Hablemos del alcohol

Hay un problema gordo detrás: la dependencia social y existencial. Hacer que todo tenga que estar mediatizado por el consumo abusivo de alcohol, y que se asocie la felicidad a estar eufórico con varias copas encima.

Está en nuestras comidas, cuando tomamos algo con un amigo y en muchísimas de nuestras conversaciones. Lo ves en las redes sociales, en las series y en toda buena celebración, ¡Eucaristía inclusive! Y es que no podemos ocultar que el alcohol es una realidad presente en nuestra cultura, o mejor dicho, en casi todas las culturas.

Sin embargo, que esté tan presente no evita sus peligros, especialmente entre los más jóvenes, que les ayuda a soltarse y les quita la timidez. Y que es signo de alegría y une personas, eso no lo podemos olvidar. Quizás su principal riesgo a corto plazo no está en la adicción —ojo, que también se da— y en patologías derivadas, sino en accidentes de coche, peleas o problemas de índole sexual. Pero en mi opinión, hay otro problema más gordo detrás: la dependencia social y existencial. Hacer que todo tenga que estar mediatizado por el consumo abusivo de alcohol, y que se asocie la felicidad a estar eufórico con varias copas encima. De tal forma, que la plenitud en nuestras vidas necesita una buena dosis de alcohol, y las dinámicas que eso crea. No alcohol, no party. Afortunadamente, la vida es mucho más.

La solución no pasa por una ley seca, pero sí por ayudarnos —o al menos ayudar a los jóvenes—, a descubrir que en nuestra vida, al menos en los momentos más importantes, el alcohol no es algo fundamental. Y que la vida real nos la jugamos en la autenticidad de nuestras palabras y de nuestros actos, no en la fluidez de nuestra lengua o en la liberalidad de nuestros gestos. En el mundo de la imagen y de la apariencia necesitamos vidas reales, no vidas dopadas.

En nuestra vida, al menos en los momentos más importantes, el alcohol no es algo fundamental.

Y quizás preguntarnos cada uno de nosotros qué importancia le damos al alcohol en nuestra vida, y si este nos controla a cada uno de nosotros de verdad o, sencillamente, si podemos vivir sobriamente, en el mejor sentido de la palabra.


Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.

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