Sr. Director:
Ha pasado algo más de un mes desde el plebiscito, y el tema de la nueva Constitución ha estado presente en todo tipo de conversaciones. Desde el mundo de la empresa han surgido muchas preguntas respecto al proceso y a todo lo que conllevará, entre ellas, ¿qué rol debemos jugar los hombres y mujeres de empresa?
Nadie debiera sorprenderse entonces de que digamos fuerte y claro que es necesario que nosotros nos involucremos decididamente en este proceso. Y para los empresarios cristianos más que una necesidad, es un deber. Nos lo recuerda el Papa Francisco: es un deber del cristiano involucrarse en la cosa pública. Para esto no es necesario ser constituyente, ya que también se puede contribuir participando en las diversas instancias que, desde ahora, se están conformando. El compromiso con la dignidad de la persona, el bien común, la justicia, la libertad, la caridad y la paz no son opcionales en nuestra fe.
Junto con ello, en el seno de nuestras empresas, podemos incentivar a que todos entendamos mejor qué nos estamos jugando y qué le podemos pedir (y qué no le podemos pedir) a una Constitución. Así aportaremos a que nuestros colaboradores tengan más elementos de juicio y una visión amplia de lo que se está discutiendo, y, de paso, nos servirá para el entendimiento mutuo.
Bernardo Larraín, Presidente de SOFOFA, explicó, en un Café Con que organizó USEC la semana pasada, un método desarrollado en la Universidad de Stanford para involucrar a la sociedad civil en la discusión. Creo que vale la pena apoyar el desarrollo de instancias como la propuesta, para que quienes no seremos constituyentes seamos más que unos meros electores de constituyentes y observadores pasivos de lo que acontece en la convención.
La discusión apenas ha empezado, pero tenemos que ser parte de ella e involucrarnos activamente. Abordar este tema al interior de nuestras empresas, nos ayudará a abandonar miradas ideologizadas y excluyentes sobre el rol del Estado y la libre iniciativa de los ciudadanos en el ámbito de la empresa, la producción, el comercio y el trabajo, que es, a fin de cuentas, un derecho humano, un espacio de despliegue de la creatividad y esfuerzo personal, así como la fuente de sustento de las familias y expresión de la dignidad trascendente de toda persona humana.
Sergio Merino G.
Presidente USEC, Unión Social de Empresarios, Ejecutivos y Emprendedores Cristianos