“Rezaremos el Rosario —dijo el domingo pasado— orando en particular por la paz en Siria y en el mundo entero. Los invito a unirse espiritualmente y a extender en todo el mes de mayo la oración del Rosario por la paz”.
“Frutos de paz para el mundo entero”, comenzando por “la amada y martirizada Siria, cuya población está extenuada por una guerra que no ve el fin”: así se expresaba el Papa Francisco en su Mensaje Urbi et Orbi, en el domingo de la Resurrección del Señor.
El Romano Pontífice pedía que “en esta Pascua la luz de Cristo Resucitado ilumine las conciencias de todos los responsables políticos y militares, para que se ponga fin inmediatamente al exterminio que se está llevando a cabo, se respete el derecho humanitario y se proceda a facilitar el acceso a las ayudas que estos hermanos y hermanas nuestros necesitan urgentemente, asegurando al mismo tiempo las condiciones adecuadas para el regreso de los desplazados”.
En el martes de la quinta semana de Pascua, el Romano Pontífice vuelve a poner el corazón de la Iglesia dirigido a ese martirizado país, con la peregrinación al Santuario romano del Divino Amor, en donde inició el mes mariano recitando el Santo Rosario “por la paz en Siria y en el mundo entero”.
A su llegada al Santuario el Santo Padre saludó a los centenares de fieles que lo esperaban, agradeciéndoles por su acogida. “Les pido —les dijo— que sigan la oración desde aquí. Recemos juntos. Nos vemos luego. Pero recemos, ¿eh?”.
Seguidamente ingresó en el Santuario Antiguo, donde, ante la imagen de la Virgen del Rosario, recitó los cinco misterios dolorosos junto con los fieles allí presentes. Al final de la oración, el Santo Padre donó al santuario un cáliz, y a él le fue donada una imagen del Divino Amor.
Sucesivamente el Obispo de Roma saludó a las personas que residen en la Casa de Descanso del Divino Amor, que alberga veinticuatro personas ancianas, y a las mamás y niños que son acogidos en la Casa Familia Mater Divini Amoris, estructura confiada a la Congregación de las Hijas del Divino Amor. Al despedirse de los fieles en la plaza del Santuario, el Papa les agradeció, rezó un Avemaría con ellos y les impartió su bendición apostólica. “Por favor, no se olviden de rezar por mí”, concluyó.
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Fuente: www.vaticannews.va