Cada día usamos muchas expresiones que hacen referencia a los colores. En la liturgia ocurre lo mismo: todos sus elementos pretenden expresar algo que va más allá de lo que vemos, pero que necesita de lo material para expresarse.
“Cruzar en verde”, “quedarse blanco”, “ponerse rojo/negro/morado”, “darte un amarillo”, “tener sangre azul”… En nuestro día a día usamos muchas expresiones que hacen referencia a los colores. Con ellas, nuestro interlocutor entiende rápida y visualmente lo que con otras palabras sería más largo de explicar.
En la liturgia ocurre lo mismo: todos sus elementos pretenden expresar algo que va más allá de lo que vemos, pero que necesita de lo material para expresarse. Y los colores tienen una importancia crucial, porque dependiendo de cuál se use, la Iglesia quiere transmitir un mensaje u otro.
En ese sentido, los tiempos del Adviento y Navidad son los únicos en los que usamos casi todos los colores litúrgicos:
1. El color habitual es el morado, común a los funerales, a la confesión y al tiempo de Cuaresma, por lo que lo solemos asociar a la penitencia. Pero el Adviento no es un tiempo para hacer penitencia, sino para prepararse, que es el verdadero significado del morado litúrgico: cada vez que se usa ese color, se nos recuerda que nos estamos preparando para algo (la venida en Adviento, la Pascua en Cuaresma, la vida eterna en los funerales).
El Adviento no es un tiempo para hacer penitencia, sino para prepararse, que es el verdadero significado del morado litúrgico.
2. El “morado Adviento” se interrumpe dos veces: el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, se permite que en España y en Latinoamérica se use el azul, color asociado a la Virgen y cuyos orígenes están en la defensa que España hizo de este dogma mucho antes de que se declarase oficialmente. Además, el tercer domingo de Adviento, llamado Gaudete, se puede utilizar el rosa, una especie de “alivio” del morado, para recordarnos la alegría propia de ese día.
3. Finalmente, en Navidad, es decir, desde la noche del 24 de diciembre hasta el domingo después de la Epifanía, comenzamos con el blanco, reservado para las fiestas importantes relacionadas con Cristo o los santos. Sin embargo, el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, el color que se usa es el rojo, recordando el martirio de estos niños.
Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.