Los voluntarios del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) provienen de diversos orígenes. Solicitantes de asilo y refugiados llaman a los voluntarios hermanos y hermanas. Esto muestra cuán cercano es el JRS para ellos.
Hace unos meses, fui voluntario en el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) Indonesia como parte de mi Tercera Probación jesuita, la etapa final en la formación que siguen los jesuitas, también conocida como probatoria.
La probatoria en el JRS supuso trabajar con una organización no gubernamental. Esta fue una buena experiencia porque pude observar y aprender cómo funciona el JRS. Una semana antes de mi periodo de prueba en Bogor, seguí un curso de liderazgo. Así que esta fue la oportunidad de poner en práctica lo que había aprendido.
Admiro cómo trabaja el personal y los voluntarios del JRS. Toman notas sobre todo lo que hacen. Cada lunes por la mañana, se reúnen y planifican sus actividades semanales. También comparten lo que hicieron durante la semana anterior. Durante mi tiempo en el JRS, trabajé como voluntario en los servicios de salud y colaboré ofreciendo ayuda alimentaria, asistencia para la vivienda a los solicitantes de asilo y refugiados más vulnerables.
Tuve algunas experiencias emotivas que recordaré en mis oraciones.
Primero, durante mi visita al centro de enseñanza, Salim*, un maestro de Afganistán, me invitó a cerrar mis ojos e imaginar cómo me sentiría si mi familia y yo fuéramos perseguidos, buscados y amenazados de muerte por un grupo de personas. Era tan aterrador imaginar a mi familia y a mí, en pánico, buscando un lugar seguro, temiendo por nuestras vidas. Fue una breve contemplación, que duró aproximadamente tres minutos, tras los que tenía mis ojos llorosos al abrirlos. Comprendí que lo mismo le estaba sucediendo a Salim y a sus amigos de Afganistán.
En segundo lugar, conocí a Ahmad, un niño de seis años con problemas respiratorios desde su llegada a Indonesia. El doctor dice que tiene asma. Su padre no podía creerlo porque nunca lo tuvo cuando aún estaban en Afganistán. Han visitado muchas veces al médico y siempre le sugieren usar un inhalador. Esta vez, el JRS lo llevó al hospital de Ciawi. Junto con Nico sj, el personal del JRS y cinco voluntarios, el JRS Indonesia se entrevistó con el pediatra y el terapeuta. Cuando Ahmad recibió un tratamiento de inhalación, su padre vio muchas mejoras. Nos pidió que les compráramos el dispositivo de inhalación. Pero el médico dijo que era innecesario y no se nos permitió comprarlo, ya que requiere una dosis específica de medicamento para cada uso. Hice todo lo posible para explicárselo. A través de esta experiencia, pude ver cómo dejar la comodidad de tu hogar puede cambiarlo todo. Me acordé de la Sagrada Familia y su huida a Egipto; tuvieron que irse precipitadamente a un país extranjero. Probablemente no fue tan difícil como ahora, no se requerían tarjetas de identificación en ese momento. Pero es una situación similar, dejar tu propia casa debe ser desagradable.
Tercero, una mujer de Afganistán dijo que la gente de Indonesia es realmente amable. Durante su estadía en ese país, de verdad pudo sentir cómo la población local la ayudaba en la vida cotidiana: cuando iba al mercado, cuando estaba en el transporte público, en la carretera, etc. Dijo que no tenía esa sensación cuando estaba en su país de origen. Me sentí feliz al escuchar eso. Tengo la suerte de formar parte de este país. Pero también me recordó una breve reseña que ha circulado recientemente en Facebook sobre cómo no podemos elegir dónde nacer ni de quién ser hijos. Y recordé una cita de Sayyidina Ali bin Abu Thalib: “El que no es tu hermano en la fe, es tu hermano en la humanidad”.
En general, mi tiempo con el JRS en Bogor fue tan interesante como desafiante. Se pueden hacer muchas cosas. Los solicitantes de asilo y refugiados que conocí no viven ni recluidos ni en un complejo específico. En vez de eso, viven en la comunidad local, en muchos lugares. La mayoría se encuentra en Cisarua ya que el costo de vida es bajo y el clima es similar al de su país de origen. Sienten que el JRS les dedica tiempo y que siempre está ahí.
También encontré que las visitas domiciliarias, acompañar a las personas con problemas médicos a los hospitales e impartir clases en los centros de enseñanza, son realmente buenas formas de servir a los refugiados y solicitantes de asilo. El programa de inglés y los cursos de traductores para ayudar a las comunidades también los proporciona el JRS. Ahora hay alrededor de 1.500 refugiados en el área de Cisarua, pero el JRS Bogor solo cuenta con diez voluntarios.
Los voluntarios del JRS provienen de diversos orígenes. Solicitantes de asilo y refugiados llaman a los voluntarios hermanos y hermanas. Esto muestra cuán cercano es el JRS para ellos. Mi experiencia allí me abrió los ojos a la necesidad del voluntariado. Siento que mis amigos en el JRS muestran una gran dedicación al hacer su trabajo. Nadie se siente obligado. A menudo trabajan tiempo extra cuando es necesario y están dispuestos a hacerlo libremente sin exigir un salario más alto. Estoy realmente agradecido por todas mis experiencias con el JRS y estoy dispuesto a apoyarlo, especialmente en sus actividades de captación de fondos en las parroquias católicas.
* Todos los nombres y los detalles de identificación se han cambiado para proteger la privacidad de las personas.
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Fuente: http://es.jrs.net