En búsqueda activa

Hay quienes están en “búsqueda activa de fe” y quienes deciden que están cómodos sin plantearse preguntas trascendentales.

En los perfiles profesionales de las redes sociales, el sintagma “en búsqueda activa de empleo” señala de manera incontrovertible a quien desea encontrar un trabajo o mejorar el que ya desempeña. Es una etiqueta que identifica a quien la porta para aceptar ofertas de empleo como antaño las mujeres casaderas admitían requiebros de los pretendientes cuando querían iniciar una relación estable.

Puede parecernos que la vida ha cambiado mucho y muy rápido, pero hay cosas que nunca pasan de moda. Una de ellas es la “búsqueda activa”, por más que nos suene a eufemismo, para designar al que está parado o en un puesto de trabajo del que está deseando zafarse.

Puede parecernos que la vida ha cambiado mucho y muy rápido, pero hay cosas que nunca pasan de moda. Una de ellas es la “búsqueda activa”…

Tengo por seguro que con la fe sucede algo parecido. Hay quienes llevan el piloto verde de los taxis encendido por la vida y quienes circulan con la luz apagada de retirada. Hay quienes están en “búsqueda activa de fe” y quienes deciden que están cómodos sin plantearse preguntas trascendentales.

A los primeros, los ves entrar por la parroquia deseosos de una palabra que sea lámpara para sus pasos. Puede que hayan pasado por otras experiencias ‘espirituales’ que no les han satisfecho del todo y siguen buscando con ahínco, tesoneros en la constancia. Algunos han hecho un largo camino hasta llegar a postrarse ante el que es camino, verdad y vida. Pero nunca dejaron de estar en modo “búsqueda activa” y eso les ha permitido alcanzar la orilla.

A los segundos, a los que no quieren complicaciones ni ‘ralladuras de coco’, basta que un acontecimiento inesperado en sus vidas les cambie el paso para que empiecen a plantearse las cuestiones últimas que hasta entonces habían ignorado. Entonces encienden la luz verde y pasan a “búsqueda activa de fe” o no, y se mantienen al margen como si tal cosa.

La misión de todos nosotros es darnos cuenta de cuándo está encendido el piloto para calmar la sed de infinito del prójimo, esa que el hombre no puede aplacar por mucho que lo intente.


Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.

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