Asumir la paz como un proyecto de humanidad donde valoremos cada vida humana en toda su dignidad, sea cual sea su religión.
Todo parece indicar que la guerra se complica en Oriente Próximo, y los frentes se abren en una tierra que le cuesta vivir en paz, y que amenaza con extenderse aún más. Una herida con muchas décadas de historia y múltiples motivos e intereses subterráneos que se nos escapan a la mayoría, haciendo que cada vez sea más complicado opinar y, sobre todo, hablar de paz. Y lo peor de todo es que la sed de venganza de unos se lleva por delante —como cualquier conflicto— demasiadas víctimas inocentes.
Pero quizás en este magma de dolor y confusión conviene no olvidar que las religiones son el camino para la paz. Y es ahora cuando conviene recordarlo, aunque parezca una auténtica contradicción. Y es que no es utópico afirmar que si cada uno es capaz de vivir la fe como amor a Dios y amor al prójimo, encontraremos juntos un camino para la paz, como bien indica Francisco en Fratelli Tutti. Ejemplos los ha habido, los hay y los habrá. Por el contrario, si comprendemos las religiones como identidades externas y vacías, cualquier excusa será buena para acabar con el enemigo. Y contraejemplos también los ha habido, los hay y los habrá. Esto ocurre en Oriente Próximo, pero también en nuestra propia realidad.
No es utópico afirmar que si cada uno es capaz de vivir la fe como amor a Dios y amor al prójimo, encontraremos juntos un camino para la paz, como bien indica Francisco en Fratelli Tutti.
La dinámica del “ojo por ojo, diente por diente” está asentada en el corazón del hombre, sea cual sea su religión. La cuestión radica en qué o en quién nos fundamentamos —cada persona y cada sociedad— para darnos cuenta de que ese no es el camino, y que desde ahí solo crearemos muerte y destrucción. Y no se trata de asumir la paz como un mal menor, como ausencia de guerra o como estado más rentable para la supervivencia entre estados, sino como un proyecto de humanidad donde valoremos cada vida humana en toda su dignidad, sea cual sea su religión.
Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.