El Dios comunitario de Jesús

El Evangelio que anunciamos las mujeres: Jesús nos habló de un Padre amoroso, pura bondad y misericordia, preocupado y ocupado de toda la creación, incluida la humanidad entera.

Domingo, 12 de junio de 2022
Lectura del santo evangelio, según San Juan 16, 12-15.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.

Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.

Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.

Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: ‘Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes’”.

El domingo celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. Gran misterio y dogma de la Iglesia. ¿Dios trino, un solo Dios, Dios comunidad? ¿Cómo lo experimentamos nosotras, nosotros? ¿Qué nos ayuda para vivir nuestra fe? ¿A quién nos dirigimos cuándo oramos? Esta experiencia de un Dios Trino la experimentaron las primeras comunidades cristianas y esta quedó reflejada en las palabras de Jesús en los Evangelios. Más tarde, en el Concilio de Nicea, lo establecieron como dogma. Quedémonos con las palabras que Jesús nos comunicó.

Jesús nos habló de un Padre amoroso, pura bondad y misericordia, preocupado y ocupado de toda la creación, incluida la humanidad entera. Jesús se experimenta como el Hijo, el predilecto, el que es uno con el Padre, quien lo ve a Él, ve al Padre. Él es el enviado por el Padre y dice y hace lo que el Padre le pide. Él es el camino para llegar al Padre y vino para enseñárnoslo. Este Hijo nos hace sus hermanos, hermanas, e hijos e hijas del mismo Padre, que también tiene entrañas de Madre.

Los domingos anteriores, especialmente el pasado domingo de Pentecostés, lo hemos dedicado a conocer a la tercera persona de esta comunidad trinitaria, al Espíritu Santo, al Espíritu del Padre y del Hijo. En el evangelio de hoy, Jesús está pronto a partir de este mundo, está en la cena de despedida, y sabe que a sus discípulos les faltan muchas cosas por aprender y comprender, que Él no les ha podido enseñar todo. Les surgirán dudas, discusiones, pero las soluciones no las encontrarán solo con un debate intelectual y humano.

Entonces les promete que vendrá el Espíritu de la Verdad, la Ruah para que puedan comprender todo lo que han vivido a su lado y los llevará “a la verdad plena” porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído del Padre y de Jesús, porque “todo lo que es del Padre es mío”, dice Jesús.

¿Cómo entender este misterio? Creo que no tratemos de entenderlo sino vivirlo de la manera en que el mismo Dios se nos revela mediante la Ruah, a cada una, a cada uno. No olvidemos que es un Dios en relación.

Lo importante es que Jesús no nos abandona, como tampoco abandonó a sus discípulos, nos deja su Espíritu con sus dones y carismas para que nos ayude a vivir plenamente nuestra fe en este peregrinar que a veces tiene alegrías y a veces grandes dolores, como los estamos viviendo hoy, guerras, pandemia, violencia generalizada, la situación actual de la Iglesia… Pidamos la Ruah que nos guíe hasta “la Verdad plena”. El Papa Francisco nos recomienda que pidamos con mucho fervor y con nuestras propias palabras: “Ven, ven, ven, Espíritu Santo”.

Entonces, quedémonos con este Dios Comunitario que nos invita a vivir en comunidad, amándonos como hermanos, con el amor con el que Él nos ama y cuidándonos como Él nos cuida y nos protege bajo sus alas, como ora un salmo.

“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”, cuando lo oremos no lo repitamos por rutina, sino teniendo presente el significado de las palabras de Jesús que nos envía a bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Así sea.


Fuente: https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile

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