“Están preocupados por su estabilidad”, alerta el Patriarca caldeo. “Si el conflicto entre el gobierno y los kurdos deriva en guerra, los civiles pagarán el precio”.
La vuelta de los cristianos del norte de Irak ya es una realidad; 30.824 personas han vuelto a las ciudades de la Llanura de Nínive y están en proceso de recuperar sus casas, dañadas y destruidas por el Daesh.
Sin embargo, la delicada situación política de Irak, en lo referente a las disensiones entre el gobierno central y las milicias del Kurdistán, requiere de una implicación a escala internacional para garantizar la seguridad de la población civil, en especial la de las minorías religiosas.
El Patriarca de la Iglesia católico-caldea, cardenal Louis Raphaël I Sako, expuso en la Conferencia de Roma la situación actual de los cristianos de Irak: “Están preocupados por su estabilidad, seguridad y también por volver a experimentar los robos, las violaciones, torturas y asesinato… algo que ha sido muy frecuente en el pasado”.
El pasado verano, la Llanura de Nínive fue liberada del Daesh. Sin embargo, los pueblos y ciudades cristianas de esta región están divididos entre el gobierno regional del Kurdistán iraquí (KRG) y el gobierno central iraquí (ICG). Telkef, Bartella, Karamless, Alqosh y Qaraqosh están controladas por la armada iraquí y por Al-Hashd Al-Sha’by (movilización popular chiita); mientras Telleskuf, Baqofa, Batnaya, Bashiqua y Bahzani están controladas por los Peshmerga (milicias del Kurdistán).
Monseñor Sako hizo alusión directa a toda la comunidad internacional como una llamada de implicación, a escala global, para encontrar un remedio a la inestabilidad: “Espero que la comunidad internacional dé lo mejor de sí para encontrar una solución al dilema entre el gobierno del Kurdistán y el gobierno central iraquí, ya que, si esto deriva en guerra, los civiles pagarán el precio”.
Planteada la situación, el Patriarca caldeo enunció brevemente las necesidades de los cristianos, para asegurar así un futuro libre de violencia y sin miedo a una nueva invasión. En su discurso destacó la importancia de la educación, el respaldo político y la garantía de seguridad y estabilización de las zonas liberadas.
No se olvidó de mencionar y agradecer la ayuda recibida. La Iglesia ha acompañado en todo momento a los cristianos y demás minorías desplazadas, garantizando su supervivencia y también su dignidad: “Me gustaría expresar mi más sincero agradecimiento hacia aquellas personas que nos han ayudado a sobrevivir a esta trágica situación. Mi agradecimiento especial a Ayuda a la Iglesia Necesitada, por su apoyo, compromiso y por mostrar una solidaridad auténtica”.
La esperanza de futuro se asienta en sus raíces más profundas. Monseñor Sako, como representante de la Iglesia caldea, habló en nombre de todos los cristianos, firmes en la fe.
La confianza en Jesucristo les ha dado fuerzas para seguir en su tierra, pensando en reconstruirla con sus propias manos: “Entendemos la fe como un viaje hacia la luz que puede dirigir el camino. Es como una lámpara que arde y se vuelve alegría, que ilumina nuestra noche. Con esta fe podemos superar miedos a través de nuestras oraciones diarias, mientras esperamos nuestra esperanza bienaventurada”.
Los cristianos refugiados de Irak necesitan reconstruir sus vidas. www.ayudalesavolver.org
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Fuente: www.ayudaalaiglesianecesitada.org / www.periodistadigital.com/religion