La importancia de la declaración firmada con el Gran Iman de Abu Dabhi y la situación en Venezuela, ocuparon la conferencia de prensa de su viaje de regreso a Roma, cuya versión fue ahora entregada en el Vaticano.
Aclara que para una acción diplomática de la Santa Sede en Venezuela no es suficiente la voluntad de uno solo. Por lo que la carta que Maduro ha enviado al Vaticano no es suficiente: se necesita también la petición de una intervención por parte de la corriente de Guaidó. El Papa Francisco lo explicó al volver de Abu Dhabi a Roma, al final de la visita de tres días en los Emiratos Árabes Unidos. El Pontífice, en la tradicional conferencia de prensa con los periodistas durante el vuelo, subraya que el Estado Islámico no es islamismo. Sobre la guerra en Yemen, combatida también por los Emiratos, dice que «he encontrado una buena voluntad para poner en marcha procesos de paz». A los católicos que lo acusan de dejarse instrumentalizar por los musulmanes responde: el documento sobre la Fraternidad está en línea con el Concilio. Sobre las monjas que han sufrido abusos por parte de sacerdotes: es cierto, existe este problema, y «la mujer es considerada “de segunda clase”».
Antes de someterse a sus preguntas, el Papa agradece a los periodistas por «la compañía. Ha sido un viaje demasiado breve, pero, para mí, una experiencia grande. Yo creo que cada viaje es histórico, también en nuestros días, en los que se «escribe la historia de cada día… ninguna historia es pequeña, cada historia es grande y digna, aunque sea fea, la dignidad oculta siempre puede surgir».
—¿Cuáles serán los resultados de este viaje y cuáles han sido sus impresiones sobre los Emiratos Árabes Unidos?
«He visto un país moderno, me ha impresionado la ciudad, también la limpieza de la ciudad. También pequeñas curiosidades: por ejemplo, cómo le hacen para regar las flores en este desierto. Es también acogedor para tantos pueblos que van allí, y también es un país que mira hacia el futuro: el ejemplo es la educación de los hijos, los educan a mirar al futuro, siempre. Es lo que me han explicado. Después, lo que más me ha impresionado es el problema del agua… están tratando, para el futuro próximo, de tomar el agua del mar y hacerla potable, y también el agua de la humedad, y hacer que se beba… siempre va buscando cosas nuevas, y también he escuchado a alguien decir que un día faltará el petróleo. “Nos estamos preparando para (cuando falte) el petróleo, ahora, para tener algo que hacer”. Luego, me ha parecido un país abierto, también la religiosidad, también el islamismo, es un islamismo abierto, de diálogo, un islamismo fraterno y de paz. Sobre esto, subrayan la educación a la paz que, que se siente como un deber, a pesar de que haya problemas de algunas guerras en la zona. Pero esto no lo he escuchado… También, para mí fue muy conmovedor el encuentro con los sabios. Los sabios del islam, es una cosa profunda, eran un poco de todas partes, ¿no?, de diferentes culturas. Esto también indica la apertura de este país a cierto diálogo regional, universal, religioso. Después también me sorprendió el encuentro interreligioso, este es un hecho cultural fuerte. Y también lo he mencionado en el discurso, eso que hacen aquí, que el año pasado, sobre la pederastia y también en los medios, en Internet… en estas cosas… porque la pedopornografía hoy es una industria que da tanto dinero, y explotando a los niños, y este país se dio cuenta desde hace tanto tiempo. Cosas positivas. Seguro habrá problemas, pero en un viaje de menos de tres días, estas cosas no se ven».
—El viaje ha quedado marcado por la firma del documento sobre la fraternidad: ¿cómo se aplicará en el futuro y qué piensa sobre el anuncio del príncipe Mohamed sobre la construcción de una iglesia al lado de una mezquita?
«El documento fue preparado con mucha reflexión y también rezando; el Gran Imán con su equipo y yo con el mío. Hemos rezado tanto para lograr hacer este documento, porque, para mí, solo hay un gran peligro en este momento: la destrucción, la guerra, el odio entre nosotros. Y, si nosotros los creyentes no somos capaces de darnos la mano, abrazarnos y tampoco de rezar, nuestra fe será derrotada. Este documento nace de la fe en Dios que es padre de todos y padre de la paz y condena toda destrucción, todo terrorismo. El primer terrorismo de la historia es el de Caín. Es un documento que se desarrolló en casi un año, ida y vuelta, oraciones».
—Ha sido un viaje lleno de encuentros, de impresiones, de imágenes. A propósito de la escena de su llegada, fue recibido con los honores militares, con los aviones militares que dibujaron los colores vaticanos en el cielo. Yo me pregunto: ¿qué tiene que ver esto con el Papa Francisco, con el Papa que llega con un mensaje de paz? ¿Qué le parece? ¿Qué siente, qué piensa en estos momentos? Y, siempre sobre este tema, su llamado por la paz en Yemen: ¿cuáles reacciones ha advertido en sus encuentros? ¿Hay esperanzas de que sea recibido este mensaje, de que se den pasos hacia la paz?
«Yo interpreto todos los gestos de bienvenida como gestos de buena voluntad; cada uno los hace según las propias culturas. ¿Qué he encontrado aquí? Una acogida tan grande, que querían hacer de todo, pequeñas y grandes cosas, porque sentían que la visita del Papa era algo bueno. Alguno llegó a decir que era una bendición… Dios sabrá… Pero ellos querían hacerme sentir bienvenido. Sobre el problema de las guerras: usted menciona una. Sé que es difícil dar una opinión después de dos días y de haber hablado sobre el argumento con pocas personas. Yo diré que he encontrado buena voluntad para poner en marcha procesos de paz. Esto es lo que he encontrado. Un común denominador de las cosas con quien he hablado sobre las situaciones bélicas. Usted ha mencionado la de Yemen: he encontrado buena voluntad para poner en marcha procesos de paz».
—Después de la histórica firma del documento, ¿cuáles podrán ser, en su opinión, las consecuencias en el mundo islámico? Estoy pensando principalmente en los conflictos en Yemen y en Siria. ¿Cuáles consecuencias habrá también entre los católicos? Considerando que hay una parte de los católicos que le acusa de dejarse instrumentalizar por los musulmanes…
«Pero no solo por los musulmanes… Me acusan de dejarme instrumentalizar por todos, incluso por los periodistas. Es parte del trabajo, pero me gustaría decir una cosa. Desde el punto de vista católico, el documento no se ha separado ni un milímetro del Vaticano II, incluso se cita en varias ocasiones. El documento fue hecho en el espíritu del Vaticano II. He querido, antes de tomar la decisión, antes de decir “está bien así, lo firmamos así”, por lo menos por mi parte, se lo di a leer a algún teólogo y también oficialmente al teólogo de la Casa Pontificia, que es un dominico, con la bella tradición de los dominicos, no ir de cacería de brujas, sino ver la cosa justa… pero no es un paso hacia atrás, sino un paso hacia adelante. Si uno se siente mal, lo comprendo, no es algo de todos los días… pero no es un paso hacia atrás, es un paso hacia adelante. Un paso hacia adelante que viene de hace cincuenta años. Viene del Concilio y debe ser desarrollado. Los historiadores dicen: para que un Concilio tenga raíces en la Iglesia se necesitan cien años; estamos a medio camino. Esto es lo que me llama la atención. Yo le diré: he visto una frase, pero esta frase no sé si sea segura, pero es una frase del Concilio… también me sorprendió a mí… También en el mundo islámico hay diferentes pareceres, algunos más radicales y otros no. Ayer, en el consejo de los sabios, había por lo menos uno chiita, eso ha dado una universalidad muy grande, ha hablado bien. Habrá discrepancias también entre ellos, pero es un proceso y los procesos maduran».
—Usted acaba de terminar la visita a los Emiratos Árabes Unidos e irá dentro de poco a Marruecos. Parece que ha elegido hablar con interlocutores bien precisos del islam. ¿Es una decisión de campo? ¿El documento histórico firmado ayer es muy ambicioso en relación con la educación? ¿Podrá tocar verdaderamente a los fieles musulmanes?
«Yo sé y he escuchado a algunos musulmanes decir que será estudiado en las universidades, por lo menos en la de al-Azhar de seguro, y en las escuelas. Debe ser estudiado. No impuesto, sino estudiado. Es un poco casual la cercanía de los dos viajes, porque yo quería ir a Marrakech (a la Conferencia de la ONU sobre las migraciones, n. del e.), pero había cosas protocolares y no podía ir a un encuentro internacional sin visitar antes el país, para lo cual no tenía tiempo. Y por ello postergamos la visita. Y fue el Secretario de Estado el que fue a Marrakech. Es una cuestión diplomática y de educación también, pero ha sido algo planeado. En Marruecos sigo las huellas de san Juan Pablo II, que fue el primero que fue. Será un viaje agradable. Luego llegaron invitaciones de otros países islámicos, pero no hay tiempo este año».
—Sobre la crisis de Venezuela: Maduro ha enviado una carta pidiendo ayuda para el diálogo y Parolin conoce bien el país; ¿cuál es el estado de la disponibilidad de la Santa Sede para una posible mediación?
«En general hay pequeños pasos, el último es una mediación; son pequeños pasos iniciales, facilitadores, pero no solo por parte del Vaticano, toda la diplomacia, acercarse a uno y al otro para poner en marcha posibilidades de diálogo. Así funciona en la diplomacia. En la Secretaría de Estado podrán explicar bien todos los diferentes pasos que se pueden dar; yo, antes del viaje, sabía que estaba llegando con el sobre diplomático una carta d Maduro. Todavía no he leído esta carta. Y veremos qué se puede hacer. Pero, para que se haga una mediación, se necesita la voluntad de ambas partes. Las condiciones iniciales son claras: que las partes lo pidan, siempre estamos disponibles. Como cuando la gente va a ver al cura porque hay un problema entre marido y mujer: va uno, “¿y la otra parte, viene o no viene? ¿Quiere o no quiere?”. Siempre se necesitan ambas partes. Esta es una condición que los países deben tener en cuenta antes de pedir una facilitación o la presencia de un salvador o una mediación. Ambas partes, siempre».
—Tuvo un encuentro con el consejo de los ancianos. ¿Cuáles temas afrontaron? ¿Vuelve a Roma con la impresión de que su mensaje ha llegado a sus interlocutores?
«Los ancianos son verdaderamente sabios. Primero habló el Gran Imán. Luego cada uno de ellos, comenzando por el más anciano, que hablaba español, sí, porque era de Mauritania. Anciano, eh, de ochenta y nueve años. Hasta el más joven, que es el secretario del Consejo de los ancianos. Habló poco, pero dijo todo en un video: su especialidad, es un comunicador. Me gustó esto, fue algo muy bello. La palabra clave es “sabiduría”. Después, “fidelidad”. Luego subrayaron un camino de la vida con el que esta sabiduría crece y se refuerza. Y de ahí nace la amistad entre los pueblos. Uno era chiita. Después, la sabiduría y la fidelidad son el camino importante para la construcción de la paz. Porque la paz es una obra de la sabiduría y de la fidelidad. Fidelidad humana, entre los pueblos y todo esto. Me quedé con la impresión de haber estado entre verdaderos sabios. Y esta es una garantía para el Gran Imán, contar con este consejo».
—¿Está satisfecho?
«Sí, muy satisfecho».
—El imán al-Tayyeb denunció la islamofobia. ¿Por qué no se dijo nada sobre la cristianofobia, sobre la persecución de los cristianos?
«Hablé sobre la persecución de los cristianos. No en ese momento, pero también hablo sobre ella frecuentemente, incluso en este viaje he hablado al respecto, pero no me acuerdo dónde. Pero he hablado de ello. También el documento condena la violencia y algunos grupos que se dicen islámicos (los sabios dicen que no es el islamismo) y persiguen a los cristianos. Recuerdo a un papá con tres niños, tenía 30 años, lloraba: “Soy islámico, mi esposa era cristiana, vinieron los terroristas del EI, vieron la cruz y dijeron: «Conviértete», y la degollaron frente a mí”. Este es el pan nuestro de todos los días de los grupos terroristas, la destrucción de la persona. El documento ha condenado esto».
—Una reflexión sobre la libertad de credo y de culto…
«El proceso tiene un principio, claro, uno prepara un acto y luego hay un antes y un después. La libertad está en proceso, cada vez más, siempre adelante. Me ha impresionado una conversación con un chico de 13 años en Roma, antes de partir. Me dijo: “Santidad, yo soy ateo, ¿qué tengo que hacer para convertirme en un hombre de paz?”. Yo le dije: “Haz lo que sientas”, le hablé un poco, pero me gustó la valentía del chico, es ateo, pero busca el bien. Ese camino, también ese camino es un proceso, un proceso que debemos respetar y acompañar. Acompañar todos los procesos por el bien, todos, de cualquier color. Creo que estos son pasos hacia adelante».
—La revista femenina de L’Osservatore Romano ha publicado un artículo denunciando el abuso sexual que han sufrido mujeres consagradas en la Iglesia por parte del clero. Hace algunos meses la Unión de las Superioras Generales hizo una denuncia pública. Sabemos que la próxima reunión en el Vaticano será sobre el abuso de menores, pero ¿es posible pensar que la Santa Sede puede hacer algo para afrontar también este problema con un documento o líneas guía?
«Es cierto, es un problema. El maltrato de las mujeres es un problema. Yo osaría decir que la humanidad todavía no ha madurado: la mujer es considerada “de segunda clase”. Comencemos por aquí: es un problema cultural. Después de llega incluso a los feminicidios. Hay países en los que el maltrato de las mujeres llega al feminicidio. Es cierto, dentro de la Iglesia ha habido clérigos que han hecho esto. En algunas civilizaciones de manera más fuerte que en otras. Ha habido sacerdotes y también obispos que han hecho esto. Y yo creo que todavía se hace: no es que se acaba cuando te das cuenta. La cosa sigue adelante así. Y desde hace tiempo estamos trabajando en esto. Hemos suspendido a algunos clérigos, expulsados, y también (no sé si ya se acabó el proceso) deshacer alguna congregación religiosa femenina que estaba muy relacionada con este fenómeno. Una corrupción. ¿Hay que hacer algo más? Sí. ¿Tenemos la voluntad? Sí. Pero es un camino que viene de lejos. El Papa Benedicto tuvo la valentía de clausurar una congregación femenina que tenía cierto nivel, porque había entrado en esta esclavitud, incluso sexual, por parte de clérigos o por parte del fundador. A veces el fundador les quita la libertad a las monjas, puede llegar a esto. Quisiera subrayar que Benedicto XVI tuvo la valentía para hacer muchas cosas en relación con este tema. Hay una anécdota: él tenía todos los documentos sobre una organización religiosa que dentro tenía corrupción sexual y económica. Él trataba de hablar de ello, pero había filtros, no podía llegar. Al final, el Papa, deseando ver la verdad, hizo una reunión y Joseph Ratzinger se fue de allí con el sobre y todos los documentos. Cuando regresó, le dijo a su secretario: “ponla en el archivo, ganó el otro partido”. No debemos escandalizarnos por esto, son pasos de un proceso. Pero cuando se convirtió en Papa, lo primero que hizo fue: “Tráeme esto del archivo”. El folklore lo presenta como débil, pero no tiene nada de débil. Es un hombre bueno, un pedazo de pan es más malo que él, pero es un hombre fuerte. Sobre este problema: rece para que podamos seguir adelante. Yo quiero seguir adelante. Hay casos. Estamos trabajando».