“Una pesadilla”: con estas palabras el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, describe la situación en Haití. Sostiene que la acción armada es necesaria para aflojar el control de las bandas callejeras que están bloqueando la terminal de combustible en Puerto Príncipe, la capital de la nación insular latinoamericana.
La crisis de la gasolina está paralizando la economía, provocando una aguda escasez de alimentos. Además, existe un brote de cólera debido a la falta de agua corriente fresca o embotellada. Según Guterres, se necesita una acción armada para liberar el puerto y establecer un corredor humanitario.
Entretanto, Estados Unidos y México preparan una resolución de la ONU para autorizar a una misión ajena a la organización dirigida por un país cercano a Haití. Dicha misión se ha debatido en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Tendría un marco temporal específico y trabajaría de acuerdo con un plan de acción, estableciendo sus objetivos y su alcance, además de la responsabilidad, que incluiría el uso autorizado de la fuerza, si fuera necesario.
Estados Unidos y México preparan una resolución de la ONU para autorizar a una misión ajena a la organización dirigida por un país cercano a Haití.
En este contexto, se han desarrollado protestas generalizadas contra el Primer Ministro de Haití, Ariel Henry, exigiendo su dimisión, tras una solicitud que Henry presentó el 7 de octubre para recibir asistencia internacional con el fin de restaurar la seguridad y atenuar la crisis humanitaria. Sin embargo, muchos haitianos que recuerdan las ocupaciones anteriores se oponen a ello, insisten en que es el pueblo de Haití, y no los extranjeros, el que debe determinar el presente y el futuro del país, pues las medidas provisionales adoptadas en el pasado no han funcionado ni contribuido a una estabilidad duradera.
Fuente: www.vaticannews.va / Imagen: FreeImages.