Lo importante es guardar en el interior las enseñanzas, eso no te lo roba nadie.
Domingo 21 de julio
“…Ha escogido la mejor parte y no le será quitada”
Lucas 10, 38-42
Si traslado el texto del Evangelio a lo personal, debo compartir que esta lectura formó parte de momentos decisivos, dentro de un tiempo de discernimiento de mi vida. Como a muchas y muchos les habrá pasado, por circunstancias familiares y económicas tuve que someterme —con toda la amplitud del concepto— a todo el quehacer que mi familia necesitaba para poder subsistir y, al mismo tiempo, confrontar esta realidad ineludible con lo que yo sentía.
Viviendo la obligación del “tener que ser y hacer”, yo me sentía cada día más “Marta”, pero en mi interior, sentía el deseo de ser más María, quería profundizar en el saber quién era este Jesús que solo tenía en mi conciencia, cuando de niña hice mi primer contacto con Él por la primera comunión. Pero ya no era esa niña pequeña, ya era parte del mundo de los adultos (aunque no en edad, sí en responsabilidad). Quería saber si este Jesús era solo para el tiempo de niñez o si aún en mis 17 había algo para mí, algo que me pudiera enseñar, algo que me pudiera servir para el día a día, para poder responder la pregunta para qué vivía yo.
Sentía el vacío de vivir haciendo, haciendo y haciendo; ya fuera por el Liceo, por el trabajo, por ser buena hija, por lo que fuere que se esperaba de mí. Y fue en este expresar mi reclamo, porque nadie me ayudaba, que el Señor se atraviesa en mi camino con algo que ni el mejor planificador hubiera hecho.
Un día dentro del horario de clases, una incipiente Pastoral del Liceo consiguió que vinieran a celebrar una misa, y fue ahí donde Cristo ancló su Buena Noticia en mi corazón y, con eso, modificó mis convicciones, mi modo de hacer y proceder. Ahí comenzó mi proceso de ir quitando capas que cubrían mi frágil corazón, hasta entonces endurecido, o más bien blindado para no sufrir más heridas.
Hasta ese momento siempre viví en medio de un mundo de hombres en el que yo, mujer, no tenía ni voz ni voto, y en el que sentía que nada me podía pertenecer. La expresión: “Una mujer llamada Marta lo recibió en su casa”, me llamó la atención, puesto que no identifica la casa al nombre “de un hombre de la casa”, sino a su dueña mujer.
Otro aspecto que rescato es que siempre, a nivel social, nos recuerdan esta lectura para refregarle a alguien como reprimenda el extracto: “Marta, Marta…”, como si fuera lo único dentro de la lectura, lo que de manera inconsciente, nos crea un sentimiento que el Señor solo reprende, cuando en ningún momento Jesús deja de hablar para corregir a Marta y pedirle que venga a sentarse y escuche las enseñanzas. En el amor que es fruto de la libertad, Jesús, deja que sea Marta quien verbalice su molestia con su hermana y es recién en ese momento, cuando le enseña que lo importante es guardar en el interior las enseñanzas, que eso no te lo roba nadie. Él mismo dice: “Ha escogido la mejor parte y no le será quitada”.
Hoy en día invitamos a nuestra casa a personas que son importantes para nosotros y muchas veces preparamos y preparamos cosas, y cuando llegan a compartir con nosotras, seguimos preparando detalles, y sin querer, descuidamos “El Momento”. La eucaristía es “El Momento” en que el Señor se hace uno con nosotras, nadie te lo quitará.
Hoy en mi ser lesbiana y tener fe, se me hace difícil ser parte de este momento sin que otra hermana o hermano en la fe me lo quiera quitar, pero el amor que el Señor ha ido día a día sembrando en mi interior, hace que pase por sobre las miradas y las indiscreciones, para ir al encuentro de mi Amado con mi amada. Aquí descubrí que efectivamente, cuando fui concebida en el vientre de mi madre, Dios ya sabía quién era yo y así me envió al mundo, y ha caminado a mi lado mis 38 años de vida y me ha regalado la mujer de mi vida y no podría yo haber crecido y vivido en la plenitud si no hubiera “sembrado en mí”, su Amor y preocupación por mí desde mi primer grito de llanto en esta tierra, hasta el día de hoy.
* Queridas hermanas, queridos hermanos, les enviamos una nueva homilía del Evangelio que anunciamos las mujeres. Nos alegramos y agradecemos los ojos y la voz nueva de mujeres que se atreven a decir y orar el Evangelio para nuestras comunidades. Estas van enriqueciendo nuestra capacidad de comprender y ampliar el mensaje de Jesús. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook: Mujeres Iglesia Chile, en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/ y en la página: https://www.kairosnews.cl
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