La vida de fe y experiencia de Dios es sostenida en la comunidad, con las personas que semana a semana aportamos con nuestro granito de arena a la Iglesia, siguiéndole a Él.
Domingo de Ramos
“La Comunidad nos sostiene”
Reflexionar sobre la Palabra de Dios es más que simplemente sentarse frente a la Biblia, pensar en cómo interpretar los acontecimientos que se nos relatan y, además, escribir sobre aquello que queremos compartir. Es también darse el tiempo y el espacio para compartir la vida, tal vez en torno a la mesa, la comida y, en este caso particular, al desayuno que, como catequistas y parte del Consejo Pastoral de nuestra parroquia, realizamos desde hace un tiempo, donde “el pancito no puede faltar en la mesa…”, como tampoco faltan los dolores, las esperanzas, las alegrías y los desafíos.
El Domingo de Ramos celebramos la “Entrada Triunfal de Jesús a Jerusalén”, y a nosotras se nos viene inmediatamente a la mente, y al corazón, ese sentimiento de alegría como cuando estamos y nos sentimos contentas, cuando estamos bien y no nos falta nada. Tal vez, esa sensación fue la que experimentaron las personas que gritaban “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”. Aunque el Evangelio de hoy ya nos relata la Pasión, quisimos detenernos en lo propio del Domingo de Ramos: la entrada de Jesús a Jerusalén.
También hoy queremos vivir esta alegría para dejar entrar a Jesús en nuestras vidas y hogares, independiente de lo cambiantes que somos como seres humanos, que, a veces, por cualquier acontecimiento negativo, por pequeño que sea, nos echamos a morir inmediatamente y, como se dice por acá en el campo: “Cuando llega la mala, llega con todo”… Todos y todas pasamos por cosas en la vida que no nos gustan, más aún, como agentes pastorales, por lo que vivimos como Iglesia en Chile, a veces estamos muy emocionadas y, cuando tropezamos, ahí quedamos…, estas experiencias son normales y naturales en el ser humano. De hecho, pronto en la Semana Santa recordaremos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Él no se excluyó del sufrimiento y sintió lo que a veces, como cristianas creyentes, sentimos frente a tantas cosas negativas que ocurren en nuestra sociedad, empezando por los abusos de todo tipo en la Iglesia, las injusticias con los más vulnerables, la destrucción de nuestra naturaleza y la dignidad las personas que vivimos en este país.
Como mujeres, hijas e hijos de Dios, muchas veces queremos que las cosas se hagan a la pinta nuestra, nos cuesta dejar espacio para que Dios simplemente actúe o nos enseñe de un modo diferente lo que significa hacer el Reino hoy. Nos cuesta comprender la vida… “Yo quería que mi viejito se mejorara, rezamos mucho, hicimos cadena de oración, pero se fue igual… Mi nieta, incluso, ya no quería rezar más porque Diosito no la había escuchado… Aunque ahora ya se le pasó”. Frente a eso, es posible preguntarse: ¿Realmente Dios nos escucha? Y nosotras, ¿cómo estamos escuchando a Dios? ¿Cómo estamos rezando? ¿Cómo ver el Reino de Dios en aquello que nos duele?
Tal vez es mirando con ojos del corazón, mirando desde otra perspectiva o con otros ojos…, como la nietecita de Julia, que a los días después de fallecer su abuelito le dice a Julia: “Abuela, hay muchas cosas diferentes en la casa, el Tata está en el cielo, mi abuela está sin un diente, la cerca está nueva y el contenedor está nuevo…”. Ella, desde su ser niña, miró las cosas de manera positiva y con ojos nuevos, a partir del dolor que provoca la ausencia física de un ser querido, que todas alguna vez hemos experimentado, pero el hecho de compartirlo en comunidad, en la mesa, hace que una se sienta más acompañada. Julia agrega: “Yo siento la presencia de Dios en mí, que me va acompañar, yo no estoy sola. Hay gente que se echa para abajo, pero la vida de fe y la experiencia de Dios ayuda a salir adelante”.
La vida de fe y experiencia de Dios es sostenida en la comunidad, con las personas que semana a semana aportamos con nuestro granito de arena a la Iglesia, siguiéndole a Él, a ese Jesús que entra triunfal al lugar donde más sufrirá… lo seguimos a Él, igual que esa muchedumbre, que levantaban sus ramos de olivo y que gritaban alegres: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”.
Hay otra entrada triunfal que Jesús hace, y es la entrada que Jesús hizo en nuestras vidas, ya sea por algún encuentro personal o por medio del bautismo, para que entre en nuestro hogar, para renovarnos permanentemente y manifestar su presencia en nuestras vidas.
La gente se manifestaba porque sabían de los milagros de Jesús, que Su palabra la cumplía, que era autoridad, pero no autoritario, porque sintieron su presencia, lo vieron a través de sus ojos, pudieron escuchar su voz en vivo y en directo… Nosotras, somos sacerdotisas, profetisas y reinas por el bautismo, tampoco podemos callarnos, porque Él nos da la fortaleza. Los fariseos cuestionan a Jesús por el alboroto y griterío de sus discípulos, sin embargo, Jesús les contesta: “Si ellos se callan, gritarán las piedras”.
Jesús no calló las injusticias de su pueblo que sufría, dio dignidad, nos trae esperanza, nos dio de comer, nos sana… Jesús nos hace conscientes, ya lo veíamos en la lectura del domingo anterior, donde no enrostró los pecados de cada persona frente a la mujer adúltera, sino que les hizo reflexionar acerca de sus propias actitudes.
Ser discípulo de Jesús hoy, implica exponerse, que en ocasiones te molesten, que te increpen por la crisis que vivimos, que te exijan más porque eres de Iglesia o vas a misa todos los domingos… pero también es hablar, compartir la vida, mirar con ojos nuevos, sostenerse en el dolor con la comunidad, reír y alegrarse porque el Reino es hoy y ahora, tal vez en una iglesia, tal vez en la calle, tal vez en una cárcel, tal vez en la mesa, tomando desayuno cada segundo martes de cada mes en Rupanco.
* Queridas hermanas, queridos hermanos, les enviamos una nueva homilía del Evangelio que anunciamos las mujeres. Nos alegramos y agradecemos los ojos y la voz nueva de mujeres que se atreven a decir y orar el Evangelio para nuestras comunidades. Estas van enriqueciendo nuestra capacidad de comprender y ampliar el mensaje de Jesús. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook, Mujeres Iglesia Chile, y en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/
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Fuente: Miembros Consejo Pastoral, Parroquia San Pedro Apóstol de Rupanco-Osorno: Patricia Navarrete, Julia Delgado, Mercedes Maril, Erica Aguilar, Beatriz Aguilar, Judith Ruiz, Aide Aguilera y Sol Tejeda. https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile / Fotografía tomada limpiando los escombros de nuestro templo quemado. El aprendizaje es que cada una/o somos templo y pilares fundamentales de la Iglesia de Jesús.