Jesús no “complica” la vida, la hace más simple y humilde

Él no oprime, ayuda a vivir de manera más digna y humana.

Un día, Jesús sorprendió a todos dando gracias a Dios por su éxito con la gente sencilla de Galilea y por su fracaso entre los maestros de la ley, escribas y sacerdotes. “Te doy gracias, Padre… porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”. A Jesús se le ve contento. “Sí, Padre, así te ha parecido mejor”. Esa es la manera que tiene Dios de revelar sus “cosas”.

La gente sencilla e ignorante, los que no tienen acceso a grandes conocimientos, los que no cuentan en la religión del templo, se están abriendo a Dios con corazón limpio. Están dispuestos a dejarse enseñar por Jesús. El Padre les está revelando su amor a través de él. Entienden a Jesús como nadie.

Sin embargo, los “sabios y entendidos” no entienden nada. Tienen su propia visión docta de Dios y de la religión. Creen saberlo todo. No aprenden nada nuevo de Jesús. Su visión cerrada y su corazón endurecido les impiden abrirse a la revelación del Padre a través de su Hijo.

Los “sabios y entendidos” no entienden nada. Tienen su propia visión docta de Dios y de la religión. Creen saberlo todo. No aprenden nada nuevo de Jesús.

Jesús termina su oración, pero sigue pensando en la “gente sencilla”. Viven oprimidos por los poderosos y no encuentran alivio en la religión del templo. Su vida es dura, y la doctrina que les ofrecen los “entendidos” la hacen todavía más dura y difícil. Jesús les hace tres llamadas.

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados”. Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que sienten la religión como un peso y a los que viven agobiados por normas y doctrinas que les impiden captar la alegría de la salvación. Si se encuentran vitalmente con Jesús, experimentarán un alivio inmediato: “Yo os aliviaré”.

“Cargad con mi yugo… porque es llevadero y mi carga, ligera”. Es la segunda llamada. Hay que cambiar de yugo. Abandonar el de los “sabios y entendidos”, pues no es ligero, y cargar con el de Jesús, que hace la vida más llevadera. No porque Jesús exija menos. Exige más, pero de otra manera. Exige lo esencial: el amor que libera y hace vivir.

“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón». Es la tercera llamada. Hay que aprender a cumplir la ley y vivir la religión con su espíritu. Jesús no “complica” la vida, la hace más simple y humilde. No oprime, ayuda a vivir de manera más digna y humana. Es un “descanso” encontrarse con él.

14 Tiempo ordinario – A
(Mateo 10,37-42)


Fuente: www.religiondigital.org / Imagen: Pexels.

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