Ahora se sabe que el Isis ha sido denunciado 70 veces por el uso de armas químicas y que en Mosul y Raqqa se le liberó un corredor para desengancharse y seguir luchando contra el ejército sirio.
Lo que sabe el común de la gente, en base a lo que han trasmitido la gran mayoría de los medios de comunicación, es que el gobierno del presidente sirio Bashar al Assad era el acusado de utilizar armas químicas. En 2013 se estuvo a punto de una intervención armada de los Estados Unidos para castigar el uso de este tipo de armas. A comienzos de abril, el presidente Donald Trump reaccionó ante una nueva acusación de este tipo con un ataque aéreo contra una base militar siria. En ambos casos, no se produjo documentación que probara la responsabilidad del gobierno de Damasco; por el contrario, en el primer caso las evidencias analizadas por los expertos revelaron que el ataque provino de los rebeldes yihadistas.
Lo que era conocido por los expertos, pero no por la opinión pública, es que en realidad hubo numerosas acusaciones de ataques con armas químicas por el lado de los rebeldes. Por eso llama la atención que haya aparecido una noticia, difundida también por AFP, una de las más grandes agencias informativas, acerca de un informe de IHS Conflict Monitor, con sede en Londres, acerca de una “disminución” de los ataques yihadistas con armas químicas. Este año habrían sido 1 en Siria y 10 en Irak, y las denuncias desde 2014 fueron más de 70.
En su página web, la organización señala que todavía, aunque en retirada, las fuerzas rebeldes disponen de capacidad ofensiva con agentes químicos como el gas mostaza. Se invierten aquí los roles, porque la pretensión de una prensa dócil a los deseos de la OTAN (y de Washington) ha sido la de presentar al presidente Assad como un monstruo, capaz de semejante acción criminal. La opinión pública descubre aquí algo nuevo.
La guerra en Siria e Irak, conducida principalmente contra el autoproclamado Estado Islámico, se disputa en medio de un filtro informativo que selecciona las noticias en función de los objetivos políticos.
Muy poco se está hablando, en efecto, de la debacle que están sufriendo los yihadistas e incluso de la posible muerte del líder del Isis, Abu Bakr al Bagadadi. En lugar de ocupar las portadas de los medios, junto con la casi total liberación de la ciudad iraquí de Mosul, el tema parece no tener mucha importancia para los medios.
En paralelo, tampoco se habla de que también Raqqa estaría por ser liberada. La peculiaridad de la liberación del Isis de esta ciudad siria, es que están actuando las fuerzas curdas apoyadas por la coalición liderada por los Estados Unidos desde el aire. En lugar de ser rodeadas, a los casi 4 mil yihadistas que todavía resisten se les está dejando un corredor abierto al sur de la ciudad. ¿Por qué razón? Como ocurrió en su momento en Mosul, donde los mandos norteamericanos prefirieron dejar a los guerrilleros del Isis la oportunidad de seguir combatiendo entrando en Siria contra las fuerzas armadas de ese país, ahora se les deja la oportunidad de desengancharse de Raqqa para trasladarse a las vecinas regiones de Palmyra y Deir ez Zor, donde disponen de más fuerzas.
La estrategia suscita entre asombro e indignación, pues los yihadistas del Isis se han caracterizado por crímenes atroces contra militares y civiles, niños incluidos. Sin embargo, desde el Pentágono son útiles como arma para seguir en el intento —que ha fracasado— de derrocar el gobierno de Assad. Aunque ello le haya costado a un país entero medio millón de muertos, y la mitad de la población refugiada, dentro y fuera del país.
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Fuente: http://ciudadnueva.com.ar