“La alimentación es fundamental para la vida humana, de hecho, participa de su sacralidad y no puede ser tratada como cualquier mercancía”. El Papa Francisco ha vuelto a escribir, por segunda vez en una semana, al director general de la FAO, Qu Dongyu, en esta ocasión por el II Foro Mundial de la Alimentación, que se está celebrando en Roma del 17 al 21 de octubre.
En su mensaje, el Papa saluda a todos los que “se comprometen y esfuerzan cada día por erradicar el hambre y la pobreza en el mundo”, y sostiene que “los abuelos son signos concretos de la bondad del Creador, y frutos de la tierra”. De ahí, recuerda, el “respeto que tenían por el pan” las generaciones anteriores. “Lo besaban y no permitían que nada se desperdiciara”. Hoy, en época de crisis, donde siguen dándose los opulones que desperdician lo que les sobra, ese ejemplo parece más necesario que nunca.
Así lo entiende Bergoglio, quien aboga por “respetar los alimentos y otorgarles el puesto preeminente que tienen para la vida del hombre”, lo que “solo será posible si, además de interesarnos por su producción, disponibilidad y acceso, así como por las medidas técnicas del comercio agrícola, tomamos conciencia de que son un don de Dios del que somos meros administradores”.
“Respetar los alimentos y otorgarles el puesto preeminente que tienen para la vida del hombre”.
CRISIS INTERCONECTADAS
“Nuestra primera preocupación ha de focalizarse en el ser humano como tal, considerado en su integridad y teniendo en cuenta sus necesidades reales, en particular las de aquellos que carecen del sustento básico para su supervivencia”, recalca Bergoglio, quien habla de un “periodo de crisis interconectadas” que “nos interpela a no dar simplemente de comer sino a darnos a nosotros mismos en el servicio a los demás, reconociendo y garantizando la centralidad de la persona humana”.
“Esta prioridad solo podrá ser salvaguardada si volvemos a creer en la fraternidad y la solidaridad que deben inspirar las relaciones entre las personas y entre los pueblos”, concluye su mensaje el Papa.
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