecto social perdurable y justo para todos.
Llegar a los 70 años es un motivo de celebración, aunque nunca cumplir años ha sido una meta. Nuestra meta es cumplir la misión que nos dio la Compañía de Jesús y que sabiamente supo acometer Alberto Hurtado en octubre de 1951: “Lanzar una revista que sea el reflejo de sus inquietudes, de sus búsquedas, de sus esfuerzos comunes por penetrar más plenamente la Verdad evangélica y por aplicarla con objetividad a la realización de un mundo mejor, más justo, más fraternal”. De cualquier forma, nos alegra saber que, durante estas siete décadas, hemos podido acompañar momentos importantes de la vida de nuestra sociedad y de la Iglesia, aportando nuestra perspectiva creyente y, por ello, humanista, y enriqueciendo la reflexión, el diálogo y la discusión. Nos alegra también reconocer que Mensaje ha participado de los grandes debates de la época. Sin embargo, esta larga vida implica también asumir una gran responsabilidad. Toda esa experiencia, reconocer los aciertos y los errores, nos ha implicado muchos aprendizajes para estar a la altura de la misión encomendada.
Mensaje ha sido testigo de enormes cambios en el mundo. Nació en medio de la configuración política que se gestaba tras la segunda Guerra Mundial, vio nacer y morir los ejes de comprensión geopolítica de la Guerra Fría. Como revista, ha sido testigo de una Iglesia que ha cambiado enormemente su modo de relacionarse con el mundo. Ante la realidad del planeta, vio surgir un sinnúmero de tensiones religiosas, la agenda de género, temas vinculados a la desigualdad, primero dictaduras y, luego, democracias que hoy padecen signos de desgaste en varios países. Vio surgir el reconocimiento de pueblos originarios y las crisis ligadas al calentamiento global, que ha sido provocado por el propio ser humano y ha abierto la pregunta sobre las reales posibilidades de habitar nuestro planeta en el futuro. Frente a cada uno de estos temas, la revista ha buscado decir una palabra, intentando hacer actual y significativo el Mensaje siempre original de Jesús de Nazaret.
DESAFÍOS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL
En toda época, la comunicación es un elemento fundamental que permite mantener una sociedad unida, facilitando los acuerdos, y organizarla. La comunicación humaniza, ayudando a reconocer la historia de un pueblo y articulando proyectos compartidos.
Con el surgimiento de los medios de comunicación social en la historia, los intercambios de ideas han podido llegar a un número creciente de personas y, a la vez, son más quienes pueden participar de la conversación. Aunque los medios físicos se han visto en dificultades enormes para subsistir, la transformación digital de las últimas décadas ha permitido que cada vez sean más quienes estén en el debate, prácticamente sin restricciones de acceso y sin límites de distancia. Eso mismo hace que el lapso entre el suceso y la información sea cada vez más breve.
En estos tiempos, con dicho aumento de volumen y rapidez, el primer desafío es el discernimiento de la verdad. Combatir la desinformación, enfrentar las falsedades y también las verdades a medias, son tareas arduas y de primera importancia. Se requiere que los actores en la comunicación de masas sean cada vez más responsables.
Para Mensaje, la finalidad de la comunicación es alcanzar la comunión del género humano. Eso implica, primero, un diálogo genuino, con profundidad, en medio del actual bombardeo de datos y, segundo, reflexión reposada, a la hora de tomar postura ante los hechos o de elaborar nuevas propuestas. En este sentido, Mensaje siempre ha querido salir de la inmediatez, pero sin dejar de ser contingente, para aportar así una perspectiva amplia, buscando el análisis y aportando las voces diversas que exige la discusión actual.
¿Y LOS PRÓXIMOS 70 AÑOS?
Hoy, como siempre, Mensaje tiene la tarea de establecer un primer puente entre Dios y la humanidad. El Padre Hurtado hace 70 años abría las páginas de Mensaje “a todos los que desean estudiar y discutir con realismo, altura de miras y visión ajena a criterios partidistas, los grandes problemas que interesan a nuestro tiempo y contribuir así a insertar el Mensaje de Cristo en las inteligencias, los corazones y la vida de sus hermanos”.
No se trataba entonces —ni ahora— simplemente de hacer una traducción del Evangelio o del magisterio de la Iglesia. Jesús enfrentó los desafíos de su tiempo con sus propios lenguajes. Por tanto, ante los desafíos de hoy, ¿qué diría Jesús? ¿Cuál sería su Mensaje? ¿Cuáles serían sus lenguajes? Esas preguntas deberían orientar nuestro proyecto. En tiempos donde la Iglesia y sus lenguajes están cuestionados y el secularismo asume una creciente universalidad, esta tarea se hace particularmente difícil; pues bien, no queremos escapar de esa responsabilidad que nos han encargado y que Alberto Hurtado, en tiempos también muy complejos, supo escuchar y acoger.
Hoy Mensaje sigue particularmente abierto a tender puentes de diálogo, con honestidad, respeto y altura de miras. Estamos convencidos de que es el único camino para avanzar en un proyecto social perdurable y justo para todos.
Pero hay también otros puentes que deben ser tendidos entre los seres humanos. Se hace urgente superar la confusión de discursos y lenguajes que nos recuerda, por ejemplo, el pasaje de la torre de Babel (Gn 11, 1-9). Una de estas dificultades es el actual clima de polarización social que vivimos, donde no importa tanto lo que las personas dicen, sino quién lo dice. Da igual el mensaje; si es del propio grupo, será bueno; si es del grupo contrario, será malo. En este contexto, una tarea fundamental de esta revista debiera ser la promoción y celebración de las buenas propuestas, sin importar de donde vengan. Pero también debiera ser la advertencia de las iniciativas perniciosas, vengan de donde vengan. Asumir esto con seriedad es un compromiso con la búsqueda de la verdad. No es fácil ser fieles a este llamado. En tiempos donde la realidad se simplifica en exceso, una revista que presente diversidad en sus análisis y que acoja la complejidad de nuestra humanidad podría no ser del todo bienvenida ni acogida. Podría ser un medio incómodo, sobre todo en tiempos donde la gente busca más bien la confirmación de lo que piensa o de lo que afirman las múltiples redes sociales.
Esperamos que nuestro “Mensaje” no sea neutro, aunque incorpore muchas voces desde dentro y fuera de la Iglesia. Esperamos que, en el espíritu de Alberto Hurtado, la defensa de los excluidos y los que sufren sea un objetivo primordial. Esa es la perspectiva principal que ha asumido Mensaje a lo largo de sus 70 años de historia. Si pretendemos tender puentes en la sociedad, hacer comunidad, integrar, alcanzar participación, es imprescindible situarse junto a los excluidos. Si los puentes no llegan verdaderamente a todos, aunque sean muchos, la comunidad seguirá incompleta. MSJ