Estudio pionero de la Corporación 3xi y Criteria Research examina en qué ámbitos se manifiestan en nuestro país las posturas más distantes de un diálogo razonado(*).
El que la Real Academia de la Lengua (RAE) haya elegido «polarización» como «la palabra del año 2023» es indicativo de cómo ese concepto ha ganado preponderancia en nuestro tiempo. Cada año, esa institución elige una palabra por su presencia significativa en los medios de comunicación en el mundo. En esta oportunidad, escogió esa expresión, consignando en su boletín oficial del 27 de diciembre que «en los últimos años se ha extendido el uso de esta voz —«polarización»— para aludir a situaciones en las que hay dos opciones o actividades muy definidas o distanciadas, en ocasiones con las ideas implícitas de crispación y confrontación». En nuestro país, de hecho, advertimos que un clima de polarización está impidiendo un diálogo adecuado respecto de las grandes tareas nacionales.
Consciente de la importancia de afrontar esto último, la Corporación 3xi ha cumplido seis años organizando conversaciones entre personas que no se conocen o que tienen posturas distintas: se trata de los llamados «encuentros entre pares improbables», que hasta el momento han reunido a más de ocho mil participantes. De esas experiencias hemos comprobado que quienes están en caras aparentemente opuestas de una moneda y no se conocen, tienden a tener percepciones mutuas que reproducen estereotipos, y tienden también a desconfiar.
Corresponde preguntarse entonces cuáles son las diferencias de opinión que nos separan, y cuáles son las percepciones, prejuicios y desconfianzas que más afectan la convivencia. Saber esto puede contribuir a disminuir las polarizaciones. Entender estos prejuicios cruzados es útil para identificar puntos de acercamiento.
En este marco, 3xi y la consultora Criteria establecieron una alianza estratégica para avanzar en la comprensión de las posibles fuentes de polarización de la sociedad chilena: importan las crecientes brechas, porque ponen en riesgo la cohesión social y, con ello, el propio bienestar de todos. Esta motivación fue el impulso para lanzar el Primer Estudio Nacional de Polarizaciones. Se trata de avanzar en la comprensión de cuáles son las percepciones, los prejuicios y las desconfianzas mutuas, para así identificar puntos de encuentro.
Para diseñar la investigación se revisó, entre otros, el trabajo que realiza Pew Research Center y More in Common. Pew investiga desde 1994 en EE.UU. la distancia entre las posiciones de demócratas y republicanos, revelando que los estadounidenses están más divididos ahora que hace unos años. More in Common, en tanto, aborda los prejuicios cruzados entre oponentes políticos en EE.UU. para conocer la distancia entre dichos estereotipos y la realidad, como parte de estudios de brechas de percepción, en el marco de la investigación sobre tribus ocultas.
La hipótesis es que una fuente importante de polarizaciones son las desconfianzas, las falsas creencias o el desconocimiento sobre los que están al otro lado de un binomio. Y la polarización, en su significado original, es una metáfora espacial que sugiere un desplazamiento hacia los extremos. Se manifiesta como un pensamiento dicotómico, en que las complejidades se simplifican en un «nosotros contra ellos», lo que es un constructo mental. Cuando nos polarizamos, cargamos de intenciones, significados, etiquetas y prejuicios a los que piensan distinto. La polarización apela a nuestros instintos, somos secuestrados por una dinámica visceral, en la que la razón puede verse opacada.
La polarización suele vincularse principalmente con el ámbito político y entonces se habla de la «polarización política». Sin embargo, en las sociedades contemporáneas este fenómeno no se limita exclusivamente a la dicotomía entre izquierdas y derechas. Se manifiesta también en divisiones entre políticos y ciudadanos, inmigrantes y chilenos, jóvenes y personas mayores, hombres y mujeres, empresarios y trabajadores, entre otros clivajes sociales. Se trata acá de la «polarización social».
En este estudio es posible concluir que, en materia política, la media de polarizaciones es de 31 puntos porcentuales (en una escala de 0 a 100), mientras que la media en los temas y clivajes sociales es de 18 puntos.
El estudio busca ampliar la perspectiva de la polarización, reconociendo y explorando sus manifestaciones en diversas facetas del entramado social, lo que hemos llamado «polarizaciones sociales».
La polarización necesita combustible para mantenerse viva. Reconozcámonos como parte de la dinámica de polarización en temas políticos, sociales, religiosos o incluso deportivos. Podemos ser el polarizador, que se posiciona en el lugar de quien posee la verdad sin dudas. Puede que asumamos el rol de adepto o seguidor (no hay polarizador sin seguidores) y optar por sumarnos al juego. Por desinterés o conveniencia, podemos ser parte de los que no toman partido, que se convierten en el principal objetivo de los polarizadores. O podemos elegir ser un facilitador de entendimiento, buscando el diálogo, suavizando el tono, mostrando matices, nutriendo con nuevas aristas, ampliando la mirada, favoreciendo el encuentro desde la diferencia de opiniones.
En Chile vivimos un proceso de polarización, entendido como el distanciamiento entre las opiniones de dos segmentos con posiciones opuestas. Es natural que exista tal distancia, pero cuando esta crece sistemáticamente a lo largo del tiempo, surge el riesgo de la incomunicación y crece la conflictividad. La incapacidad de los actores políticos de construir acuerdos para enfrentar problemas cruciales del país (como las pensiones) es una señal de polarización. Sin embargo, es posible que este proceso también se esté dando en la esfera de la vida cotidiana, en el contexto de las relaciones diarias entre ciudadanos identificados políticamente.
El Primer Estudio Nacional de Polarizaciones tiene como objetivo observar cómo evoluciona la distancia entre las opiniones de personas identificadas con visiones políticas opuestas. La idea es realizar mediciones periódicas, pidiendo a los encuestados que manifiesten su acuerdo o desacuerdo con un conjunto constante de frases y, de esta forma, realizar un monitoreo a lo largo del tiempo.
Cuando la distancia entre el porcentaje de personas de izquierda y el de derecha que está de acuerdo con una idea es poca, estamos ante un conjunto de personas de ambos sectores que comparte esa idea. Cuando esos porcentajes se distancian, ese grupo se transforma en un conjunto vacío.
En esta medición, en política, uno de los temas con más diferencia de opinión entre las personas de derecha de las de izquierda es la evaluación del periodo posterior al Golpe de Estado.
También se observan diferencias en materias económicas y derechos o libertades.
Este Primer Estudio de Polarizaciones es también una oportunidad para observar cómo algunas de nuestras percepciones sobre «ellos», o las percepciones de «ellos» hacia «nosotros», pueden estar sesgadas y distorsionadas. A este fenómeno llamamos «polarización subjetiva» y es una influencia importante en nuestras percepciones, alimenta la polarización y, por ende, sirve como fuente de desencuentro. Se trata de la brecha entre lo que realmente piensa un grupo y lo que el grupo opuesto cree que piensa el primero.
Por ejemplo, se midió el porcentaje de personas en la derecha que está de acuerdo con la idea de prohibir completamente el aborto y, en paralelo, se preguntó a las personas de izquierda qué porcentaje de personas de derecha creen que está de acuerdo con esa frase. Solo el 44% de las personas de derecha está de acuerdo con prohibir completamente el aborto; sin embargo, las personas de izquierda creen que el 75% de las personas de derecha está de acuerdo con esta frase. Esto representa una brecha subjetiva de 31 puntos, lo que grafica el espacio de sorpresa potencial que tiene una persona de izquierda al descubrir que la postura antiaborto en la derecha no es tan fuerte como creía.
A estas brechas las llamamos «polarizaciones subjetivas» y constituyen un fenómeno que, si bien está relacionado, es autónomo a la distancia simple entre las opiniones de personas de izquierda y derecha.
Es negativo para el país que exista una distancia muy grande entre las opiniones de las personas de izquierda y derecha, por el conjunto vacío que se produce en el medio, pero la situación es aún peor si ambos grupos tienen, además, imágenes distorsionadas el uno del otro. Las polarizaciones subjetivas nos hablan de la desconexión entre personas o de cómo operan los sesgos cognitivos que llevan a aplicar estereotipos para atribuir líneas de pensamiento a los otros. Así, el segundo objetivo de este proyecto es observar cómo evolucionan las distancias entre las opiniones y las atribuciones de opiniones. En otras palabras: las polarizaciones subjetivas.
En un segundo caso se observa un acuerdo entre izquierdas y derechas en términos de opinión, pero no así en la subjetividad. En ambos lados hay muy pocas personas de acuerdo respecto de eliminar todas las restricciones de ingreso de inmigrantes, sólo el 26% de las personas de izquierda y el 30% de las de derecha. Sin embargo, las personas de derecha creen que el 59% de las personas de izquierda está de acuerdo con esta idea. Es una brecha subjetiva de 33 puntos.
Es negativo para el país que exista una distancia muy grande entre las opiniones de las personas de izquierda y derecha, por el conjunto vacío que se produce en el medio, pero la situación es aún peor si ambos grupos tienen, además, imágenes distorsionadas el uno del otro
En el caso de las polarizaciones sociales, en general, hay consenso en términos de lo que declaran unos y otros, salvo en los casos de diferencia generacional y migración. Mientras el 68% de los jóvenes, entre 18 y 29 años, está de acuerdo con la frase «las generaciones mayores no entienden los desafíos que la sociedad debe enfrentar hoy en día», solo el 18% de las personas de 60 años o más está de acuerdo. Es decir, una brecha de 50 puntos.
Otro caso de brecha relevante se produce en el ámbito de la inmigración. Mientras el 89% de los inmigrantes está de acuerdo con la frase «los migrantes son un aporte importante al desarrollo económico y social del país», solo el 45% de los no migrantes está de acuerdo. Es una brecha de 44 puntos.
Aun cuando haya consensos en lo que se declara, la diferencia aumenta cuando se observa lo que se percibe del otro, especialmente considerando los grupos invisibilizados o tradicionalmente más alejados del poder, como mujeres, personas de bajos ingresos, pueblos indígenas, o inmigrantes. Por ejemplo, pocas mujeres y pocos hombres se manifiestan de acuerdo con la frase «el cuidado de los niños debe ser responsabilidad principalmente de la madre» (18% de las mujeres y 27% de los hombres). Es decir, hay consenso en rechazar esta idea. Sin embargo, lo que las mujeres perciben es que el 65% de los hombres está de acuerdo con que el cuidado debe recaer principalmente en la madre. Se trata de una brecha subjetiva de 38 puntos. Es una invitación a entender la polarización.
Esta encuesta es el primer paso de un proyecto de largo plazo de mediciones periódicas sobre polarizaciones. Estas mediciones nos van a permitir observar en el tiempo si estas desconexiones intersubjetivas crecen o se reducen.
(*) Por razones de espacio, en estas páginas presentamos solo un breve resumen de este estudio. La versión completa está en https://3xi.cl/estudio-polarizaciones/