Nataniel Cox Méndez: Frágil y poderoso

Un libro de reciente aparición rescata la obra de Pug, ilustrador chileno de comienzos del siglo XX que, en una muy corta existencia, retrató la vida diaria y a sus contemporáneos con agudeza y un particular sentido del humor.

Truncadas prematuramente por una enfermedad cardiaca, la vida y obra de Nataniel Cox Méndez han quedado registradas en un conjunto de ilustraciones que dan cuenta de los talentos e inquietudes que desarrolló como testigo del tránsito del siglo XIX al XX en Chile.

Protagonizadas tanto por ciudadanos comunes que debían lidiar con la cotidianidad como por conspicuos políticos que decidían entonces el devenir del país, esas obras han sido reunidas en un libro de reciente aparición que destaca precisamente la habilidad del artista para sobresalir en «la pujante escena del arte gráfico» local en «apenas tres años», el tiempo que alcanzó a durar su carrera.

El volumen anuncia desde su título la brevedad de esa trayectoria: Nataniel Cox Méndez, Pug. Fugaz ilustrador de la modernidad (Ediciones Mac-Kay). Impulsada por el periodista Claudio Aguilera y el gestor cultural Pedro Maino, la compilación presenta a través de textos e imágenes la biografía del autor y las cualidades que convirtieron su trabajo en un legado inconfundible.

Miembro de una familia de migrantes ingleses y nieto del médico Nataniel Cox —cuyo nombre designa una de las calles del centro de Santiago—, el artista nació en 1881 y murió en 1908, a los 27 años. Se crio entre varios hermanos que participaron activamente en el quehacer público de la época —ya fuera por medio del arte, la agricultura, la política o el periodismo— y fue un niño que dio pronto señales de sus intereses, como afirma Pedro Maino en el libro.

«Nataniel eligió tempranamente el lenguaje a partir del cual desarrollar su temperamento y entrar en escena: el dibujo», dice, y agrega que su obra es «una pieza clave de ese enorme repertorio con que esta familia ha enriquecido el arte y la cultura de Chile».

VIDA AL AIRE LIBRE Y TRENES

Otras grandes pasiones de Pug (el tercero y más reconocido de sus seudónimos) fueron la vida al aire libre y los trenes. El ilustrador se representó a sí mismo junto a locomotoras e hizo de los medios de transporte uno de los temas de sus escenas: «Hijo de un siglo que aún estaba aprendiendo a convivir con los adelantos de la tecnología y miraba con sorpresa cómo durante la segunda mitad del siglo XIX las vías férreas iban estrechando las distancias hasta trasformar a Chile en un largo y extenso riel, Pug encontró en la locomoción pública, los andenes, los tranvías y las estaciones material para retratar a sus compatriotas. Incluso para autorretratarse», escribe Claudio Aguilera.

Nataniel Cox Méndez dio sus primeros pasos en El Diario ilustrado, donde era responsable de la sección «La semana cómica», y luego formó parte del equipo fundacional de la revista Zig Zag, semanario en el que elaboraba viñetas y los retratos de la contraportada. Su paso por ambos medios comprende entre 1902 y 1905, y a ese periodo corresponden las ilustraciones contenidas en el libro. En blanco y negro y color, las imágenes reflejan su buen ojo para captar los rasgos físicos y sicológicos de sus personajes y los asuntos que podían generar mayor atención entre los lectores; es decir, catástrofes naturales, contingencia política, huelgas y actividades culturales.

Hablando de su estilo, Aguilera dice que este involucró, especialmente en el periodo que permaneció en Zig Zag, la «observación aguda de los modos de sus contemporáneos», un «dibujo de gran precisión y elegancia», y un «marcado gusto por un humor basado en juegos de palabras».

Pug era irónico, cómo no, y se fue especializando con el tiempo en aquello que define una caricatura: la deformación o distorsión de la apariencia para destacar su personalidad o los diferentes roles que desempeñaban sus retratados. En el libro se comenta, al mismo tiempo, que nunca fue ofensivo, aunque no faltó quien se sintiera insultado por sus creaciones.

Se fue especializando con el tiempo en aquello que define una caricatura: la deformación o distorsión de la apariencia para destacar su personalidad o el rol que desempeñaban sus retratados.

Ocurrió una vez con barquillero —uno de los tipos populares o callejeros que integran su galería de personajes— que, muy disconforme con la imagen que Pug proyectó de él, llegó hasta la revista a reclamar, consumido por la ira. Se sentía víctima de una burla, pero se conformó con las explicaciones que le dio el director, Joaquín Díaz Garcés, quien lo convenció del impacto favorable que el retrato tendría en su emprendimiento.

«Además de sus dibujos impresos en El Diario Ilustrado y la revista Zig Zag, poco queda del paso de Pug por la historieta chilena. Su acta de defunción, fechada el 22 de mayo de 1908, señala escuetamente angina como causa de muerte y anota ninguna en la línea destinada a la profesión. Para los registros oficiales, Cox nunca fue Pug. El Museo Histórico Nacional conserva los escasos originales que han llegado hasta nuestros días. En uno de ellos se le ve nuevamente, radiante y pleno, a un costado de una línea férrea vestido con el atuendo de maquinista que solía utilizar. En la misma imagen, pintada con acuarelas de tonos cálidos y luminosos, aparece esta vez conduciendo una gran locomotora, símbolo, como lo habían establecido algunas décadas antes los pintores impresionistas, de la fugacidad y vértigo de la vida moderna», concluye Aguilera.

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