Jesús quiere asegurarse de que comprendamos que el alimento que él nos da es el alimento que necesitamos.
Domingo 19 de agosto
“Coman, hijas” (Juan 6,51-58)
Llevamos casi un mes escuchando a Jesús hablar en su evangelio de “comida, alimento, pan, carne”, insistentemente nos dice que tenemos que alimentarnos. El evangelio de Juan se caracteriza por ser repetitivo con las palabras y las ideas, es como si Juan quisiera asegurarse de que “comprendamos”, “que grabemos en el corazón”, “que nos adhiéramos” a la palabra de Jesús, escuchando: coman, yo soy pan, yo soy carne.
Qué femenina esta preocupación de Jesús, es como escuchar a nuestras abuelas y madres: “coma hija”, o como la abuelita Elena en la película Coco, que le da a Miguelito unos cuantos tamales y no hay espacio para decir “no”. Así es Jesús, quiere asegurarse de que comprendamos que el alimento que él nos da es el alimento que necesitamos. Pero como conocemos a Jesús, él tiene una pedagogía particular y en este capítulo 6 de Juan, es tremendamente complejo, con razón el próximo domingo escucharemos decir, a las personas que lo seguían “es duro este mensaje, quien puede escucharlo”.
Jesús nos va introduciendo poco a poco en la profundidad de su mensaje, en él todo es proceso. Por eso mismo, puede ser posible entender y entusiasmarse con la multiplicación de los panes, es un alimento material, tangible y lo vemos; luego la cosa se vuelve un poco más compleja, nos habla del pan bajado del cielo, podemos seguir comprendiendo un poco más, sabemos que Dios alimentó al pueblo, en el desierto, con el maná; pero ya no es solo un pan, “Él es ese Pan”, es el Pan de vida, esto sí que es difícil de comprender, humanamente hablando.
Pero cuando la situación se vuelve totalmente incomprensible es este domingo, ya no solo es Pan, ahora nos dice que nos da de comer y beber “su carne y su sangre”, y es ahí donde muchos se alejan. Juan no tiene la institución de la eucaristía, como la encontramos en los evangelios sinópticos, y a partir de este evangelio y del “Lavado de los pies” podemos fundamentar la eucaristía desde este evangelista. Es así como en cada eucaristía escuchamos: “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre”, “soy yo que se ofrece como alimento”, y así hacemos memoria de la entrega de una vez y para siempre de Jesús. Pero las quiero invitar a que más que hacer memoria de la eucaristía como sacramento, hagamos memoria de la dimensión eucarística de estas palabras, Jesús es pura ofrenda, vida entregada en plenitud, no se ha guardado nada para sí, ha entregado hasta la última gota de su sangre, dejando su corazón totalmente abierto.
Esta dimensión eucarística de Jesús, tiene nuevamente algo muy femenino, totalmente maternal, ¿quién es la que da su cuerpo y sangre para que otro/a tenga vida?, pues, la mujer, que durante nueve meses ofrece su cuerpo para que otro y otra se haga carne en ella. Me he preguntado: ¿Jesús, se habrá imaginado en el vientre de María?
Este evangelio me invita a recuperar la dimensión eucarística que tiene la vida con toda su cotidianidad, a sacar a Jesús del templo, a sacarlo inclusive de la eucaristía, que, tristemente, a veces, está demasiado centrada en la persona del sacerdote. ¡Vamos pensando! – en lo que es “hacer eucaristía” en lo cotidiano, en lo que es la entrega, el alimento compartido, en lo que es permanecer fiel, sobre todo en las crisis, en lo que es vivir por Jesús y vivir para otras/os. Hagamos memoria de nuestros sencillos “banquetes” en los barrios, una tacita de té y un pedazo de pan, o la buena sopaipilla. Pero también en la sangre derramada de nuestros mártires de América Latina, y cómo no recordar a Oscar Romero, que se atrevió a atravesar sus propios temores, a escuchar el sufrimiento de su pueblo y sacó a Jesús del templo y es así como entregó su carne y su sangre. Digámosle a Jesús, “haznos ofrenda, Señor, hoy contigo… que valientes podamos romper actitudes que matan la vida que nos llenan de miedo y nos quitan la fe” (como dice la canción de Cecilia Rivero rscj, Ofrenda fecunda).
Jesús dio su carne y su sangre a todos y todas, nosotras las mujeres también estamos llamadas a “ser” y “hacer” eucaristía para otros/as. Somos a quien más nos importa que los otros y otras se alimenten: “¡coma hija, coma hijo!, no vaya a adelgazar…”.
¿Qué eucaristía hemos celebrado? ¿Qué eucaristía quiero celebrar? ¿Qué alimento quiero entregar?
* Queridas hermanas, queridos hermanos, les enviamos una nueva homilía del Evangelio que anunciamos las mujeres. Nos alegramos y agradecemos los ojos y la voz nueva de mujeres que se atreven a decir y orar el evangelio para nuestras comunidades. Estas van enriqueciendo nuestra capacidad de comprender y ampliar el mensaje de la Palabra, el mensaje de Jesús. Les invitamos a escuchar, meditar y compartir esta homilía, que nos invita a salir del silencio y hacernos profecía viviente con toda la fecundidad que hay dentro de nosotras. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook, Mujeres Iglesia Chile, y en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/
_________________________
Fuente: https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile/