Ella trabajaba en una ONG que prestaba apoyo a refugiados de Liberia y a repatriados. Por esa experiencia, decidió comprometerse moral y profesionalmente en la defensa de derechos de refugiados.
Son las 10 de la mañana en la escuela azul de Bagasola y el calor es insoportable. Los alumnos se toman un descanso entre clase y clase, algunos sentados en la repisa de la ventana charlando, otros preparándose para ir a buscar agua al pozo antes de que empiece la siguiente lección. Maïmouna Konate es la responsable del proyecto educativo que el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) tiene en Bagasola, en la región del Lago Chad.
“A través de la educación, intentamos que los niños no sean el objetivo de los grupos armados no estatales”, dice.
Maïmouna comenzó su camino al servicio de los desplazados en su país, Costa de Marfil. “Trabajaba para una organización no gubernamental (ONG) que prestaba apoyo a los refugiados de Liberia y a los repatriados. A partir de esta experiencia, decidí comprometerme moral y profesionalmente en la defensa de los derechos de los refugiados”.
Más de 6.000 niños acuden a diario a la escuela de Bagasola, entre refugiados y niños de la comunidad local. El contexto en el que vive y trabaja Maïmouna no es fácil; uno de los mayores retos es garantizar el acceso a la educación. Entre las barreras de acceso a la educación está el constante movimiento de poblaciones: “Cuando la gente siente la presencia de grupos armados, se desplaza y, luego, cuando la situación se calma, intenta volver a su pueblo de origen, lo que significa que se desplaza constantemente”.
Más de 6.000 niños acuden a diario a la escuela de Bagasola, entre refugiados y niños de la comunidad local.
Para empeorar la situación, las frecuentes inundaciones, que destruyen las casas, los cultivos y las propiedades de los afectados, repercuten directamente en el sistema educativo. Muchas escuelas quedan destruidas y los pozos de agua y las letrinas se inundan; estos fenómenos dificultan el acceso a la educación de muchos niños, exponiéndolos al riesgo de ser reclutados por los grupos armados de la zona, o de ser sometidos a matrimonios forzosos y embarazos precoces.
El JRS ofrece servicios para permitir el acceso a una educación de calidad a los niños del campamento de refugiados de Dar Es Salaam y de varias escuelas en cuatro aldeas: Darmain, Baboul, Ngouboua y Tchoukoutalia. “Para promover la paz, trabajamos principalmente en el campo de la educación”, afirma Maïmouna.
A pesar de los retos, tiene esperanza y cree firmemente que la educación fomenta la cohesión social y puede mejorar la calidad de vida de las personas.
“Con el trabajo de todos los actores gubernamentales y humanitarios, existe la esperanza de que vuelva la paz en contextos de sufrimiento y violencia”, agrega.
Fuente: https://jrs.net/es / Imagen: Servicio Jesuita a Refugiados.