“Las decisiones con mirada a corto plazo nos dejan muy vulnerables frente a los cambios climáticos y a las pandemias que nos vienen por delante, que pueden ser más fuertes que la del COVID”, asegura el ex ministro de Medio Ambiente. Mira también la entrevista en video.
“Lo que me preocupa es que Chile hoy está, por primera vez, viendo cuáles son los límites del planeta: la sequía y la contaminación atmosférica son amenazas importantes”, señala Marcelo Mena, ingeniero civil bioquímico, doctor en Ingeniería Ambiental de la Universidad de Iowa y director del Centro de Acción Climática de la PUCV.
“Chile es el octavo país que más pierde al año, en porcentaje de su PIB, fruto del cambio climático. Y esto se va a profundizar en el futuro, y podría llegar a 27% en el año 2050, de acuerdo a un estudio de la empresa Swiss Re, lo que equivale a la pérdida de entre 8% a 27% de nuestro crecimiento. Significa entonces que décadas de avance se van a echar por la borda, y quienes más van a pagar son las personas de menos recursos. Entonces, si no tomamos esta amenaza como una oportunidad de poder realmente transformarla en algo positivo —un puente hacia un mundo más sustentable, inclusivo— vamos a desaprovechar una instancia única que tuvimos de cambiar el curso de nuestro país”, explica.
CHILE Y EL CAMINO SUSTENTABLE
—Hoy día el cambio climático, al ser tan claramente una amenaza para las distintas empresas, está cambiando la forma en que se miden los riesgos. Cada vez son más los países que están obligando a que las empresas declaren los riesgos climáticos. Chile también está empezando a incorporar estos puntos dentro de sus declaraciones obligatorias, y esto está bien, porque nos exige a no pensar solamente en la rentabilidad de corto plazo, sino a tomar un camino más sustentable. Se requieren mayores inversiones, que a la larga nos van a traer menores costos de energía. Esto ya lo estamos viendo en lo que está ocurriendo en energías renovables. Al final de este año, 40% de la capacidad instalada de Chile será renovable no convencional —eólica y solar—, algo impensado hace un tiempo.
—¿Sobre qué es usted optimista?
Como país estamos apuntando hacia hacer lo correcto. El cierre de HidroAysén, de Castilla y de Pascualama han cambiado la orientación hacia algo más sustentable. Y que se hayan creado ocho nuevos parques en la Patagonia en el año 2018 —la mayor cantidad de parques nacionales en Chile desde el gobierno de Frei Montalva— significó un compromiso a cerrar la puerta al desarrollo sucio, y apuntar hacia un desarrollo más sustentable. Sabemos que somos de los países más extractivistas del mundo: 2,4 kilos de materiales se cortan, se extraen, se pescan por dólar generado, mucho más que el resto de la OCDE. Pero estos límites que estamos viendo nos están obligando a un cambio, y esta transición puede significar volcar nuestra economía de extractivista a una renovable. Tengo la esperanza de que esto sucederá. Es una discusión que se está dando tanto en la izquierda como en la derecha.
—¿Qué pensadores cree usted están aportando interesantes puntos de vista a la humanidad hoy? Y, ¿por qué?
Algunos pensadores que realmente han aportado a esta discusión sobre sustentabilidad han sido gente como Lord Nicholas Stern, quien por primera vez demostró que superar la pobreza y el cambio climático son cosas que van de la mano. Y, por lo mismo, entendiendo que un problema climático va a afectar fundamentalmente a las personas de menos recursos, hay que luchar contra este. Y desde entonces —y siguiendo su pensamiento— hoy día más de 140 países del mundo se han comprometido a alcanzar cero emisiones netas. Entienden que eso significa mayores retornos, menores costos de energía, mayor inversión y menor impacto de la contaminación.
Por otro lado, Anthony Waldron —de la Universidad de Cambridge— publicó un estudio demostrando que la conservación de 30% del planeta traerá más rédito, más beneficios que costo. Y en relación con esto, las medidas que se tomaron en el gobierno anterior —de conservación del mar y de la tierra— permiten a la larga mayor turismo, mayor captura de peces, mayor actividad forestal, mayor agricultura.
Este cambio es fruto de pensadores que se niegan a estar sometidos a esta tragedia que se asoma en el horizonte y que impide que miremos a futuro, haciendo que solamente tomemos decisiones a corto plazo que nos dejan muy vulnerables a los cambios climáticos y a las pandemias que nos vienen por delante, que van a ser más fuertes que la del COVID.
LA ANTIGUA NORMALIDAD LLEVABA AL PRECIPICIO
—¿Qué mensaje daría usted a la humanidad del siglo XXI y que considera clave para el futuro?
Mi mensaje es que en esta década tenemos que cambiar la dirección de nuestro desarrollo. Hoy día sabemos que la normalidad que queremos volver a tener nos acerca año a año al precipicio, donde la escasez hídrica y la contaminación dominan nuestro vivir. Por lo mismo tenemos que aprovechar —en esta década— de recuperarnos ambientalmente. Este retorno a la normalidad tiene que ser la construcción de un puente a un mundo más sustentable, más inclusivo, más justo, no podemos volver a lo que estaba ocurriendo. La vulnerabilidad de nuestra inequidad ha causado que tengamos una respuesta más lenta al COVID, con cuarentenas que se han prolongado, afectando la economía del país y el bienestar de la gente, resultando en la mayor cantidad de pérdida de empleo que hemos tenido en casi tres décadas.
Tenemos que cambiar el curso, sentando las bases de un nuevo desarrollo, más justo y más sustentable. MSJ
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Marcelo Mena es ingeniero civil bioquímico, doctor en Ingeniería Ambiental de la Universidad de Iowa y director del Centro de Acción Climática de la PUCV.