El Nunca Más en Dawson: solo falta la FACH

Sr. Director:

Habiendo sido uno de los prisioneros políticos en el campo de concentración de isla Dawson, valoro la proclamación del Nunca Más del comandante en jefe de la Armada, almirante Juan Andrés de la Maza, junto a la ministra de Defensa y en presencia de otros exprisioneros de la dictadura. Dawson fue símbolo, junto al buque escuela Esmeralda, de la prisión y la tortura en manos de la Armada de Chile. Aunque tardía, es positivo que la declaración se efectúe a días de cumplirse los cincuenta años del golpe militar que destruyó la democracia. El interés superior de la patria, al momento de elaborarse la nueva Constitución, demanda grandeza por el bien de Chile.

Esta aseveración no nace de un arrebato personal, sino de la conciencia que germinó por la lucha del pueblo por los derechos humanos, la democracia y la justicia. La acción inquebrantable de los familiares de detenidos desaparecidos, de la Iglesia católica encabezada por el cardenal Raúl Silva Enríquez y la Vicaría de la Solidaridad, de la presión internacional que culminó en la creación de la Corte Penal Internacional, y otras instancias para prevenir y castigar genocidios y atrocidades, son fruto de esa lucha universal.

También fue esencial la sabia distinción realizada por los gobiernos de la Concertación entre responsables de los crímenes y las instituciones de la República. Los hombres y mujeres de las FF.AA. de hoy no son los mismos de ayer, y el espíritu que anima a los integrantes de las nuevas generaciones cambia y ha cambiado; las instituciones permanecen.

Consagrar el Nunca Más implica que ninguna causa política, económica o social que se esgrima puede justificar delitos de lesa humanidad. Hay líneas rojas que no se pueden traspasar.

Hace veinte años, en 2003, el general Juan Emilio Cheyre efectuó la primera declaración de Nunca Más a nombre del Ejército. Queda pendiente el Nunca Más de la Fuerza Aérea de Chile, cuyos pilotos bombardearon el palacio de La Moneda con el Presidente de la República en su interior. Los mandos de hoy tienen que distanciarse de aquella traición y colocarse a la altura de su misión futura.

Un acto solemne de las tres ramas de las FF.AA., junto a la ministra de Defensa, sería una señal histórica para nuestro pueblo, un compromiso de vida con los derechos humanos y el Estado de derecho. El gran legado de todos es alcanzar un nivel civilizatorio superior y avanzar la frontera de la conciencia nacional y universal.

Sergio Bitar C.

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