El Dios de la vida se abre paso en estos rincones de la Amazonía en forma de río, fecundando y dando vida a todo lo que lo rodea. Es nuestra tarea escuchar la llamada de esta tierra, de esta agua, de estos pueblos.
La Amazonía transparenta a Dios. No solo por la belleza del paisaje o el color de las aves que pintan con su vuelo el cielo azul. La vida con los pueblos indígenas nos muestra el rostro de un Dios que cuida de su creación, que acoge al extranjero y que vive la vida en el nosotros en vez de en el yo, así como hace nuestro Dios trinidad.
Entramos en este lugar con nuestros prejuicios, con nuestras prisas y necesidades occidentales, pero el indígena nos muestra que escuchar el río, que caminar por la selva o saber “perder el tiempo” escuchando a nuestros ancianos pueden ser mucho más valioso que una serie de Netflix o estar asistiendo a un partido de fútbol.
El tiempo se detiene y el espacio se relativiza en la Amazonía, donde la urgencia o la prisa no están tan presentes. Aprender a remar, lavar la ropa en el río, conocer las plantas que nos ayudan a superar el dengue o la malaria… con paciencia y con cuidado los pueblos indígenas cuidan y acompañan nuestra ignorancia en un proceso en el que es necesario volver a convertirse en niño para desaprender todo aquello que no nos permite ser humanos y aprender aquello que sitúa el amor, la verdad y la belleza en el centro.
El tiempo se detiene y el espacio se relativiza en la Amazonía, donde la urgencia o la prisa no están tan presentes.
En la Amazonía, la pobreza no es pobreza porque por mucha falta que haya de cosas materiales, los pueblos indígenas nos enseñan que la mayor riqueza es cuidar, acoger y agradecer el don de estar vivos, de seguir trabajando, celebrando, llorando y riendo… el Dios de la vida se abre paso en estos rincones de la Amazonía en forma de río, fecundando y dando vida a todo lo que lo rodea. Es nuestra tarea escuchar la llamada de esta tierra, de esta agua, de estos pueblos que nos dicen: “Cuida de tu pedazo de tierra para cuidar de la casa común”. Dios, en la Amazonía tiene rostro indígena.
Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.