Hay un cambio que espera en ti. Una revolución completa en tu modo de organizar tu vida está por ocurrir. O tal vez ya ocurrió. La señal para reconocer una mejoría general de la vida es la alegría que produce. Zaqueo, el cobrador de impuestos que sale al encuentro de Jesús, probablemente anhelaba en su corazón la conversión antes de experimentarla. El bienestar de sus riquezas no era comparable con la alegría que explotaría en él en algún momento. Jesús, con un solo gesto de amor, al recibir de Zaqueo la hospitalidad que este nunca había podido dar a alguien, desencadena en él un cambio total en su modo de relacionarse con los demás. De un brinco, el cobrador de impuestos se compromete a resarcir, con una enorme generosidad, los perjuicios que ha podido cometer contra su prójimo. La alegría se apodera de Zaqueo. No volverá a ser más el mismo.
Y a ti, ¿te llegó la alegría? Vive de acuerdo al giro que diste a tu vida el día que descubriste tu vocación. Si te muerde la tristeza, pon atención. No la dejes entrar. Dale un portazo. Si tienes solo un gramo de alegría, sácale el máximo provecho. Todo lo que hagas, hazlo con Él. Como enseña Krishna en el Bhagavad Gita: “El hombre que, sea cual fuere su condición kármica, realiza su trabajo con gozo, con seguridad alcanza la perfección” (capítulo 18, 45). La alegría crece con los que la cultivan. Mantén a raya el desánimo, el pesimismo, la desesperanza. No aceptes nunca una alianza con ellos. La alianza con la amargura conspira en contra de una amistad con la alegría. Repudia las tinieblas. El sol cumple, ya verás.
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