Kenia: un oasis en los márgenes

El Servicio Jesuita a Refugiados sigue garantizando que las niñas refugiadas reciban una educación. Los programas buscan ayudar a liberar todo el potencial perdido de niñas y mujeres en Kakuma, que está esperando a ser aprovechado.

La educación sigue estando fuera del alcance de muchas niñas en todo el mundo. En Kakuma y otros campamentos de refugiados, tienen serias dificultades para acceder a esta. Son las primeras en quedar fuera de la escuela porque las necesitan para ayudar en las tareas familiares: ir a por agua o estar al cuidado de los niños. En los casos en que una niña es cabeza de familia, el personal del campamento les entregará los cupones alimentarios para que puedan hacer cola y recibir la comida de su familia, lo que las imposibilitará de ir a clase. La vulnerabilidad de ellas en los campamentos de refugiados puede desembocar en problemas directamente relacionados al género: matrimonio precoz forzoso, violencia doméstica, abuso sexual y violación. El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) aborda estos retos mediante una serie de intervenciones.

Por un lado, Safe Haven (Espacio Protegido) es un centro de protección del JRS en Kakuma para mujeres y niñas que han sufrido violencia de género. El centro empodera a las residentes, proporcionándoles formación profesional y facilitando actividades de desarrollo de capacidades personales. Se forma a estas mujeres en protección infantil e higiene personal para mejorar la calidad de la atención parental que reciben sus hijos e hijas, la mayoría de las cuales todavía sufren las consecuencias de los traumas vividos. También asisten a clases de corte y confección, elaboración de abalorios y cocina, lo que les permitirá generar ingresos propios. Entre otras cosas, hacen bolsos, adornos y pulseras.

Debido a que el protocolo del centro restringe su movimiento por razones de seguridad, el programa las ayuda a comercializar sus productos aprovechando aquellos eventos a los que asisten multitudes: celebración de días internacionales, reuniones de coordinación interinstitucionales y también la llegada de visitantes al campamento. Los productos también se venden a través de la Mikono Shop del JRS en Nairobi. Actualmente, el JRS está trabajando para organizar grupos de autoayuda para las mujeres. El objetivo es que ahorren dinero para poder poner en marcha su propia empresa cuando salgan del centro de protección.

Por otro lado, el Sunshine School es un programa de educación preescolar para niñas y niños de seis años en adelante que han sido admitidos en el Safe Haven con sus madres. Aparte de las actividades normales de aprendizaje, las niñas y niños reciben terapia semanal de arte y juegos. La terapia ayuda a mejorar su bienestar social y su capacidad para enfrentarse positivamente a los traumas vividos y desarrollar relaciones interpersonales saludables. Al cumplir los 14 años, las niñas se matriculan en escuelas de primaria y secundaria dentro del campamento, para hacer más llevadera su transición a la educación general, cuando salgan del centro.

Las niñas con necesidades especiales en Kakuma conforman un grupo particularmente vulnerable en el contexto del campamento, que tiene los recursos muy limitados. Algunas de estas niñas reciben becas del JRS para poder asistir a escuelas especializadas fuera del campo, ya que esta es la única forma que les permite acceder a la educación. Las escuelas del campamento están demasiado sobrepobladas y no cuentan con el personal ni los equipos necesarios para gestionar adecuadamente la educación de las niñas y los niños con necesidades especiales.

Con todos estos esfuerzos para salvar los obstáculos a sus estudios, el JRS sigue garantizando que las niñas refugiadas reciban una educación. Queremos que estos programas ayuden a liberar todo este potencial perdido de niñas y mujeres en Kakuma, que está esperando a ser aprovechado.

“Las mujeres y las niñas son el mayor recurso desaprovechado de África, y son ellas, no los diamantes, el petróleo ni los minerales, las que serán la base de un progreso sólido, sostenible y equitativo” — Joaquim Chissano.

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Fuente: http://es.jrs.net

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