El 2024: El año del voto

Este año, el mundo tendrá la oportunidad de tomar el pulso a las aspiraciones y el estado de ánimo a alrededor de la mitad de la humanidad con derecho a voto.

Nunca antes, tantos y tantas tendrán la posibilidad de señalar sus preferencias políticas en las urnas. Unos dos mil millones de individuos emitirán sus votos en más de setenta países durante el 2024. Desde Estados Unidos a India, desde los veintisiete países que conforman la Unión Europea a México. El mundo tendrá la oportunidad de tomar el pulso a las aspiraciones y el estado de ánimo a alrededor de la mitad de la humanidad con derecho a voto. Ocho de los diez países más poblados tendrán comicios. Es una señal auspiciosa. Sin embargo, el derecho a emitir un voto no es sinónimo de democracia. Rusia, Nicaragua, Egipto e Irán son parte de una larga nómina de países en donde las elecciones no pasan de ser un ejercicio formal sin incógnitas en cuanto a los resultados.

Es paradojal que tal cantidad de comicios tenga lugar en un ambiente de creciente hostilidad hacia los sistemas democráticos. En muchos países, en diversas latitudes, se aprecia una creciente concentración de poder político en el ejecutivo, en detrimento de parlamentos y el poder judicial. Las encuestas muestran además un amenazante desencanto con el sistema democrático y, en especial, con los sistemas electorales. Esta condición es particularmente aguda entre los segmentos más jóvenes de la población. Es un fenómeno presente desde hace más de una década, que Larry Diamond, de la Universidad de Stanford, tipificó como una «recesión democrática».

El reciente auge de políticos populistas de extrema derecha descansa, en parte, en la desconfianza hacia las elites gobernantes. En los años dos mil, más de 70 por ciento de los incumbentes, en las principales democracias, fueron reelectos. Ahora, apenas 30 por ciento logra revalidar sus mandatos. Un cambio en todas las latitudes es el creciente interés por causas específicas y acotadas, como, por ejemplo, el animalismo. El rechazo a los partidos tradicionales es llamativo entre los segmentos más jóvenes del electorado. Muchos votantes juveniles, menores de 30 años de edad, estiman que no pueden cambiar sus sociedades, pero al menos pueden influir en ciertas políticas acotadas. Las encuestas electorales dan cuenta de esta tendencia tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos. La votación en Argentina, en noviembre, que dio la victoria a Javier Milei, se inscribe en esta tendencia. La frustración con el peronismo, que ha gobernado la mayor parte de las últimas cuatro décadas, y con la derecha establecida llevó a un alto porcentaje de jóvenes a dar una oportunidad a una nueva corriente. Es una expresión de la vieja consigna: «Que se vayan todos».

Es paradojal que tal cantidad de comicios tenga lugar en un ambiente de creciente hostilidad hacia los sistemas democráticos.

Para los expertos, esta masiva ronda de elecciones a lo largo y ancho del mundo será una prueba de fuego para las instituciones tradicionales. Ello, en condiciones de una creciente desigualdad social en las sociedades occidentales. El cambio de los balances internacionales, con el avance de nuevas potencias que ofrecen alternativas a los valores democráticos tradicionales, altera el panorama político. Francis Fukuyama llegó proclamar, en los noventa, que la conclusión de la Guerra Fría marcaba «el fin de la historia». Es decir, la victoria definitiva del sistema capitalista y, por lo tanto, la superación de los viejos antagonismos. La gran victoria ideológica del sistema dominante fue imponer la idea de que la democracia era la condición necesaria para el crecimiento económico de las sociedades. El fracaso del modelo soviético de desarrollo consolidó las grandes sociedades capitalistas como la vía más segura para lograr el bienestar. Fue un espejismo que se esfumó a medida que China logró la mayor acumulación de riqueza en los plazos históricos más breves.

Para los optimistas, el tsunami de elecciones venideras es, por sí mismo, una señal esperanzadora. Pero no todas las votaciones consolidan a los sistemas que las convocan. Como se ha visto, en forma creciente, los votos han ungido a líderes autoritarios que erosionan libertades y derechos, menoscabando la calidad de la democracia. Incluso hay quienes temen que tras la cadena de comicios el mundo enfrentará un desgaste mayor del sistema democrático. La Global State of Democracy Initiative, auspiciada por Suecia, detectó que 2023 mostraba el sexto año consecutivo en que los sistemas democráticos mostraron declinaciones en la mitad de los países investigados: este era el mayor retroceso desde que se iniciaron las investigaciones en 1975.

Las elecciones son claves para recoger las preferencias ciudadanas. De allí que, hasta las dictaduras más duras, ajenas al sentimiento mayoritario, convocan a elecciones. Su objetivo no es interpretar la voluntad popular. Las realizan para cubrirse con el aura de un mandato. Desde una perspectiva ideológica, Estados Unidos ha sido el gran promotor de las virtudes de la democracia liberal. Pero ya durante el gobierno del presidente Donald Trump, caracterizado por políticas populistas, se observaron intentos por modificar las circunscripciones y el padrón electoral para cancelar a ciertos votantes. Ello redundó en un deterioro de la calidad democrática. En todo caso, los comicios estadounidenses son los más importantes, pues determinarán el curso de la primera potencia mundial y además gravitarán con fuerza en el resto del mundo.

ELECCIONES POR DOQUIER

Los primeros comicios del año tendrán lugar en Taiwán. Es una elección, el 13 de enero, en que el tema clave es la relación con China, país que reclama la isla como parte de su territorio, a la que califica de provincia rebelde.

El gobernante Partido Demócrata Progresista (PDP) puntea en las encuestas con su candidato, Lai Cheng-te, actual vicepresidente del Gobierno de Tsai Ing-wen, con un discurso independentista frente a los reclamos de China por la soberanía sobre Taipéi, alegando que el futuro político de la isla compete a una decisión de sus propios ciudadanos.

En la oposición está el histórico Kuomintang, que luego de ser derrotado en la guerra civil contra los comunistas, se refugió en la isla. Este partido tiene vínculos más cercanos a Beijing y acusa al PDP de impulsar la independencia formal de Taipéi con China continental. El Kuomintang coincide con los comunistas en un factor crítico: hay una sola China. Discrepan, claro, sobre quién debe gobernarla. Beijing ha señalado que una declaración de independencia por parte de Taiwán desencadenaría una acción militar por su parte para impedirla.

En la India, la democracia más poblada con más de 1.400 millones de habitantes, habrá comicios nacionales en mayo. En ellos, el actual primer ministro Narendra Modi, a la cabeza de su partido nacionalista indio Bharatiya Janata, aparece como el claro favorito para lograr un tercer mandato. Su popularidad es formidable, merced a los éxitos económicos de su gestión. Hay, sin embargo, una sombra autoritaria que recorre su gestión con una creciente intolerancia hacia las minorías, especialmente hacia los musulmanes. En el país opera un vasto movimiento social y cultural que proclama el supremacismo hindú, estimulado por Modi desde hace mucho, y se vislumbra el riesgo de que la India se convierta en lo que ha sido tipificado como un Estado etno-nacionalista. Por lo pronto, existe inquietud por presiones sobre el poder judicial y veladas restricciones a la prensa crítica.

AMÉRICA LATINA

Las elecciones presidenciales en México y Venezuela acaparan el interés, pero también tendrán lugar en El Salvador, donde se da por descontada la victoria de Nayib Bukele, que exhibe una popularidad que ronda el 90 por ciento de las preferencias.

En Uruguay el izquierdista Frente Amplio aparece como favorito. También habrá comicios en Panamá y en la República Dominicana.

En México, las encuestas apuntan a un triunfo neto del continuismo en México. La nominada (destapada) del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Claudia Sheinbaum, lleva claras ventajas frente al conjunto de partidos de distintos tintes derechistas que postulan a la candidata Xóchitl Gálvez. La única certeza para los comicios del 2 de junio es que México tendrá una mujer en la primera magistratura por primera vez en su historia. Ambas candidatas representan polos muy distantes. El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el principal partido que respalda a Sheinbaum, propone la continuidad del estatismo que ha caracterizado a AMLO y que su gobierno ha rotulado como la Cuarta Transformación. En cambio, el Frente Amplio que incorpora al histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI), al Partido de Acción Nacional (PAN) y al Partido de la Revolución Democrática (PRD), promueve una liberalización de la economía y en especial del estratégico sector energético.

En tanto, en Venezuela, Nicolás Maduro buscará un tercer mandato enfrentando a una vasta coalición opositora encabezada por María Corina Machado que, de momento, se encuentra inhabilitada de participar. Machado, que representa la postura más intransigente frente al gobierno, barrió en las elecciones primarias de las organizaciones opositoras, recogiendo más de 90 por ciento de los votos de los casi dos millones y medio de participantes.

Maduro movilizó al electorado con un referendo de cinco preguntas sobre la reclamación venezolana de anexar la vasta región del Esequibo, que hoy forma parte de Guyana. Según el gobierno, más de diez millones de votantes respaldaron la postura del madurismo el 3 de diciembre. Sectores opositores alegan que esta cifra es exagerada.

ÁFRICA Y LA MARCA DE LOS GOLPES DE ESTADO

Un tercio de los Estados soberanos del continente africano irá a las urnas, tras un año marcado por varios golpes de Estado. Siete golpes de Estado militares han tenido lugar en los últimos tres años, especialmente en la región subsahariana del Sahel. Muchas elecciones han sido denunciadas como fraudulentas, La elección más importante, en todo caso, es la que está prevista en Sudáfrica, aunque aún no tiene fecha precisa este año. Todo indica que el vencedor será el actual presidente Cyril Ramaphosa, el candidato del Congreso Nacional Africano (CNA). Este partido, encabezado por Nelson Mandela. fue el principal opositor al régimen de discriminación racial, conocido como el apartheid impuesto por la minoría blanca hasta 1992. Las encuestas señalan que han quedado atrás los días de las holgadas victorias del CNA, aunque aún lleva la delantera. En la actualidad Sudáfrica vive una severa crisis económica y enfrenta serias dificultades en la generación eléctrica.

LA UNIÓN EUROPEA, EVALUANDO LA MEMBRESÍA

La mayoría de los votantes europeos, 72 por ciento de los 27 mil encuestados por el Eurobarometer, considera que la membresía de la UE ha sido positiva. Esta opinión será sometida al examen de las urnas en los veintisiete países miembros entre el 6 y el 9 de junio, cuando serán elegidos los 705 miembros del del parlamento europeo, el único órgano de la UE que es elegido en forma directa. Un buen augurio para la instancia europea es que el grueso de los 400 millones de votantes estima que el bloque es importante y quieren sufragar. Ello representa un cambio frente a la apatía de comicios anteriores. Pero todavía los llamados euroescépticos detentan un caudal de votantes significativo. Sin embargo, ya no reivindican un Brexit, como en algún momento fue postulado en Italia, Francia y otros países.

Temas relativos a la guerra ruso-ucraniana han fortalecido la percepción pública de que la UE es indispensable para la seguridad del viejo continente. También hay mayor conciencia de que los problemas migratorios, así como los ambientales, requieren de una efectiva concertación regional e internacional. Asimismo, es evidente que ningún país tiene una gravitación comparable a la suma de países con un mercado e iniciativas comunes. Una tendencia a lo largo y ancho de Europa es el rápido avance de las fuerzas de ultraderecha. Ya gobiernan en Italia y Holanda, y tienen una presencia decisiva en varios países nórdicos. Algunos analistas advierten que en muchos sentidos las elecciones al parlamento europeo son, en la práctica, veintisiete elecciones nacionales dictadas por la situación concreta de cada país más que sobre metas colectivas.

Finalmente, también habrá elecciones en Rusia, en marzo, donde Vladimir Putin vencerá sin contrapesos, una vez más. El principal líder opositor, Alexéi Navalni, está tras las rejas en una cárcel remota. La prensa está censurada y el grueso de los disidentes no tienen cabida en los medios de comunicación masivos. Más que una elección, es un ritual. El rostro político del planeta, en todo caso, se develará a medida que sean abiertas las urnas a lo largo del año que comienza.

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