Mientras en Dubái se realiza la cumbre de las Naciones Unidas más importante sobre el clima, Unicef denuncia la mala (no) acción de los lideres mundiales para proteger el derecho de los menores a vivir en un planeta limpio, saludable y sostenible.
En comparación con los adultos, las pérdidas y los daños causados por los desequilibrios del clima afectan de una manera desproporcionada a los menores. Unicef denuncia así la grave injusticia intergeneracional producida por el calentamiento global. En el análisis publicado con motivo de la COP28, la agencia de las Naciones Unidas para la infancia pone de relieve los desgastadores efectos que produce el cambio climático sobre los niños y critica la inacción de los dirigentes mundiales.
“El fracaso global para enfrentar la crisis climática —la mayor amenaza de esta generación— ha creado una crisis de derechos del niño. Está poniendo en peligro el derecho fundamental de todos los niños a la salud y el bienestar”, suena tajante la directora ejecutiva del organismo, Catherine Russell.
El calor anómalo, la contaminación del aire, la mala cosecha, las sequías, la degradación ambiental, son fenómenos provocados por la crisis ambiental que pueden volverse letales para los más pequeños. Porque desde el momento de la concepción hasta la edad adulta, la salud y el desarrollo del cerebro, los pulmones, el sistema inmunológico y otras funciones críticas de los niños se ven afectados por el entorno en el que crecen. Ni la geografía ni las condiciones económicas los protegen de esta característica biológica. El hecho consecuente es que son singularmente más vulnerables que los mayores a los efectos del cambio climático.
El calor anómalo, la contaminación del aire, la mala cosecha, las sequías, la degradación ambiental, son fenómenos provocados por la crisis ambiental que pueden volverse letales para los más pequeños.
La entidad del impacto del calentamiento global sobre el planeta se mide a través del agua. De hecho, es examinando sobre todo el nivel de disponibilidad de agua junto con la combinación de escasez de esta y la falta de acceso al servicio de agua potable, lo que construye el índice de riesgo climático infantil (CCRI). Y el informe de 2021 detectó que más de mil millones de niños corren un riesgo extremo de sufrir las consecuencias de la crisis climática.
Dicho lo anterior, si se toma en cuenta que la demanda de agua a nivel mundial se ha más que duplicado desde 1960, llegando ahora casi a superar los recursos renovables disponibles, resulta evidente que la salud y el bienestar de la humanidad, y especialmente de la población infantil, es altamente amenazada.
Pese a la grave vulnerabilidad de la niñez en frente de los desequilibrios climáticos, en la respuesta política al cambio climático casi no tienen un papel formal. Solo el 2,4% del financiamiento proveniente de fondos climáticos multilaterales clave apoya proyectos que incorporan actividades sensibles a los niños. Asimismo, solamente el 2% de las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC) que encarnan los esfuerzos de los países para combatir los efectos del cambio climático pactados en el Acuerdo de París tienen a los niños como protagonistas.
Por eso Unicef pide un cambio de ruta que ponga a los niños en el centro de la acción climática global. E insta a la comunidad internacional a invertir una mayor inversión en los sistemas de descarbonización, reducción del riesgo de desastres, alerta temprana y adaptación de los servicios esenciales.
Desde el 30 de noviembre y hasta el 12 de diciembre se realiza en Dubái la vigésimo octava cumbre anual de la Conferencia de las Partes, el órgano supremo de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático de la ONU (COP28). El objetivo de esa Conferencia, que reúne a todos los lideres mundiales, es adoptar medidas urgentes para alcanzar los objetivos de lucha contra el cambio climático.
Todas las miradas del mundo, profundamente afectado por los desequilibrios climáticos, están puestos ahí. Incluso la de Unicef. Al respecto, su directora ejecutiva declara: “La COP28 no puede seguir como siempre. No podemos seguir por el mismo camino. Asegurémonos de que la COP28 se convierta en un punto de inflexión para finalmente poner a los niños en el centro de nuestra lucha compartida contra el cambio climático”.
Fuente: www.vaticannews.va/es / Imagen: Pexels.