Indígenas sobresalientes

Muchos de ellos nos llevan la delantera en superación e inserción en el mundo actual.

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Yalitza Aparicio, originaria de la etnia mixteca de Tlaxiaco, Oaxaca, fue nominada para recibir el Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, como la mejor actriz del año, por su actuación como empleada doméstica en la película Roma, que dirige Alfonso Cuarón. No le dieron el ansiado premio, pero es notable el nivel que alcanzó.

Su caso es un ejemplo más de lo que están logrando los indígenas. Muchos mexicanos los siguen menospreciando, como si fueran ignorantes, atrasados, torpes e incapaces de superarse; desearían incluso que desaparecieran, como si fueran una vergüenza del país.

No los conocen y siguen repitiendo estereotipos divulgados en su contra. Sin embargo, doy testimonio de que han ido avanzando más y más, y muchos de ellos nos llevan la delantera en superación e inserción en el mundo actual. Nuestra patria presume de un indígena que fue Presidente, Benito Juárez. Es el cargo que hasta hoy retiene Evo Morales, en Bolivia.

Son cada día más los indígenas bilingües, cosa que no hemos logrado la mayoría de los mexicanos. Conocí en la selva de Chiapas a un indígena que, sin haber ido a una escuela, domina cuatro idiomas: ch’ol, tseltal, tsotsil y castellano. Varios hablan tres: tseltal, tsotsil y castellano. ¿Son menos capaces? Todo lo contrario; demuestran una gran capacidad intelectual y social.

Por todas partes hay escuelas primarias, muchas bilingües, donde aprenden el idioma nacional, sin perder el nativo. Cada día hay más escuelas secundarias y preparatorias en sus territorios, aunque no siempre de buena calidad. Aumentan los centros universitarios en lugares apartados, también en la selva, y son más y más quienes logran terminar una carrera profesional. Algunos ocupan cargos importantes en gobiernos y juzgados.

El rector del Seminario de San Cristóbal de Las Casas, Pbro. José Bartolomé Gómez, es indígena de la etnia totik, lengua que habla perfectamente, así como el castellano. Ese idioma tiene sus raíces en el tseltal y el tsotsil, que también maneja. Le pedí que fuera a estudiar Teología Bíblica en la Universidad Gregoriana de Roma, y tuvo que aprender italiano; pero como se requieren idiomas modernos, fue a Inglaterra, Francia y Alemania, y se defiende en inglés, francés y alemán. Y como los estudios bíblicos requieren el griego y el latín, los aprendió, y un poco de hebreo. No presume, pero es un sacerdote digno de imitar.

Otro sacerdote de allá mismo, Enrique Sánchez, es nativo tsotsil. Desde que estaba en el Seminario, durante el año en que se envía a los alumnos a comunidades para insertarse en la realidad pastoral, después de Primero de Teología, él me pidió ir a una población tseltal, para adentrarse en este idioma y en esa cultura indígena, diferente a la propia. Le pedí que fuera a Roma a cursar la especialidad en Teología Moral, y también tuvo que entrarle a otros idiomas, con mucha competencia.

Dos jóvenes de la pastoral juvenil, ahora esposos, son indígenas tsotsiles. Ella cursó Medicina con éxito y ahora sigue una Maestría. Él es abogado, fue presidente municipal y es comerciante. Las mujeres artesanas, aunque a veces se les ve con menosprecio, son muy inteligentes y emprendedoras. Se hacen aparecer como tontas, para hacerte tonto a ti.

Yo celebraba la Misa íntegramente en dos idiomas, tseltal y tsotsil, los más hablados; solo decía la homilía en castellano. Un catequista indígena hacía la traducción simultánea, sin apuntar nada en una libreta; retenía todo en su mente y lo traducía con una gran fidelidad. Son muchos los que dan este servicio en sus comunidades, y no han ido más que a algunos grados de la escuela primaria. Tienen una mente y una capacidad retentiva admirables.

Pensar

La Virgen de Guadalupe hizo ver a Juan Diego que no era un desecho de la sociedad, sino su embajador muy digno de confianza. Como Iglesia, estamos comprometidos a acompañarles en su promoción integral, pues son tan hijos de Dios y tan ciudadanos como el resto del país.

Los obispos mexicanos, en nuestro Proyecto Global Pastoral 2031+2033, decimos al respecto: “Dentro de las riquezas que Dios ha dado a esta tierra bendita de México, está la presencia de un gran mosaico de pueblos originarios a lo largo y ancho de su territorio, que constituyen una de las fuertes raíces de esta nación. Su presencia es una verdadera bendición, su manera de entender la vida, su relación con Dios, con sus comunidades y con la naturaleza, constituye un verdadero valor que enriquece a la sociedad mexicana. Consideramos también que: Hoy los pueblos indígenas y afros están amenazados en su existencia física, cultural y espiritual; en sus modos de vida; en sus identidades; en su diversidad; en sus territorios y proyectos. En nuestro país, los pueblos originarios que se encontraban asentados en este territorio desde antes de la llegada de los españoles, todavía sufren el castigo de ser discriminados y desplazados en su propia tierra, así como la pobreza, la dificultad de acceder a los servicios de salud y de justicia, más que ningún otro grupo vulnerable de nuestra sociedad. Hay que señalar la amenaza que pende sobre ellos por sus territorios, riqueza natural y cultural, muchas veces impulsada por los intereses económicos o el abandono y la exclusión de sus culturas. Con frecuencia sus territorios son vistos con interés, más por las riquezas del subsuelo que por la dignidad, el valor y el respeto de las personas que los habitan. Su sola presencia, ocasionalmente, se ve como un obstáculo al progreso de la patria” (54).

Y en la opción por ser una Iglesia comprometida con la paz y las causas sociales, nos comprometimos a “apoyar y acompañar las causas indígenas en el cuidado y protección de sus riquezas naturales, de su territorio y su cultura” (176 d).

Actuar

Revisemos nuestras actitudes ante las diferentes etnias originarias de nuestro país, y apoyemos su justo lugar en la sociedad y en la Iglesia.

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Fuente: https://es.zenit.org

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