La paz no puede ser una utopía

La paz se lucha, la paz se trabaja y la paz se reza. Ojalá en este tiempo incierto no ganen los intereses y las ideologías que atenazan el mundo.

Allá por los años setenta, en la carta Octogesima Adveniens de Pablo VI, la Iglesia advertía sobre el riesgo de las ideologías y las utopías como una forma de evadir la realidad, en el mejor de los casos. Como insiste el papa Francisco: la realidad está por encima de la idea.

Estos días parece que la paz en Ucrania está más cerca de dejar de ser una idea inalcanzable para convertirse en una realidad, sabiendo que es imperfecta, lenta y que nunca acaba de satisfacer a nadie.

Sin embargo, la historia está plagada de paces ficticias. Pactos de no agresión, acuerdos cerrados en falso y treguas blanqueadas, que no buscaban realmente la paz, sino solo un respiro antes de una guerra aún más cruenta o el sometimiento del perdedor, convirtiéndose así en el cínico prólogo de un derramamiento de sangre aún mayor. Y aunque es complicado prever el futuro, por no decir imposible, es importante preguntarnos con qué hilos queremos curar las heridas.

La historia está plagada de paces ficticias. Pactos de no agresión, acuerdos cerrados en falso y treguas blanqueadas, que no buscaban realmente la paz, sino solo un respiro antes de una guerra aún más cruenta o el sometimiento del perdedor.

Si dejamos que sean los intereses, las ideologías y el dinero los que anhelen la paz, la historia se repetirá una y otra vez. Pero si dejamos que sea la realidad del pueblo de Ucrania, con su dolor, su sufrimiento y el respeto por la dignidad humana, la auténtica libertad y el bien común en cada pueblo y nación, probablemente el camino será más largo, pero también más duradero.

La paz se lucha, la paz se trabaja y la paz se reza. Ojalá en este tiempo incierto no ganen los intereses y las ideologías que atenazan el mundo. Que, en cambio, prevalezca la misericordia de una humanidad que no soporta el dolor ajeno y que anhela hacer de la paz y la reconciliación una realidad, y no una utopía que nunca se puede realizar.


Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.

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