1
Step 1
Sr. Director:
La centralidad del Sínodo en el momento actual de la Iglesia nos plantea una serie de desafíos en orden a la participación, a la corresponsabilidad y al protagonismo de todo el pueblo de Dios.
El Sínodo no es solamente un evento eclesial, sino que tiene que ver con la fisionomía propia de la misma Iglesia. La Real Academia de la Lengua española define fisonomía como el «aspecto particular del rostro de una persona» y dentro de sus sinónimos se encuentra la palabra «gestos». Quiero utilizar la idea de «gestos» para pensar de qué modos el Sínodo tiene que ver con gestualidades concretas, es decir, con formas de ser, de mostrarse y de interrelacionarse.
El Sínodo, su etapa previa y de convocatoria, su celebración y, de modo más relevante, su aplicación, está y —confío— estará plagado de gestos concretos. Los gestos son importantes para las comunidades, ya que muestran, de manera concreta y a la vez simbólica, cuál es la dirección o los modos de ser de esas mismas comunidades. Si el Sínodo ha sido llamado como la guía y la brújula para la Iglesia que viene, el manifestar gestos pastorales, sociales, discursivos, comunitarios o teológicos, constituye una forma visible de anticipar por dónde irá abriéndose el camino. Pienso que la gestualidad sinodal es un elemento en donde hemos de colocar atención, ya que son esos gestos los que hablan, profetizan y vienen a declarar qué supone la celebración de este Sínodo.
Finalmente, pienso que estos gestos del Sínodo no son patrimonio exclusivo de la Iglesia hacia adentro, sino que se observan —siguiendo la huella de Lumen Gentium y Gaudium et Spes— en sus modos de vivir hacia afuera, con el mundo y las culturas. Ahí también se hacen necesarios renovados gestos que reconstituyan confianzas, vínculos de servicio y de evangelización centrada en Jesús.
En cualquier caso, serán gestos por venir, los cuales se esperan con ansias.
Juan Pablo Espinosa Arce
