Brasilia es la historia de una vieja aspiración de Brasil.
Pese a que su fundación no se hizo realidad hasta el jueves 21 de abril de 1960, el sueño de levantar una nueva ciudad en las entrañas del Brasil profundo fue algo imaginado por el ‘patriarca’ de la independencia, José Bonifacio de Andrada e Silva, en el primer cuarto del siglo XIX.
Casi a fines de ese mismo siglo, la Constitución de 1891 retomó la idea al plantear la búsqueda de “una zona de 14.400 kilómetros cuadrados en el Planalto Central” para erigir la nueva ciudad, tal como lo consagraba en su artículo 4°. Sin embargo, hubo que esperar hasta la presidencia de Juscelino Kubitschek, quien en una rueda de prensa durante la campaña presidencial frente a una punzante pregunta de un cronista al respecto, pensó dos segundos y arriesgó que él cumpliría con todos los artículos de la Constitución, incluido el postergado 4° artículo. Por eso, al asumir, puso en marcha los planes para trasladar la capital desde Río de Janeiro hasta un lejano lugar ubicado en el corazón del país, en el estado de Goiás.
Durante más de tres años 60 mil trabajadores, guiados por las directrices de los arquitectos Lúcio Costa y Óscar Niemeyer, dieron forma a una ciudad atípica que evoca la forma de un avión. Estos pioneros levantaron edificios monumentales que representan la cumbre del modernismo nacional. Tal es el caso del Palacio de la Alvorada, o el del Planalto, la bellísima y curva Catedral Metropolitana y la nueva sede del Congreso, con dos torres gemelas acompañadas, una construcción cóncava y otra convexa destinadas a ambas cámaras legislativas.
CRECIMIENTO Y DESIGUALDAD
En 1960 contaba con 140 mil habitantes. En 2020, cuenta con tres millones, tomando en cuenta los alrededores. Una décima parte trabaja para el gobierno nacional o para el distrito federal.
La modernista Brasilia, ciudad que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987, está lejos del proyecto original que pretendía convertirla en un lugar sin división entre clases. Así lo demuestran informes que separan el barrio de Lago Sul, cuya renta familiar promedio equivale a 20 salarios mínimos, con regiones pobres como la de Itapoã.
Reducir las desigualdades y mejorar la clase política son algunos de los desafíos pendientes para los próximos años. La utópica Brasilia muestra que el empeño de sus dirigentes, más el diseño de Lúcio Costa, Óscar Niemeyer y su vasto equipo, sumado al trabajo fuerte de los candangos (los obreros que la construyeron), no ha sido en vano.
Dio como resultado una bellísima ciudad, donde se respira un aire distinto: el de un trabajo paciente y colectivo urdido desde 1821 hasta 1960, un sueño colectivo rumiado durante 140 años.
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Fuente: https://ciudadnueva.com.ar