Comunicado de la Conferencia del Episcopado Mexicano sobre la llegada a México de la caravana de Migrantes de Honduras (y otros países centroamericanos).
Muy queridos hermanos laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, obispos, hombres y mujeres de buena voluntad, amada Iglesia en México:
“Este pobre gritó y el Señor lo escuchó” (Sal 34,7). Con estas palabras de la literatura sapiencial, el Papa Francisco nos ha invitado a ejercer la caridad cristiana en la II Jornada Mundial del Pobre a celebrarse en el presente 2018.
Hoy en el mundo se escucha el inhumano concierto entonado por los gritos de enfermos y desahuciados, los que son defraudados y extorsionados, los desempleados y subempleados, las mujeres maltratadas y los familiares de desaparecidos, los niños abusados y quienes son marginados por tener capacidades diferentes, quienes no son atendidos en los sistemas de salud y así el elenco de esta orquesta del dolor penosamente crece.
Hoy en especial nos inquieta el grito estremecedor de nuestros hermanos de Honduras y de otros países centroamericanos que han emprendido una caravana en búsqueda de la supervivencia, un éxodo de liberación. Es un grito inarticulado que todo lo expresa en el silencioso e inhumano desplazamiento. Y asombrados contemplamos que, con esta caravana, como con los distintos gritos del pobre, surgen miembros de la sociedad tratando de sofocarlos al percibir esos gritos como amenaza para su confort e intereses propios.
Como Conferencia Episcopal, nos hemos propuesto en el Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, comprometernos a escuchar esos gritos, con los oídos atentos para escuchar al que sufre y con ojos bien abiertos para mirar nuestro entorno. Con fe y con profundo amor, escuchamos la voz del Señor que se manifiesta a través de estos gritos, y unidos al Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante 2018 (14 de enero), encendemos nuestro corazón para acoger y proteger a nuestros hermanos migrantes en busca de refugio.
En este Proyecto Pastoral hemos recogido el dolor generado en la migración forzada, con su consecuente vulnerabilidad jurídica; en nuestras opciones y compromisos nos pide ser una Iglesia comprometida con la paz y las causas sociales; establecemos un compromiso: “Recibir con caridad, acompañar, defender los derechos e integrar a los hermanos y hermanas migrantes que transiten o deseen permanecer con nosotros”.
¿Cómo no percibir la acción del Espíritu Santo en ese proceso que dirigió la redacción de nuestro Proyecto Global, cuando la opción 5 pide trabajar “Por una Iglesia compasiva y testigo de la Redención”, y en uno de sus compromiso pide: “Identificar y acompañar a los grupos vulnerables de nuestra sociedad: migrantes, mujeres violentadas, indigentes, damnificados por los constantes desastres de la naturaleza, jóvenes en situaciones de riesgo, enfermos y presos”?
Hermanos muy queridos de nuestra Iglesia y personas de buena voluntad:
Insistimos, Dios nos ofrece la oportunidad de convertir en acciones y procesos pastorales nuestras opciones y compromisos que no pueden quedarse solamente en el papel o en buenos deseos, alejados del verdadero seguimiento del Maestro.
Valoramos la atención y acompañamiento pastoral instrumentados por la Dimensión de la Movilidad Humana en los 133 albergues y centros de atención y orientación de nuestra Iglesia, y al señalizar, en su reciente comunicado, el marco legal que protege y rige este momento de la historia de nuestro continente y país.
Exhortamos a nuestros hermanos obispos a mantenernos en diálogo con las autoridades civiles, a quienes instamos, en sus distintas funciones y niveles, a atender lo que el mismo marco legal de nuestro país prescribe, acordes a los pactos internacionales suscritos por nuestra nación.
Contemplamos con ojos de gratitud el que la Iglesia de Tapachula, San Cristóbal de Las Casas y ya otras Iglesias y comunidades religiosas, así como organismos gubernamentales y de la sociedad civil, han instrumentado acciones para favorecer humana y cristianamente a nuestros hermanos en la ruta de su desplazamiento.
Escuchar los gritos del hermano significa para nosotros los cristianos compromiso y acción.
Nuestros hermanos en desplazamiento son los verdaderos pobres, a los que estamos llamados a dirigir nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades.
Todos en la Iglesia y en la sociedad estamos llamados a salir al encuentro de los desplazados y ofrecer nuestro apoyo, tanto organizado como espontáneo, como principio de humanismo y caridad.
Acentuamos uno de los pasos que nos marca el Papa Francisco para atender esta situación: Liberar, que significa reconocer que la situación que ha propiciado el desplazamiento es generada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia, por lo que es fundamental realizar acciones que liberen de todos estos males, rompiendo esas cadenas con la acción de Dios en cada uno de nosotros (n. 4 del mensaje).
Cumplamos el deseo de Dios que promete que los pobres comerán hasta saciarse (Sal 22,27) y transformemos el grito de dolor en un grito de esperanza, sabiendo que Dios no abandona a los que confían en él (Rom 8,31-39).
Que Santa María de Guadalupe, Madre de nuestra Patria y Emperatriz de América, suscite el amor de su Hijo en nuestros corazones para aprender a obedecer en esta escucha del grito de los desplazados.
Ciudad de México, 21 de octubre de 2018.
(Firmado)
+ José Francisco, Cardenal Robles Ortega. Arzobispo de Guadalajara y Presidente de la CEM.
+ Alfonso G. Miranda Guardiola. Obispo Auxiliar de Monterrey y Secretario General de la CEM.
+ Guillermo Ortiz Mondragón. Obispo de Cuautitlán y Responsable de la Dimensión de Movilidad Humana.
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Fuente: https://cpalsocial.org / Fotografía: Flickr – Víctor Manuel Espinosa. Licencia Creative Commons / www.cem.org.mx