Sr. Director:
Quiero desafiar a cualquier persona, pero, en especial, a los científicos, a que me demuestren que un embrión, recién fecundado, no es un ser humano distinto a cualquiera de nosotros.
Si ese embrión, genéticamente, es distinto a sus progenitores, es entonces un ser humano absolutamente único, con la misma naturaleza y los mismos derechos que cualquier otro de nosotros. Si lo fecundamos fuera de una mujer y lo implantamos en otra distinta, crecerá y se desarrollará hasta su nacimiento. No es la mujer quien le da la naturaleza al feto. Ella es quien lo cuida, lo viabiliza y protege para que logre su desarrollo.
Por lo tanto, una mujer, al practicarse un aborto, no está decidiendo solo por su cuerpo sino por el de otro ser humano, distinto a ella.
Creo que sería justo que, si una mujer decide hacerse un aborto, debería primero asegurar que el feto en desarrollo sea viabilizado en cualquier sistema que le permita desarrollarse (natural o artificial) y que después haga lo que, en conciencia, quiera hacer con ella misma o su cuerpo.
Carlos Pérez De Arce A.