La escuela en el municipio de Vengthlang Champai es una gran comunidad de desplazados forzosos de Myanmar, donde el Servicio Jesuita a Refugiados lleva a cabo “Sesiones para Conectores de Paz”.
En la escuela secundaria de Vengthlang, los alumnos de la clase VIII están sentados en semicírculo alrededor de su profesor. Sus ojos están fijos en la pared amarilla, en la que se proyecta la clase del día. Cuando se apaga el proyector, sus miradas se cruzan con las de los demás compañeros y empiezan a compartir y debatir juntos. La escuela se encuentra en el municipio de Vengthlang Champai, en el noreste de India, hogar de una gran comunidad de desplazados forzosos de Myanmar, donde el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) lleva a cabo “Sesiones para Conectores de Paz”, tanto para estudiantes de la comunidad de Myanmar como para estudiantes de la comunidad local.
“He aprendido a estar en paz conmigo misma y a resolver problemas a través del diálogo y construyendo relaciones pacíficas con mis compañeros y mentores”, dice Khin Win*, de 14 años, una chica que se vio obligada a abandonar su hogar y refugiarse en India debido a la violencia en Myanmar.
Para los niños desplazados, adaptarse a un nuevo contexto no es fácil. La dificultad de adaptación a un sistema educativo completamente diferente en Myanmar, además de tener que aprender el idioma de la comunidad local, puede derivar en una situación muy estresante. Debido a ciertas diferencias sociales y culturales, los estudiantes a veces enfrentan acoso y discriminación. “Solía burlarme de otros niños que vivían en condiciones diferentes a la mía. Ahora sé que es necesario ponerse en el lugar de los demás, tener cuidado con las palabras que se usan porque pueden hacer daño, y que la discriminación entre las personas no debería existir”, dice Khin, de 13 años, originario de Kanaan, y uno de los participantes en las sesiones.
Para los niños desplazados, adaptarse a un nuevo contexto no es fácil. La dificultad de adaptación a un sistema educativo completamente diferente en Myanmar, además de tener que aprender el idioma de la comunidad local, puede derivar en una situación muy estresante.
Los equipos del JRS llevan a cabo «Sesiones para Conectores de Paz» en el país, con el objetivo de prevenir estas situaciones promoviendo la escuela como un espacio seguro donde los propios estudiantes pueden tender puentes entre las comunidades desplazadas y locales, facilitando la cohesión social y la reconciliación. “Las sesiones ya se han celebrado en cuatro localidades del proyecto, pero todavía hay otros lugares donde pueden llevarse a cabo. Es la primera vez que introducimos este tipo de actividad en las escuelas del noreste de India y nos ha sorprendido la respuesta positiva que hemos obtenido de los alumnos. Creemos y esperamos que este proyecto siga creando una mayor comprensión y empatía entre los desplazados forzosos y las comunidades de acogida”, concluye un coordinador de las sesiones e integrante del equipo del JRS.
* Se ha cambiado el nombre para proteger la identidad de la persona.
Fuente: https://jrs.net/es / Imagen: Servicio Jesuita a Refugiados.