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Las actuales tareas respecto de las demandas de la mujer, claramente no son un problema femenino, sino de una situación que nos atañe a todos y que nos obliga a replantear la definición de la sociedad en que decidimos vivir. La expresión de estas demandas dejó atrás su condición de «moda». Se transforma ahora en un movimiento político-social y cultural, lo cual debiera configurarlo como un catalizador de cambios. Al mismo tiempo, en Chile existen miles de casos de denuncia en distintos organismos institucionales destinados a resguardar la seguridad e integridad física de quienes son maltratadas. Lamentablemente, muchos de esos casos aguardan años sin respuesta ni garantías de ser procesados debidamente.