«Los Ricos roban, el Pueblo recupera»

¿Roban los ricos? Algunos. ¿Recupera el Pueblo? A veces.

¿Conviene dictar una ley que obligue a los súper ricos a pagar un impuesto especial para financiar la superación de la pandemia? Por supuesto que sí, siempre que se lo haga de acuerdo a estudios expertos que, como sabemos, deben quedar entregados al escrutinio político.

“Los Ricos roban, el Pueblo recupera”. Este grafiti, entre tantos otros de la revuelta social de 2019, ha sido el más inquietante de todos. Dudo que lo hayan borrado de las paredes de la Alameda. ¿Roban los ricos? Algunos. ¿Recupera el Pueblo? A veces. Pero, si los ricos roban mucho, si acumulan cada vez más, y el Pueblo recupera robando a los ricos y a cualquiera que se le cruce por el camino, en la misma medida que se acentúan estas tendencias, la violencia pasa de la potencia al acto. En esto estamos.

La superación del problema es compleja. En la historia de la humanidad ha habido sistemas económicos muy distintos. Los pueblos originarios, los mapuche, por ejemplo, no acaparan. En algunos pueblos, he sabido, quien acapara es castigado. Pero nuestro país se rige por un sistema económico distinto y, en lo inmediato, a no ser que alguien pruebe lo contrario, es impensable que la acumulación deje de ser, luego de la fuerza laboral, la segunda rueda de la bicicleta de la economía. Así las cosas, en principio, la concentración de la riqueza es éticamente inatacable. Atacar a los ricos, querer quitarles lo que ganaron, dejado a aparte lo que hayan podido robar, cosa que debieran juzgarla los tribunales, es indebido. La acumulación es necesaria, sea que la haga el Estado, las empresas o las personas individuales.

Pero un sistema económico de acumulación solo puede ser ético cuando es al mismo tiempo un sistema de devolución. Cara y sello. La creación de riqueza es una gesta colectiva. En la mega-empresa que constituye la sociedad bajo el respecto económico, cada uno hace su aporte y quienes no pueden hacer nada, sea por la razón que sea, deben ser asumidos como seres humanos que, precisamente por tratarse de un peso que se carga gratuitamente, merecen que el país se responsabilice de ellos. Responsabilidad por todos, no solo de los que nos convienen, es el nombre de la moral. Pues, en última instancia, un sistema económico es legítimo cuando fomenta y respeta la dignidad humana. Esta opera como un reconocimiento al valor trascendente a las personas. En esto radica la legitimidad de los impuestos.

Todo sumado, pienso que la devolución, que es un deber personal, debiera serlo además legal. Los ricos que no devuelven se irán al infierno, diría Jesús (Mt 19, 23-30). Pero lo que está en discusión en el país es un asunto estructural. Un sistema económico que respeta el derecho a la propiedad privada, que necesita que esta se capitalice para generar empresas y trabajo, debe tener como fin último y principal dar a los ciudadanos lo más que se pueda.

Vuelvo a la verdad y justicia que pudiera tener aquel grafiti. Ha de tenerse en cuenta que el egoísmo estructural de Chile tiene y tendrá consecuencias fatales para todos por parejo. Cito a Joseph Stiglitz (Nobel de economía 2001): “Los miembros del 1 por ciento más rico poseen las mejores casas, los mejores colegios, los mejores médicos y las mejores formas de vida, pero hay una cosa que no parece que el dinero pueda comprar: saber que su suerte está unida a las condiciones de vida del 99 por ciento restante. Es algo que, a lo largo de toda la historia, el 1 por ciento ha acabado siempre por comprender. Pero demasiado tarde” (La gran brecha, 2015, 115).

Sobre los impuestos a los súper ricos, tema en tabla, cito a Thomas Pikety: “El sistema tributario de una sociedad justa debería estar basado en tres grandes impuestos progresivos: un impuesto anual progresivo sobre la propiedad, un impuesto progresivo sobre las herencias y un impuesto progresivo sobre la renta” (Capital e ideología, 2019, 1162).

Con esto termino: para que el sistema de acumulación que rige en Chile cumpla con su razón de ser, y para que ayude a superar la desigualdad que ha causado, tendría que constituir al mismo tiempo un sistema de devolución. No se trata de establecer ahora un impuesto a los súper ricos por una sola vez, ya que es preciso conseguir los recursos para superar la pandemia. Tendrían que ser tributos permanentes.

Con esto sí que termino: dicen que el impuesto a la riqueza es poco práctico porque los ricos se llevan su dinero fuera del país. ¿Qué piensan los economistas? Si además de poco práctico ello causara un daño a la economía, habría que olvidarse del tema.

¿Y ellos, los súper ricos, qué opinan? ¿Qué opinan de otros súper ricos que fuera de Chile proponen un impuesto de esta naturaleza? Y, ¿cuál es su postura ante el parecer de la ONU que, en las circunstancias catastróficas en que estamos, solicita un tributo solidario?

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Fuente: https://jorgecostadoat.cl/wp

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