Ante unas 170 mil personas, pidió a los cristianos que sus comunidades «sean oasis de paz» en la tierra desértica de la península arábiga. Fue la primera misa de un sumo pontífice a la región cuna del islam.
Con una misa para la comunidad católica de Emiratos Árabes Unidos, concluyó el Papa Francisco su histórica visita la Península Arábiga. En la primera homilía papal en la región, el pontífice pidió a los fieles que sigan humildes ante Dios.
Un día después de hacer un amplio llamado a los líderes cristianos y musulmanes para que trabajen juntos en favor de la paz y contra la guerra, el Papa celebró la que algunos consideraron la mayor muestra pública de fe cristiana en la península, la cuna del islam.
En una región árabe donde las muestras públicas de creencias no islámicas están restringidas, la emisión de los himnos de «Aleluya» por los altavoces supuso un hito y una evidencia de las afirmaciones de Emiratos sobre su tolerancia a otras religiones.
Los vítores estallaron dentro y fuera del estadio Zayed Sports City a la llegada de Francisco, que cruzó en papamóvil la multitud, entre cánticos de «Viva il Papa» y «¡Te queremos!».
Según los organizadores, a la misa asistirían personas de cien países y unos 4.000 musulmanes en una muestra de la enorme diversidad existente entre los 9 millones de habitantes del país.
El video íntegro de la ceremonia está en Vatican News Español. En youtube: https://www.youtube.com/watch?v=y8JQ18rAqyI
«Tenemos que decir que este es realmente un gran evento que nunca esperamos», dijo Sumitha Pinto, natural de India pero que lleva unos veinte años viviendo en Emiratos. Asistió con su esposo y sus cuatro hijos. El más pequeño tenía un cartel con la imagen del pontífice que decía: «Bienvenido Papa Francisco. Hazme un canal de tu paz».
La comunidad católica en Emiratos es una suerte de anomalía en la región: es grande, diversa y floreciente en un momento en que en la mayoría de Oriente Medio hay un éxodo de cristianos que huyen de la persecución que ejercen el grupo extremista Estado Islámico y otros.
La Iglesia católica estima que hasta uno de los 9 millones de habitantes de Emiratos son católicos, casi todos extranjeros que acudieron a la rica federación petrolera para trabajar en todo tipo de empleos, desde ejecutivos a obreros de la construcción. La mayoría son filipinos e indios, muchos de los cuales dejaron atrás a sus familias y pueden enfrentar condiciones precarias que son denunciadas regularmente por grupos de derechos humanos.
En su homilía, pronunciada en italiano y traducida al árabe con subtítulos en inglés en las pantallas gigantes, Francisco hizo una referencia directa al sufrimiento que soportan algunos. «Lo más seguro es que para ustedes no sea fácil vivir lejos de casa, extrañando el cariño de sus seres queridos, y quizás también sientan incertidumbre por el futuro», manifestó. «Pero el Señor es fiel y no abandona a su pueblo».
El Papa dijo también a los asistentes, la mayoría de ellos pobres y con trabajos manuales, que no necesitan levantar grandes obras «sobrehumanas» para ser fieles. El mensaje ensalzaba la humildad en un país que cuenta con el rascacielos más alto del mundo y es conocido por su opulencia y exceso.
“Jesús”, apuntó el pontífice, «no nos pide que construyéramos grandes obras ni llamemos la atención hacia nosotros mismos con gestos extraordinarios. Nos pidió que produjéramos una única obra de arte, posible para todos: nuestra propia vida».
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