Los principales obstáculos para que los niños refugiados accedan a la educación son la escasez de recursos.
Desde la escalada del conflicto en Sudán en abril, miles de personas siguen huyendo del país en busca de seguridad. Muchas de ellas, en su mayoría mujeres y niños, han encontrado refugio en el vecino Chad, mientras que otras han sido reubicadas en otras partes del país, o siguen esperando en ciudades fronterizas.
Sadia fue reubicada en el campo de refugiados de Djabal, en el este del país. Huyó de Sudán sola con sus nueve hijos, “escapamos de las hostilidades de la guerra. Quiero paz para mis hijos y mi deseo es que puedan ir a la escuela en Chad”.
El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) Chad forma parte de la respuesta interagencial en las regiones de Ouaddai, Silla, y Wadi Fira. Los esfuerzos del JRS se centran en proteger la educación de los niños, identificando a aquellos en edad escolar en los lugares de acogida y a los maestros cualificados, así como distribuyendo material escolar, y sensibilizando sobre la importancia del acceso a la educación. La organización también aboga ante las autoridades locales chadianas para que los niños refugiados sean aceptados en las escuelas nacionales oficiales. Fue en este proceso de incidencia política que las escuelas de los campamentos fueron reconocidas y formalizadas como escuelas públicas.
Los esfuerzos del JRS se centran en proteger la educación de los niños, identificando a aquellos en edad escolar en los lugares de acogida y a los maestros cualificados, así como distribuyendo material escolar, y sensibilizando sobre la importancia del acceso a la educación.
“Hay muchos niños en aulas pequeñas”, dice Saleh, director de la escuela secundaria del campamento de refugiados de Djabal. Los principales obstáculos para que los niños refugiados accedan a la educación son la escasez de recursos. “Los refugiados de Sudán han perdido gran parte del curso escolar debido al estallido de la guerra y estamos trabajando para recuperar el tiempo perdido en su educación”.
Ahmad, un maestro sudanés en el campamento de refugiados de Djabal, es un gran modelo para los niños porque vivió en primera persona el desplazamiento en 2004. En Chad, conoció al JRS, que le apoyó para que pudiera continuar sus estudios. “Les cuento a los niños mi propia historia, yo también hui de Sudán y ahora soy profesor aquí. Intento explicarles que aquí pueden sentirse seguros, tranquilos y que poco a poco olvidarán los horrores por los que han pasado. En la escuela intentamos construir un futuro mejor para ellos”.
La situación de las personas que siguen llegando a Chad es extremadamente vulnerable. Las ONG que trabajan in situ no tienen capacidad suficiente para cubrir todas las necesidades. Pedimos apoyo para dar una respuesta digna y sólida a las personas que huyen de la violencia.
Fuente: https://jrs.net/es / Imagen: Una niña lleva agua al campo de refugiados de Djabal, en Chad – Servicio Jesuita a Refugiados.