Historias de tres mujeres —Bawagana, Tamar y Fatima— que, tras superar numerosos retos, están reconstruyendo sus vidas.
El actual conflicto armado en el Estado de Borno, impulsado por la insurgencia de grupos armados no estatales en el noreste de Nigeria, ha empeorado considerablemente las condiciones de vida de las comunidades locales. Muchas de ellas, principalmente agricultores, luchan por llegar a fin de mes al no poder acceder a sus tierras de cultivo.
Con fondos humanitarios de la Unión Europea (UE), el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) está proporcionando educación y medios de subsistencia a los desplazados internos y a los integrantes de la comunidad en las áreas de gobierno local (AGL) de Dikwa y Monguno, en el Estado de Borno.
Al crear oportunidades de subsistencia, el proyecto financiado por la UE ayuda a los participantes a lograr la autosuficiencia, permitiéndoles valerse por sí mismos. Los ingresos generados por su trabajo les permiten mantener a sus familias y cubrir las necesidades educativas de sus hijos.
Al crear oportunidades de subsistencia, el proyecto financiado por la UE ayuda a los participantes a lograr la autosuficiencia, permitiéndoles valerse por sí mismos.
Aquí, vamos a compartir las historias de tres mujeres —Bawagana, Tamar y Fatima— que, tras superar numerosos retos, están reconstruyendo sus vidas.
«Tengo cinco hijos y era muy difícil cuidar de ellos. No podía permitirme enviarlos a la escuela ni comprarles el material necesario para su educación».
Con el apoyo del proyecto, Bawagana recibió formación y un kit de inicio para abrir su propia pequeña tienda en casa.
«Los artículos de tienda que recibí me permitieron poner en marcha un pequeño negocio. Ahora puedo cuidar de mis hijos. Pueden ir a la escuela, con los equipos adecuados».
Hoy, el pequeño negocio de Bawagana está creciendo, con una gama ampliada de artículos más allá de los que recibió inicialmente. «Este apoyo ha transformado nuestras vidas».
«La vida no ha sido fácil para nosotros desde la insurgencia. Como madre de nueve hijos, cubrir las necesidades básicas de mis hijos era una lucha diaria».
Tamar expresó un gran interés en poner en marcha un negocio de producción del aperitivo local, el llamado chin chin. El proyecto le proporcionó formación y un kit de inicio para poner en marcha su negocio. Actualmente, Tamar prepara los chin chin en su cocina y los lleva al mercado para venderlos. Ahora tiene unos ingresos que le permiten alimentar y vestir a sus nueve hijos.
«Esta oportunidad me ha cambiado la vida. Ahora puedo mantener a mis hijos, darles comida, ropa y la oportunidad de ir a la escuela. Este proyecto me ha devuelto la esperanza y la dignidad».
«Tengo siete hijos y luchaba por encontrar comida y mantener su educación. La ayuda que recibí del proyecto me permitió poner en marcha un negocio de sastrería. Ahora, con el dinero que gano cosiendo ropa, puedo encargarme de mis hijos y de su educación».
Fatima, originaria de la comunidad de Maje, se vio obligada a huir debido al conflicto en curso y actualmente vive en la comunidad de Dikwa. Gracias a su participación en el proyecto, ha aprendido el arte de la sastrería y ahora confecciona ropa como actividad generadora de ingresos. Crea ropa para su familia y para toda la comunidad.
Fuente: https://jrs.net/es / Imagen: Fátima cose ropa para un cliente en su casa, rodeada de sus hijos. Estado de Borno, Nigeria (Servicio Jesuita a Refugiados).